VICTOR ECHEGARAY. El sanjuanino que no salió campeón mundial por bueno

Víctor Echegaray, el sanjuanino que en 1972 fue víctima de uno de los robos más grandes de la historia del boxeo, dice que no quería lastimar a los rivales. Y asegura que aún sufre dolores por los golpes bajos que recibió en esa pelea.

 -Usted es argentino. Yo soy de Hawaii. Le pido perdón por lo que pasó. No todos somos delicuentes.
Cuentan los argentinos que fueron a ver la pelea entre el sanjuanino Víctor Echegaray y el filipino Ben Villaflor, el 5 de septiembre de 1972 en Honolulu, que al otro día la gente los paraba en la calle para ofrecerles disculpas. Echegaray estaba derrumbado en el hotel. No por los golpes, sino porque el disgusto le había causado una indisposición hepática. No podía entender que le dieron empatada una pelea que había ganado sin problemas. El creía que era campeón liviano junior de la Asociación Mundial de Boxeo. El público también. Por eso abucheó al jurado y a Villaflor. Ya pasaron casi 28 años. Pero Echegaray no puede olvidarlo. -Fue un escándalo. Me había concentrado durante tres meses en la Escuela de Gendarmería. En el momento del fallo sentí una bronca tremenda. Pero después me di cuenta de que yo no supe ganar. A mí no me gustaba lastimar y no era sucio. Villaflor lo fue conmigo y yo no respondí. Ahora pago las consecuencias de los golpes bajos que me dio.

-¿Cómo?

-Sí. Cuando cambia el tiempo, me duelen los testículos. Y eso que pasaron casi 30 años. También me dio un golpe en el muslo por el que sufrí un tiempo largo.

 

-¿Por qué se hizo boxeador si no le gustaba lastimar?

-Siempre lo tomé como un oficio. Si me sabía superior al otro, no tenía que destrozarlo. Quizá me acostumbré al reglamento argentino. En Estados Unidos o México es más destructivo. Acá se protege al boxeador.

 

-Por eso hubo quienes lo tildaron de pecho frío.

-He recibido críticas duras. Yo actué de la manera más correcta posible. Fui campeón argentino y sudamericano durante 11 años. Me faltaba maldad. Pero estaba tranquilo con mi conciencia. A mis rivales les decía: "Que Dios nos ayude".

 

-¿A Villaflor se lo dijo?

-No. A él no le hizo falta la ayuda de Dios. Lo ayudaron los jurados (se ríe). Me acuerdo de que llegué a esa pelea con una alegría inmensa.

 

 -Después se le fue.

-Sí. Esa noche lloramos todos. Habíamos comprado comida y bebida para festejar. Teníamos una bronca... Tiramos toda la comida en la playa y nos sentamos. Me habían robado la pelea, un montón de plata y la posibilidad de haberle dado esa alegría a mi país y a mi provincia. Hubiera sido el primer campeón de San Juan. Después entendí. Detrás de un campeón del mundo vive un montón de gente. Tenían que man tener ese título para seguir viviendo. No pensaban que podía ganarle.

 

-¿Lo subestimaron?

-Sí. Después de la pelea, Villaflor echó a su técnico. Dijo que lo había engañado al decirle que yo no existía. "Nunca nadie me pegó tanto", dijo. Fue la mejor pelea de mi vida. Le di hasta en las muelas. Se aguantó un castigo terrible. Estoy seguro de que hoy no debe estar en sus cabales por los golpes de ese día. Cualquiera se hubiera caído. Pero él se la aguantó. No veía de un ojo y comenzó con las infracciones. Pobre Villaflor.

 

-Pobre pero fue campeón.

-Sí. Digo pobre por la paliza que le di. En realidad debería haber sido sucio con él. Lo que pasa es que no sabía cómo actuar ante esas situaciones. Por todas las que me hizo, a Villaflor le cabía al menos una. Tendría que haberle hecho la que saben todos los boxeadores, esa de ponerle el dedo en el ojo. Un dedazo y yo era campeón del mundo. En el quinto round, él tenía el ojo izquierdo completamente inflamado y no veía.

 

 -¿No sabía hacerlo o no quiso?

-No lo sabía. Es tarea del técnico enseñarte esas cosas. No debería decirlo pero yo a mis pupilos los preparo de esa manera. No para que sean sucios pero para que sepan cómo responder ante un tipo así. Ahora lo necesitan más que antes porque el boxeo está muy comercializado.

 

-¿Ahora son más sucios?

