Vicente Genovese: "Quise traer toda mi obra para que fuera patrimonio sanjuanino pero está esperando en México"

Activo, ágil, viajero, trabajador y longevo. A sus 97 años, el pintor sanjuanino Vicente Genovese, radicado en México desde hace más de 50 años, vuelve a su San Juan para exponer sus obras y rememorar su vida, con sus idas, vueltas, sinsabores, alegrías y con proyectos a futuro, demostrando que se encuentra más vigente que nunca.

-¿Dónde comienza su historia?

-Mi historia nació acá en San Juan y, por lógica, me gustaba dibujar como a todos los niños, nada más que lo mío fue un toque más curioso. Yo no sabía dibujar, a lo mejor suene para risa esto, en el colegio había un chico que dibujaba y todas las chicas iban a verlo en el descanso. Entonces yo lo miraba, movía la cabeza y no sabía dibujar, ya

tendría catorce o quince años.

 

-No me diga, no le creo…

-Entonces agarro un día un papel y me pongo a dibujar un monito, y ya me puse a dibujar monitos a ver si salía algo de Patoruzú. A medida que practicaba y me salían uno o dos dibujitos ya me sentaba siempre en el descanso a dibujar. Por ahí me salía alguna cosa bien y otra no. Dibuje y después conocí a otros pintores, a un caricaturista que falleció hace tiempo, Saavedra, y después ya estudié dibujo.

 

-¿Entonces su contacto con la pintura empieza en edad escolar?

-Más o menos en la edad de 15 o 16 años. Después conocí a Alberto Paredes y también Pedro Parada, que era chileno. Empecé a juntarme seguido a dibujar con ellos.

 

-¿En ese momento descubrió que quería que la pintura fuera parte de su vida definitivamente?

-Al llegar a ese extremo no, sino como ambición. Esa alegría que me daba dibujar seguía adelante y después vinieron, no digamos beneficios, sino conocimientos de uno mismo.

 

-¿Y tuvieron éxito esos primeros dibujos en su escuelita con sus compañeros?

-Sí, claro. Ya había aprendido a dibujar, así que después comencé a trabajar.

 

- ¿Tuvo apoyo familiar para seguir una carrera en el mundo del arte?

-Creo que en la mayoría de los casos cuando un hijo quiere estudiar canto u otra carrera que los padres creen que no es beneficiosa, no lo apoyan, pero no de mala gana, sino que el padre siempre quiere el beneficio del hijo. Pero… las vueltas de la vida van cambiando en muchos aspectos, entonces afloran otras cosas que no están previstas en los seres humanos.

 

-¿Usted entiende hoy lo que le quisieron decir sus padres?

-Perfectamente, estoy muy de acuerdo. Mi madre sí quería que pintara y también estoy muy de acuerdo con mi padre y lo felicito, tenía toda la razón del mundo.

 

-¿Fue algo dividido?

-Sí, claro.

 

-¿Fue difícil para usted hacerle caso a su madre, que quería que pintara y no escuchar a su padre, que le recomendaba otra cosa?

-No, me di cuenta con satisfacción que tenía razón mi padre, tenía toda la razón del mundo. Al pasar el tiempo dejé de estudiar y me dediqué a la pintura.

 

-¿Estudió pintura apenas terminó la escuela?

-Sí, después de que terminé la escuela me dedique a pintar y estudiar sobre el tema.

 

-¿Quiénes fueron los principales pintores que influenciaron su trabajo?

-Siempre uno a tenia a Van Gogh, Cézanne y otros pintores franceses.

 

-¿En qué año aproximadamente comienza la pintura?

-Año 1938, 1939…

 

-¿Por qué decide ir a estudiar a México?

-Yo fui uno de los creadores de la Escuela de Arte y, con todo respeto, no menciono a ningún amigo, a nadie. Ese grupo de amigos me sacó de allí, diciendo que yo no sabía nada de pintura y otras acusaciones al respecto. Eso ya me dio un poco de rabia y otro amigo me dice “Petiso, los curas van abrir una escuela de abogacía, ¿por qué no nos inscribimos?”, y le dije que no, que me iba a México a terminar de estudiar. Después le dije a mi familia y partí.

 

-Estamos hablando de la década del ’60.

-Sí, del ’60 y ese fue el motivo por el cual me fui a estudiar.

 

-¿Y por qué México? ¿Por qué no Uruguay o Chile?

