El cadáver vejado

 Nazario Benavides fue asesinado, estando preso y engrillado en el cabildo de San Juan, el 23 de octubre de 1.858.
Reconocido como “el caudillo manso”, siempre indulgente, magnánimo y generoso, fue increíble la forma como actuaron sus asesinos.
Tras ser muerto, el cuerpo del general fue arrojado a un patio continuo desde la habitación donde fue ultimado.

Pero eso no fue todo. Un caballero de la sociedad sanjuanina —según Horacio Videla se trató de Juan Crisóstomo Quiroga— llegó acompañado por su hermana, Isidora Quiroga Garramuño, luego señora de Salas.
Al parecer, según una versión, Benavides había hecho azotar una vez a la dama “por murmuradora”.

El caso es que los Quiroga vejaron el cadáver.
El gobierno de turno, por su parte, no sólo permitió la vejación sino que nada hizo al respecto, entregando recién el cuerpo del caudillo manso a su esposa al día siguiente.

Extraída del libro “El lado humano del poder, anécdotas de la política sanjuanina”, de Juan Carlos Bataller, publicado en marzo de 2006

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Nazario Benavides