Cuando se produjo el violento terremoto en nuestra provincia, el 15 de enero de 1944, que tuvo un luctuoso saldo de aproximadamente 10.000 muertes, la línea Férrea que unía Mendoza con Santiago de Chile estaba cerrada por falta de mantenimiento.
Los chilenos recurrieron al avión para mostrar su ayuda solidaria. Los aviones de la época no tenían cabinas presurizadas, por lo que sus tripulantes debían usar equipos de abrigo pesados. La capacidad de carga era de 2.500 kilogramos en cada avión. Para cruzar la Cordillera de Los Andes, había que superar los 5.000 metros de altura, buscando las partes más bajas.
La escala en El Plumerillo, Mendoza era obligatoria. Después partían hacia San Juan y se aterrizaba en el Aeródromo de Pocito, que en aquella época era de tierra en una pista de 500 metros de longitud. Allí aterrizó la primera aeronave chilena el 16 de enero y todos los días arribaba un avión con ayuda chilena y argentina.
El 20 de enero, luego de reaprovisionarse, partió una máquina de El Plumerillo y a los 400 metros de altura entró en tirabuzón, produciéndose una explosión seguida de incendio, donde murieron los 12 ocupantes de la máquina.
Sus nombres están plasmados en la placa a inaugurarse mañana y se trata del piloto, capitán Eduardo Lazo (chileno); el médico sanitarista Dr. Hugo Bardiani (de Buenos Aires); las enfermeras Angela Medina y María J. Guiglione, ambas de Buenos Aires; y el mecánico Francisco Mella (chileno).
Existen cinco barrios con el nombre de cada una de estas personas. También murieron el copiloto teniente Eduardo Bischoffshauer (chileno); Alberto Cumpido (chileno), portador de remedios; el médico sanitarista Ernesto Vicente López (Buenos Aires); las enfermeras Blanca Clermont y Argentina Zárate y el soldado conscripto Fernando Fernández, todos de Córdoba y el enfermero mendocino Eduardo Caicedo.
Fuente: Diario de Cuyo
Ver artículo: Dos mujeres solidarias en la historia de San Juan