El subsidio que no fue

 Bartolomé Mitre integró en su gabinete nacional a figuras de sólido prestigio.
Entre los designados hubo un sanjuanino que ocupó la cartera de Interior.
Para que el lector advierta la importancia de los hombres que compartieron ese reducido gabinete de cinco ministros basta señalar que a cargo de las relaciones exteriores estuvo Rufino de Elizalde y en Hacienda se desempeñó Dalmacio Velez Sarsfield, considerado el padre del Código Civil. Juan Andrés Gelly y Obes estuvo en el ministerio de Guerra y Eduardo Costa en Justicia, Instrucción Pública y Culto.

Pero volvamos al sanjuanino. Ese hombre fue el doctor Guillermo Rawson, prestigioso médico y afamado parlamentario.
Digamos que ese cargo se le ofreció más tarde a Sarmiento pero no lo aceptó pues prefirió continuar como embajador en Washington, donde se desempeñaba.
Esta anécdota figura en los libros de historia.
Guillermo Rawson se enteró que a su hermano, el afamado pintor Franklin Rawson, le había sido acordado un subsidio de la presidencia de la Nación para perfeccionarse en sus aptitudes artísticas.

El 4 de febrero de 1.863 Rawson envió una carta al presidente en la que, en su parte saliente le expresaba:
—Le ruego deje sin efecto el subsidio. Esa generosa protección vendría a recaer en el hermano de un ministro. Le suplico, no me confunda con sus bondades.
Sin duda, eran otros tiempos y otros hombres.

Extraída del libro “El lado humano del poder, anécdotas de la política sanjuanina”, de Juan Carlos Bataller, publicado en marzo de 2006

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Guillermo Rawson.
Guillermo Rawson.