-Porque me gustó, sin saber la enseñanza tan profunda de México, además había grandes pintores como Diego Rivera, Clemente Orozco, Siqueiros…


-Era una época importante en la pintura mexicana

-Definitivamente. Fui y un director de la escuela me dio una carta para el maestro Vito Reyes, un pedagogo psicólogo extraordinario que ya falleció. Entonces él me dio una beca sin conocerme para la escuela de pintura y escultura “La esmeralda”. Mi llegada a México fue igual que cuando yo llego a San Juan, y eso que nadie me conocía.

 

-Había que empezar de cero completamente.

-No, empecé de arriba como si todos me conocieran, como si fuera su amigo. Fui a la escuela, me inscribí y todo. A los tres días un ingeniero que iba a practicar pintura me conoció y me invito a su casa. Llegué bien a México, sin ninguna contra.

 

-Se sintió como en casa

-Sí, casi lo mismo que acá. Todos me apreciaban mucho, a lo mejor era por ser mayor de edad que todos me ofrecían su casa.

 

-¿Usted tenía entre 40 y 50 años?

-Sí. Una vez que terminé de estudiar me dieron mi título, que en aquella época era de Profesor en Artes Plásticas y la maestría se llamaba Técnica de la Enseñanza. Entonces vengo a San Juan a trabajar y me dejan cesante de las cosas que daba. Voy a pedir clases otra vez y me dicen que es imposible porque excedí la edad.

 

-¿Usted está diciendo que por su edad no lo dejaron trabajar acá, en San Juan?

-A los 53 años no me dieron trabajo porque me había excedido de la edad. Encima yo había estudiado todas las técnicas de la pintura, estudié escultura, me sacrifiqué con el estudio de grabado para enseñarlo acá, pintura al fresco, todo eso. Cuando vengo…me dejan en la calle, fuera de órbita.

 

-Qué triste. ¿Fue difícil la partida a México, dejar a San Juan, familia y amigos?

-Yo siempre estuve con las ideas de terminar mis estudios, de profundizarme más en la materia y si, un poco difícil es, no es decir “me voy a la Plaza 25 de Mayo y vuelvo”, pero lo hice con el afán de venir a enseñar todo lo que había aprendido.

 

-Con más de 50 años de experiencia viviendo en el exterior, ¿cree que es más fácil la vida del artista que vive afuera o del que está aquí en San Juan? porque como dice usted, a los 50 años no lo dejaron trabajar por considerarlo mayor.

-Honestamente…bueno, vuelvo a México y me andaban buscando. “Maestro Genovese, ¿Qué pasó? Tiene que dar clase en una secundaria”. Me habían nombrado y yo ni sabía. Llego a México en el año ’70 y me dicen que para quedarme tenía que tener un contrato. Voy a la Secretaria de Educación Pública y ahí nomás me dieron 16 horas de clases. Di clases, presenté mi documentación a la universidad, fui parte de la comisión directiva, pensioné a la edad de los 85 años y de allí en más, trabajé tranquilamente.

 

-Vicente, usted se dedica al paisajismo, figura humanas y demás ¿Cuál cree que es su fuerte en la pintura?

-De acuerdo a la obra que tengo en México, si usted ve, hay composiciones con figuras humanas, desnudos, otros temas con figuras y paisajes. Como yo ya he dominado todas las facetas de la pintura, no tengo ningún problema en ponerme a pintar hasta animales.

 

-¿Tiene algún estilo favorito? ¿Qué es lo que más le gusta pintar?

-Lo que más me gusta pintar son las figuras humanas, desnudos y paisajes.

 

-¿Dónde cree que nace esa elección?

- Esa pregunta es difícil. Yo siempre sostuve algo y espero que no interpreten mal los pintores, pero pienso que es una evolución mental. Cada ser humano tiene una evolución mental y yo tuve la valentía de desarrollarla. Como a mi obra no la hago para la venta, he pintado lo que he querido pintar, como una serie de dibujos de una exposición que he titulado “Transfiguración psicológica del ser humano”. En México tengo una serie de 10 cuadros grandes de un metro y medio por un metro de rostros con cierto estado físico – psíquico mental del individuo en ciertos momentos. Son 10 cuadros que tengo y escribí sobre psicología de eso, también tengo pinturas sobre temas taurinos hechos en un sentido psicológico. No me limito a ciertos campos para pintar.

 

-¿Estudió psicología?

