Poema

 Autor: Antonio de la Torre

Junto al camino una acequia
raptada al sauce dormido
y al álamo quijotesco
enfermo de sol y trinos.

Cerca una casa, paloma
suspendida sobre el friso
del paisaje, desde donde
al amanecer partimos.

Alegres trinos trinaban
los pájaros del camino,
haciendo coro a la acequia,
y la acequia coro al río.

Yo sin saber qué decirte
¿para qué romper el ritmo?
Te acaricié la cadera
dormida sobre el instinto.

-Despertóse una calandria
del valle claro y henchido-.

Te acerqué a la acequia. Ibas
con dulzura de racimo,
tan dócil como las nubes
en noches de plenilunio.

Metí la mano en el agua
sobresaltada de frío,
y doblando tu cabeza,
magnífica de delirios,
te dí a beber en mi mano
agua de aquel Jordancito.

Tu boca dejó en mi palma,
al agotárseme el líquido,
un beso breve: asombrado
corazón de lo imprevisto.

Después... los sauces supieron
por qué se llenan de nidos,
por qué cantan las calandrias,
y maduran los racimos.

Y por qué la acequia a veces,
se desborda en los caminos,
divagando por la gleba
con su voz de musgo y limo.

Y por qué el viento nos trae
remoto anhelo de un hijo...

Fuente: antoniodelatorre.com.ar

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Poema. Autor Antonio de la Torre