-Por supuesto. La macana es que un chanta de esos te puede embromar seriamente. Hay boxeadores que son muy dañinos. Leonard, después de pelear con Tommy Hearns, se tuvo que operar de la vista por un desprendimiento de retina. Le hizo la del dedo. Hagler le hizo lo mismo a Martillo Roldán porque se la veía fea. Hace un tiempo se estuvo hablando de hacer un guante nuevo, sin ese dedo, pero nunca lo vi. Así se podrían haber salvado los ojos de varios boxeadores.

 

-¿Su vida hubiese sido distinta con ese campeonato del mundo?

-Yo creo que sí. Teniendo dinero se pueden hacer muchas cosas. Yo no soy derrochón. Con los 10.000 pesos que gané por esa pelea me compré una propiedad en Buenos Aires. Es lo que me quedó. Esta casita, en la que vivo ahora, la estoy pagando con un crédito que me dio el gobierno. Si hubiera nacido en esta época, ganaría mucha más plata.

 

 -¿Podría pelear?

-Sí. La década del 70 y la del 80 fueron las mejores del boxeo argentino. Había muy buenos boxeadores. Hoy no hay. En parte, es culpa de los técnicos. Y también de los chicos, que no tienen deseos de entrenarse. El boxeo es sacrificado. Yo no paraba jamás. Me entrenaba de día y de noche. Ahora veo algunos que llegan al gimnasio y tiran el pucho en la puerta. Y otros que se pasan los fines de semana trasnochando. La juventud no es como antes. Quiere todo más fácil. Los boxeadores de ahora son muy vagos. Además, no están dispuestos al sacrificio. No tienen garra.

 

-¿Por qué?

-No sé si atribuírselo a los adelantos. En mi época apenas había televisor. Ahora con los videos y las computadoras la juventud prefiere estar sentada todo el día antes que ir a hacer deporte.

 

-De los boxeadores de hoy, ¿le gusta alguno?

-El nivel no es bueno. Escuché que La Mole Moli quiere pelear con Tyson. ¿Cuánto puede durar? No está ni para pelear con el campeón nacional de Estados Unidos. Es otro el nivel y otro el reglamento.

 

-¿Y La Hiena Barrios?

-Me gustan las agallas que tiene pero habla demasiado. Primero tendría que aprender un poco más de técnica. Es muy abierto para pelear. El tiene un tío, Oscar Barrios, con el que peleé dos veces por el título argentino. Oscar tenía una muy buena mano izquierda y una gran puntería. Además aguantaba. Yo voy a considerar a La Hiena como un buen campeón cuando pelee con un fuera de serie mexicano o norteamericano. A mí, pelear contra él, me hubiera venido de perillas.

 

-¿Contra La Hiena?

-Sí. Yo era contragolpeador. Barrios es abierto y busca la pelea. A mí esos boxeadores me facilitaban todo. Villaflor era así. Venía y venía. Y le pegué un baile de la gran siete.

 

 -¿Alguna vez tuvo miedo?

-No. Ni siquiera cuando subí quebrado al ring. Esto no lo sabe casi nadie. Una vez tenía que pelear en San Luis. Unas horas antes de viajar, me resbalé y me quebré un dedo de la mano. A Pradeiro, mi entrenador, se lo dije cuando llegamos allá. Perdí por puntos. Después de la pelea me tuvieron que operar.

 

-Entonces no era tan pecho frío.

-No. Me las aguantaba en serio. Sólo abandoné una pelea en mi vida. Fue la primera que hice en Buenos Aires. Era en el Luna y se transmitía por TV. Peleaba contra Hernán Salles, un correntino que era un perro de presa. No me lo podía sacar de encima. "Tirame la toalla porque me va a matar", le dije a Pradeiro.

 

-Si se cometiera una injusticia con un pupilo suyo, ¿qué haría?

-Me pongo a gritar como un loco. Pero creo que agotaríamos todos los recursos para que eso no suceda. Hay que evitar que la pelea llegue a un punto en el que tenga que dictaminar un jurado. En otro país, uno entra perdiendo. Hay que ganar por nocaut. Hay gente muy mala.

 

-¿Vio grandes robos?

-Aparte de mi pelea, vi otras muy raras. Las de Leonard con Hearns, por ejemplo. La segunda fue un escándalo. Me parece que Hearns fue a menos. Si pelea como sabe, lo saca rápidamente. Seguramente llegaron al final porque hubo mucha plata de por medio. Un día se lo pregunté a Brusa y coincidió conmigo. "Fue uno de los afanos más grandes de la historia", me dijo. En la actualidad hubo varias. De la Hoya no perdió con Trinidad. El lo aceptó y no protestó. Eso me hace creer que estaban preparando el negocio para la revancha. Seguro que va a haber una segunda pelea.