-Sí, no soy psicólogo pero profundizo mucho en el ser humano

 

-¿Ese estudio lo ayudó a profundizar en la pintura?

-Sí, justamente, la mente se va ampliando. Si usted me pone dos o tres figuras para hacer una composición, ya sea desnuda o vestida, yo preparo la composición, empiezo a dibujarlo y se acabó. Todas mis pinturas las he hecho de esa forma.

 

-¿Considera que existió una edad de oro en la pintura de San Juan? Porque usted es contemporáneo a pintores como Julián Tornambé, Alberto Bruzzone y Paredes.

 -Es difícil responder. Cuando nosotros nos iniciamos, que fuimos los primeros, había otros pintores acá que habían venido de Buenos Aires pero ya se habían ido. Prácticamente fuimos nosotros los primeros en iniciarnos, recuerdo a Julián Tornambé, Miguel Ángel Tornambé, Ibáñez y Dávoli. Había arquitectos también, pero supongo que en pintura fuimos pioneros


-¿Cree que ellos constituyen una época que fue diferente, de influencia para pintores que siguieron después?

-No lo sé, habría que preguntarle a los pintores que vivieron en los años siguientes.

 

-¿Cree que la asociación “Refugio”, que nucleaba a artistas de San Juan y apareció por esa época, ayudó a que se conociera la obra de estos artistas?.

- Definitivamente. Yo fui uno de los creadores de “Refugio”. Ahí teníamos lugar para exponer, criticar y debatir.

 

-¿Cómo ve a los artistas de hoy? Por ejemplo, un referente es Mario Pérez, que tiene reconocimiento a nivel nacional e internacional.

-Como casi no conozco sus obras no puedo hablar. Si son tan reconocidos, mi respeto hacia todos ellos. Yo a todos los pintores los respeto, no hago críticas a nadie, cada uno pinta de acuerdo a su criterio o de acuerdo su formación, su forma de ser y de interpretar.

 

-Vicente, usted tiene más de 50 muestras internacionales; ha expuesto en Argentina, Chile, Estados Unidos, Italia, Israel, México. ¿Hay algún otro lugar donde le gustaría exponer?

-¿En este momento? No sé.

 

-¿Quizás Paris? Que es una plaza muy asociada a la pintura.

-Uno tiene deseos, pero es tan difícil… si no tengo dinero, ¿cómo voy a ir a Paris? Si tengo que llevar toda mi obra a Paris ,¿sabe lo que me cuesta? La idea mía era traer toda mi obra que tengo en México a San Juan para sea patrimonio sanjuanino. ¿Sabe lo que me va a costar si la traigo por mis propios medios? Allí está todo en México. Son más de 500 obras inéditas, no están expuestas. También entregué 200 fotos a la directora de un museo aquí y no sé qué habrá pasado con eso.

 

-Además de pintar, ha escrito varios libros.

-Sí, uno me lo publicó la Universidad.

 

-¿Cómo nace ese amor por la escritura?

-Nació en México. Posiblemente facilitaron ese amor el ambiente y la convivencia con los alumnos, porque yo he tenido bastantes alumnos. Daba 40 horas de clase en la universidad, mañana y tarde, y 16 horas en una secundaria. Escribí sobre arte y también un libro de cuentos.

 

-Al día de hoy, ¿continúa pintando y escribiendo?

-Escribiendo no, pero pintando sí.

 

-¿Expone esas pinturas?

-Es que en Cuernavaca, el pueblo donde vivo, no hay donde exponer, y exponer me sale en pesos mexicanos arriba de 10.000. Aparte de eso, en la venta de cuadros las galerías tienen un porcentaje del 30-40%, entonces quedamos en la misma.

 

-¿Cree que su vida y su carrera habrían sido muy distintas si usted se hubiera quedado en San Juan?

-Si yo me hubiera quedado en San Juan ya estaría en el cementerio, que lo escuchen todos los sanjuaninos.

 

-¿Por qué cree eso?

-Porque aquí, al no darme trabajo, mi mente quedo casi anulada en la pintura. Cuando hice cosas con amor a mi provincia, con el amor de venir a enseñarlo acá y me cerraron la puerta en la cara, ¿qué hace uno? Se casaron mis hijas e inmediatamente me fui para México. Llegué allá con 50 años y fui coordinador de dos materias, premio académico mexicano, entre 11 participantes el único argentino era yo y el resto mexicanos y me publicó un libro la universidad.

