La tragedia de 1.944, con sus diez mil muertos opacó todo otro terremoto.
Pero el sismo de 1894 –ocurrido exactamente medio siglo antes- marcó profundamente a los sanjuaninos.
Ocurre que se sintió hasta en los más remotos rincones de la provincia.
Hasta en localidades como Caucete, Valle Fértil e Iglesia vieron caer las tapias de sus potreros.
Se abrieron grietas en la tierra, surgió agua subterránea en Albardón y Angaco, unas sulfatosas otras azufradas, y en Alto de Sierra resultó afectado el primer puente carretero de hierro sobre el río, inaugurado el año anterior.
Todo sucedió en la tarde del sábado 27 de octubre de 1.894, a las 4,25 de la tarde.
El epicentro se fijó en Santa Rita, territorio de La Rioja situado a 25 kilómetros de Catuna, con polos extremos en Santa Rosa (Mendoza) y Pitambola (Santiago del Estero), distantes 647 kilómetros entre sí. En la escala de Forel y Rossi que consta de diez grados en orden decreciente, usada en aquel tiempo, fundada en los efectos producidos en el hombre y en los edificios, le correspondió el grado 7,5.
Por la violencia del sismo del 94, la ciudad de San Juan experimentó considerables perjuicios materiales, aunque no tantos como pudo suceder dada la mala calidad de la construcción. Contribuyeron a atenuar los efectos de la catástrofe varios factores: corresponder ese verdadero meteoro de la tierra a un movimiento sísmico ondulatorio
en sentido solamente horizontal, que de alternar con sacudones verticales o durar más de un minuto, la ciudad entera se hubiera desplomado; y ocurrir un día sábado a la tarde, hora de descanso de la población, sin aglomeración en locales públicos aunque funcionaban las escuelas.
Sólo hubo diez muertos (nueve nacionales y un extranjero, francés) en la Capital, mientras que en la provincia alcanzaron en total a veinte (dos en Santa Lucía, una en Desamparados y otra en Angaco Norte, dos en Angaco Sur y cuatro en Albardón, sin computar quince heridos).
En la edificación los daños fueron importantes, sin características de catástrofe. De las casas se desprendieron las cornisas, parapetos, molduras y revoques; en algunos puntos céntricos de la ciudad los escombros cubrieron el paso de la calle (Laprida esquina Tucumán). Más afectados quedaron los edificios públicos. La Casa de Gobierno inaugurada sólo diez años antes, en ocasión de la última visita de Sarmiento, experimentó la destrucción casi completa de la planta alta que obligaría a rehacerla. En la Catedral, construcción de mayor solidez y categoría arquitectónica en la población, resultó afectada la torre del costado izquierdo, desprendiéndose sus azulejos y techumbre, y apareció una grieta en el primer arco de su bóveda central. Los viejos templos de La Merced, San Agustín y Santo Domingo (incluso Santo Domingo nuevo, en construcción) quedaron dañados; la capilla de Dolores y la iglesia de San Pantaleón, igual que el Cuartel y Cárcel pública, el Mercado y el teatro Los Andes, destruidos.
Deteriorada la Casa de Gobierno, los asuntos de Estado fueron atendidos desde la Plaza 25 de Mayo. El gobernador Domingo Morón impartió las órdenes más urgentes: búsqueda y rescate de víctimas y heridos, suministro de vituallas y abrigo, remoción de escombros en la calle para despejar el tránsito, prevención de epidemias con medidas
sanitarias, ubicación de testigos a fin de acreditar los hechos y evitar confusiones, estudios técnicos y posibilidad del traslado de la ciudad de San Juan. Además, solicitar ayuda del Gobierno nacional.
Fuentes:
-- Historia de San Juan – Horacio Videla – Tomo VI
-- Las fotos fueron proporcionadas por Carlos Cerimedo
Ver también:
-- El Terremoto Argentino de 1894: Fenómenos de Licuefacción asociados a Sismos
-- Entre dos terremotos