Esteban Calderón: "Si no hay quien haga tango, el bandoneón pasa al olvido"

Esteban Calderón es uno de los bandoneonistas más talentosos del país. Crítico con la Escuela de Música de la UNSJ, dice que está luchando para que “se arme la Cátedra de Bandoneón”. Es hijo de uno de los grandes directores de orquesta del país. Afirma que el bandoneón puede estar en extinción y que ya no se fabrica más como antes. Reservado, directo y con un compás especial para hablar. Acaso como si se hubiese mimetizado con el instrumento, antes de responder inhala y exhala. Entonces sí, ahí viene la charla.

El tango, música y baile de las dos orillas que une Argentina y Uruguay, fue declarado por UNESCO como “Patrimonio Mundial de la Humanidad”. Desde hace años ha venido dándose un resurgir del género. Aún así, en San Juan el tango no ha despertado la pasión que sí desató en otros lugares. Esteban Calderón primero estudió contrabajo, y poco a poco se fue volcando hacia el bandoneón. Ya a los 20 años tocaba el fuelle, tal vez influenciado por su viejo, Pedro Ignacio Calderón, uno de los directores más prestigiosos del país, que dirige la Orquesta Sinfónica Nacional.

“Llegué a San Juan en el 2009”, recuerda. “Mi mujer es de acá y tiene a toda su familia en la provincia”. Nació en Buenos Aires y vivieron un tiempo en Neuquén. Cuenta que no querían volver a Buenos Aires. Junto a Laura Vicentela, contrabajista, vinieron entonces buscando la tranquilidad y huyendo de la violencia y el aturdimiento de Ciudad Autónoma. “Sobre todo por el nene. José Ignacio tiene 5 años y nos pareció que en esta provincia es más tranquilo, y aparte tenés la montaña”, señala. Esteban tiene apenas 31 años y una virtud que lo distingue: toca muy bien. Su madre es Alicia Bugallo. Es profesora de filosofía. Además tiene dos hermanos, Pablo y Florencia que viven en Buenos Aires.

—¿La escuela primaria la hiciste en Buenos Aires?
—Sí, la hice en la escuela Columbia. La secundaria la hice en la Escuela del Caminante.

—Has tocado en varias formaciones ¿no?
—Integré el grupo Ensamble Trivarietal, una orquesta que interpretaba sólo canciones de Astor Piazzolla.

—¿Y ahora dónde tocás?
—Estoy en varios grupos. Uno se llama Los tangueros de Cuyo. Ahí estoy junto a Jonathan Vera y Hugo Figueroa en guitarra, Javier Gómez en bajo eléctrico y Guillermo Gokú Illanes en percusión. También estoy en El Trompezón, integrado por Melodía Leiva, Jonathan Vera y yo. Y formo otro que se llama Alma de bohemio.

—¿Tocaste también con Tito Oliva?
—Así es, soy parte de su banda Jazz Cordillerano.

—¿Estás viajando a tocar a Chile?
—Viajo invitado, representando la Ciudad de la Capital, junto al Ballet San Juan nuestro Tiempo, que dirige Gerardo Lecich. Junto a El Tompezón vamos a actuar en el Valparatango, festival de tango internacional.

—Vos una vez hablaste de la supervivencia del bandoneón. ¿A qué te referís?
—Acá en San Juan estoy luchando para que se arme la Cátedra de Bandoneón en la Escuela de Música de la Universidad Nacional de San Juan. Vengo peleando por eso desde el 2009 pero estamos igual que cuando llegué. Si no hay gente que haga tango, el instrumento pasa al olvido.

—¿El bandoneón está en peligro de extinción?
—Todos los instrumentos que hay son usados. Ya no se fabrican bandoneones como los originales del tango. Se hacen unos pero son distintos, suenan diferente. La gente se da cuenta. Para los bandoneones de antes se consiguen repuestos, piezas que vienen de Europa.


Esteban Calderón está convencido de que el instrumento tanguero se puede usar para casi todos los géneros musicales. “Se adapta a muchos estilos, no sólo para el tango, también para el jazz, el rock y la música clásica”, dice. Y agrega: “Es muy versátil y da infinitas posibilidades de expresión”.
—¿Das clases de bandoneón?
—Sí, muchos de los que van a tomar clases caen con el instrumento. O lo compraron, o se los regaló un pariente, o estaba en su casa desde hace años. Tengo más de diez alumnos.

—¿Hay público que quiere ir a espectáculos de tango en San Juan?
—Sí, hay público. Lo que pasa es que está disperso. Unos van a escuchar tango, otros van a la milonga a bailar y otros a tomar clases de música. Pero si juntás a todos los grupos son muchos. Estoy contento de estar en San Juan, siento que a la gente le gusta lo que uno toca. Acá toqué con la Orquesta Sinfónica y con la Camerata San Juan.

—¿Pensaste en irte de esta provincia?
—Estoy pensando seriamente en irme con mi familia a Mendoza. No tengo estabilidad, vivo sólo de tocar en los diferentes grupos que integro y de dar clases. En Mendoza Tengo un quinteto y una orquesta típica. Ahora también voy a tocar con la Filarmónica de Mendoza.

—Lo lógico es que te colgaras una guitarra eléctrica y te dedicaras al rock, ¿qué lleva a un joven como vos a volcarse por el tango y tocar el  bandoneón?
—Mi viejo tocó con Piazzolla. Si bien mi familia no es una familia tanguera creo que me llegó su influencia y su gusto por el tango. Empecé estudiando contrabajo en la escuela de música donde estudié. Luego, cuando tenía más o menos 20 años, me tiré por el bandoneón.

—¿En qué orquesta famosa o con qué cantante de tangos de otras épocas te hubiese gustado tocar?
—Me hubiese gustado acompañar al Polaco Goyeneche o a Edmundo Rivero. Una vez acompañé al Negro Lavié.

—¿Te gustaría tocar para la presidenta?
—Sí, me gustaría. He tocado delante de algunas autoridades pero no para la presidenta.

—Nombrame tres bandonenistas que te hayan marcado.
—Néstor Marconi, Daniel Binelli y Astor Piazzolla.

—¿Te gusta la tonada cuyana?
—Sí, me gusta.

—¿Podrías ponerle arreglo de bandoneón a una tonada, o no da?
—Sí, se podría. Creo que quedaría muy bien. Quizá un folclorista tradicional me diría que no se puede, se negaría. Se puede hacer música clásica, cualquier música con bandoneón.

—¿Te gusta el tango electrónico?
—Sí, claro, me gusta.

—¿Pensaste en volver a Buenos Aires que de alguna manera es la capital mundial del tango?
—Mi viejo siempre me insiste que me vaya a Capital. Yo a veces me pregunto “¿qué hago acá?”. Pero por ahora no hay nada de eso.




NOTA PUBLICADA EL 17 DE FEBRERO DE 2012

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