 

-¿Qué sintió al vivir ese rechazo?

-Acá no le importaba a nadie, me sentí ignorado en San Juan, que Dios los perdone a todos. Me hubiese convenido enseñar acá y le digo la pura verdad, yo ni pensaba trabajar en México cuando me fui a estudiar allá. Tampoco estuvo en mi mente que me iban a dar trabajo tan rápido, pero después analizo mi título mexicano y México respeta a todo aquel que tiene su título universitario.

 

-¿Cree que le queda algo por hacer o por pintar en su vida?

-Tengo cosas en mente. Cuando vuelva a México empezaré a trabajar. Allá me están esperando 9 telas preparadas.

 

-¿Cómo elije lo que pinta? ¿Lo elije usted o es algo que se le viene a la mente?

- Por ejemplo, hago paisajes a acuarela y tomo algunos apuntes. Cuando tengo apuntes sobre algo empiezo a trabajar, o sea que no lo preparo, a veces me surge.

 

-¿Hay algo de lo que se arrepienta en su vida?

-¿De qué se puede arrepentir uno? No me arrepiento de nada, no he hecho daño a nadie, al contrario, tengo todo perfectamente bien.

 

-¿Cuál cree que es el legado que deja a través de la pintura, que va a seguir, cuando nosotros no estemos?

-Posiblemente alguno de los temas que quiera seguir alguien, como la “transfiguración psicológica”, o quizás alguien hace una cosa similar con estos monstruos que tenemos dentro de la mente que están proyectados. Se pueden inspirar en paisajes e interpretar a la naturaleza en movimiento, luces, sombras o desnudos.

 

-¿Le causaría alegría que alguien se sintiera atraído e inspirado por sus pinturas?

-Nunca pensé eso. Yo pinto y ahí están las obras. De mi boca nunca sale nada con exceso de orgullo. Además, a nadie le digo que soy pintor, nadie sabe.

 

 

El terremoto y la pintura

 

-¿Estaba usted en San Juan cuando ocurrió el terremoto?

-Sí, me agarró en la calle.

 

-¿Qué me puede contar de ese día fatídico?

-Ese día fatídico… muchas veces dicen que el ser humano tiene suerte o hay indicaciones que uno no puede saber. Ese día iba ir a ver a la que es hoy mi esposa, entonces me dice mi tío “¿Adónde vas, Vicente?”, le respondo “Voy  a la casa de una señorita”. Me dice mi tío “¿Porque no esperás para que me lleves una carta al correo?”. Cuando salgo de la casa, me encuentro con un amigo, Cacho, que me pregunta adónde voy y me acompaña al correo. Esa demora, una cosa increíble… por eso digo que uno nunca sabe cuándo muere. Esa demora nos llevó hasta la calle Rivadavia, llegó el terremoto, nos pusimos en el medio de la calle y ni una piedra nos cayó encima.

 

-Realmente increíble, cómo la vida lo lleva a uno al lugar y al momento indicado.- -Un señor que estaba en una fiambrería salió corriendo y otras personas también. Cuando terminó todo el movimiento caminamos por calle La Rioja, estaba todo lleno de tierra y escombros. Yo llegué a mi casa y no había pasado nada y todo quedó de pie. Pienso cuándo uno tiene que morir, porque si yo hubiera ido más rápido, el terremoto me agarra dentro del correo, que cayó. Mi amigo me decía lo mismo, “Petiso nos salvamos”.

 

-¿Cree que el terremoto del ‘44 influenció de alguna forma en los artistas de la época y a usted a la hora de pintar? Porque, definitivamente, marcó un antes y un después en la provincia.

-Posiblemente. El que tuvo tiempo de pintar sobre el hecho, pintó. Santiago Paredes pinto bastantes cosas, yo también, pero como trabajaba en Vialidad tuve que cumplir con mis obligaciones también.

 

-¿Evaluó irse de la provincia ante tanta destrucción?

-No, bajo ningún punto de vista. 

 

-¿Siempre pensó en quedarse en San Juan?

-Sí, pero después pasaron cosas que hicieron que me fuera. 

 

NOTA PUBLICADA EN EL NUEVO DIARIO EL 28 DE OCTUBRE DE 2016

GALERIA MULTIMEDIA
Una de las obras en carbonilla que conforman la serie “transfiguración psicológica del ser humano” de Vicente Genovese
VICENTE GENOVESE