 

-Pese a todo, no se aleja del box.

-El deporte es mi vida. También soy pintor y trabajo de eso. Ahora, en la Unión Vecinal del Barrio Santo Domingo, tengo varios chicos con condiciones. A los 54 años sigo amando al boxeo. Y, aunque mi familia reniegue, voy a morir entre los guantes.

Fuente: Diario Olé


Víctor Echegaray homenajeado en La Ventana

 Fundación Bataller le ofrece el video donde Víctor Federico Echegaray fue homenajeado en el programa La Ventana, que conducen Juan Carlos Bataller y Juan Carlos Bataller Plana

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GALERIA MULTIMEDIA
1973-Víctor Echegaray en Tokio / El 19 de junio de 1973 el pugilista sanjuanino Víctor Echegaray disputó el título mundial liviano junior con el japonés Kuniaki Shibata, en el Nihon University Auditorium, en Tokio, Japón. Víctor perdió la pelea por decisión unánime y las tarjetas indicaron: el referí Yusaku Yoshida (73-70) y los jueces Ken Morita (72-68) y Takeo Ugo (72-71). (Foto proporcionada por Víctor Federico Echegaray)
1973 - Víctor Federico Echegaray en Tokio / En esta foto de 1973, en Tokio, aparece al centro Víctor Federico Echegaray; a su izquierda Juan Carlos Pradeiro y a la derecha Tito Lecture. Echegaray fue a pelear por el título mundial de la categoría Liviano Junior (hasta 59 kilos) con el japonés Kuniaki Shibata el 19 de junio. El sanjuanino perdió por puntos. La primera pelea de Echegaray, nacido el 16 de septiembre de 1945, fue a los 14 años, en Pocito, frente a Víctor Hugo Millán. Pepe Martín fue quien lo guió en los primeros pasos, para luego ser Juan Carlos Pradeiro su preparador. En 1971 ganó el título argentino de la categoría, imponiéndose por nockaut en el tercer round al mendocino Juan Domingo Corradi y en 1972 se enfrentó con Ben Villafor, en Honolulu, por el título del mundo. En ese combate ganó por puntos, pero los jurados dieron empate, perdiendo la posibilidad de ser campeón. Su última pelea fue en 1982. Luego del retiro siguió ligado al boxeo preparando púgiles en el Club Julio Mocoroa y en la sede del Barrio Santo Domingo.
1971 - Víctor Echegaray campeón argentino / Esta foto fue tomada el 17 de abril de 1971, durante el encuentro en el que Víctor Federico Echegaray venció por KO a Juan Domingo Corradi, en el Luna Park. El árbitro del encuentro fue Patricio Nuñez. La pelea era por el título argentino de la categoría Peso Liviano Juniors. (Foto y datos proporcionados por Víctor Federico Echegaray)
1971 - Galíndez y Echegaray entrenan juntos / En 1971, el boxeador sanjuanino Víctor Federico Echegaray viajó a Buenos Aires a disputar una pelea en el Luna Park .Allí se entrena en el gimnasio del palacio de los deportes junto a un ídolo del boxeo nacional: Víctor Galíndez. A lo largo de su carrera, Galíndez participó en 14 peleas de campeonato mundial, 12 victorias y dos derrotas, con un total de 55 triunfos (34 K.O.), 9 derrotas y 2 empates. Luego de su retiro intentó competir en el Turismo Carretera. Falleció en 1980 cuando regresaba a boxes caminando, atropellado por un vehículo sin control. (Foto proporcionada por la familia Echegaray)
José Luis Carbajal junto a figuras del boxeo sanjuanino que ganaron importantes campeonatos. De izquierda a derecha: Raúl Bernardín (campeón argentino y sudamericano), Federico Guerra, los hermanos Rodolfo y Julio Catalini y Víctor Echegaray (campeón argentino y sudamericano, disputó dos veces el título mundial). (Foto y datos José Luis Carbajal)
El jueves 20 de abril de 2017, La Ventana ofreció su habitual homenaje a un grande del boxeo: Víctor Federico Echegaray El diploma entregado dice: “HOMENAJE Porque fue el pugilista más exitoso que surgiera en la provincia. Porque peleó dos veces por el título mundial y aunque fuera despojado por los jurados para todos es el Gran Campeón sin corona. Por su trabajo social y deportivo con jóvenes luego de retirarse como pugilista profesional. Porque honrró el deporte con su don de gente, su caballerosidad y su espíritu deportivo. La Ventana rinde su homenaje a: Víctor Federico Echegaray