Rolando José Carreón: El último sombrerero

-Usted debe ser el primero y el último sombrerero
-Yo diría que el ultimo tal vez. Aunque en una de esas alguien continúa o se pone de moda de nuevo y competimos mas con los chicos.

-¿Usted se crió en San Juan?
-Sí, yo nací en San Juan en el departamento Santa Lucia, a una cuadra del frigorífico San Juan en aquel momento y que  sigue siendo para nosotros el frigorífico.

-¿A qué escuela fue?
-Hice la escuela primaria en la Escuela Superior Sarmiento, la escuela secundaria en el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera y después inicie estudios de Administración de Empresas, carrera que no terminé.

-Y terminó haciendo sombreros…
-Parte de mi vida me dediqué también a la docencia, después fui bancario y al momento de las decisiones, decidí continuar con el negocio.

-¿Su padre era sombrerero?
-Efectivamente. Hablando con mi padre me dijo que no era un negocio rentable, “no vas a ser rico porque aquí hay que trabajar honestamente” Esa fue la realidad y la acepte. 

Yo desde los 12 años ya me sentaba en la máquina a coser gorras que era lo que se empezó a fabricar en el año 1968.

-Hábleme de sus padres.
-Mi papá, José Carreón, nació en Granada, España, el 5 de marzo de 1911 y vino a la Argentina junto con su padre Joaquín Carreón, su madre María Jesús Perea, su hermana Josefa que es mayor y su hermano Raimundo, mayor que él también y una hermana que nació en la Argentina, en San Rafael, Mendoza. Ellos vinieron con la corriente inmigratoria, después fueron a Buenos Aires y de Buenos Aires se instalaron en San Rafael, en la provincia de Mendoza.

-¿Qué hacían?
-Eran agricultores hasta que, durante tres años, no cosecharon nada, entonces estaban en una situación económica difícil. Mi papá le dijo a su padre “yo el campo lo abandono, no vale la pena trabajar tanto por nada además, quiero leer,  quiero juntarme con otro tipo de gente”. Y fue así como aprendió el oficio con el maestro Telles, otro español que tenía una sombrerería. En aquella época se usaba firmar un contrato por el cual el maestro le enseñaba al alumno y se certificaba en la escribanía por un peso determinado. También era válido para el sastre y los tintoreros.

-¿Y después el alumno se abría por su cuenta?
-Claro, el maestro se encargaba de parte de la educación y de enseñarle y darle el certificado, cuando creía que estaba en condiciones de defenderse. Es decir que dentro de ese contrato estaba estipulado que mi papá no se podía instalar en el departamento de San Rafael. Tuvo que hacerlo en General Alvear y ahí instalo su primer taller de sombreros.

-¿Qué hace falta para instalar un taller de sombreros?
- Primero el conocimiento del oficio y después mucha habilidad manual y las herramientas necesarias.

-¿Se hace en base a una horma o se hace de memoria?
-El sombrero de fieltro, que es el que estamos hablando, se hace a partir un sombrero desarmado el cual se coloca en una horma con vapor y plancha, y uno lo va adhiriendo a la horma. Uno elige la horma, si la quiere con la copa más llena o qué modelo de sombrero va a realizar y sobre todo la medida. Ahí empieza todo un proceso, se toma la distancia que uno quiere de ala, se corta, se busca una matriz para planchar esa ala y bueno se cosen los accesorios o las guarniciones como se le llama en la jerga, lo que sería la cinta y el forro.

-¿Qué recuerdos tiene de su madre?
- Excelente, sin palabras, fue una señora que me marcó en la vida, su hacer y su empeño en el trabajo. Yo, 23 años de mi vida cuide a mis padres, 3 años y medio estuvo mi padre en cama con Parkinson y después 16 años con disminución visual progresiva de mi madre hasta llegar a visión nula.

-¿Cómo era ese matrimonio?
- Yo en mi casa nunca escuche discusión. Lo que la madre decía, se hacía y lo que el padre decía, se hacía. Y junto con mi hermana colaboramos siempre en la actividad del comercio. Hasta el día que falleció mi madre se sentó en la cama, se pintó y se arregló y ella sabía que se iba a morir. Ejemplo de vida, de empeño de sobreponerse a la adversidad. Después del terremoto del 44, del 77, del primer hijo fallecido, del negocio incendiado, ejemplo de vida.

-¿Cambiaron los tiempos?
-Sí. Mi papá siempre me mandaba a acomodar las cajas y los sombreros. Un día yo le pregunté por qué me mandaba siempre a acomodar. “Si querés colaborar, hacé eso”. Y un día le digo por qué no lo hacés vos, entonces me dijo “yo nunca fui cadete”. ¡Una respuesta tan simple! Y no podía decirle absolutamente nada. Después me di cuenta por qué me mandaba hacer esas cosas. Era parte del conocimiento del oficio. Si uno limpia una horma por más que esté limpia de la tierra que tenemos en San Juan, uno la mira y le conoce el numerito, y la formita y si tiene una raya más o tiene una raya menos sabe si es más o menos usada.

-Si se dedicó tantos años a cuidar a sus padres, no habrá tiempo para formar su familia, para enamorarse, para que ir a fiestas, para hacer amigos.
-Eso hubo en algún momento de la vida. Y también aprendí quienes fueron mis amigos, los que me acompañaron durante toda esa época y los que solamente eran amigos de las cenas y de las fiestas.

-¿Se casó alguna vez?
- No.

-¿Mejor solo?
- No sé. No es bueno que un hombre esté solo dice la biblia. Justo al lado de mi negocio vivía un sastre muy famoso en San Juan, Olmos, ya fallecido hace muchos años, que decía siempre es bueno tirar en yunta, se hace más fácil la carga pero bueno. Estamos a tiempo todavía.

-¿Uso sombrero alguna vez?
-Sí, generalmente uso la gorra porque yo tengo siempre la idea de que una persona debe usar una gorra, una cosa más simple para ponerse en la cabeza antes del sombrero, porque debe acostumbrarse a llevarla, a tener algo puesto, a verse algo distinto. Si usted de entrada se pone un sombrero va a ver que es muy alto, muy grande, que no se encuentra, que se sube al auto y la cabeza le choca.

-Yo creo que lo peor es la mirada de los otros… Es como que hay generaciones que se burlan si uno usa sombrero
-Sí, la persona que usa sombrero tiene la personalidad muy definida, sabe lo que quiere y no le interesa lo que la gente le diga. Un señor que vino recién pidió marca y medida, pagó y se lo llevó. Es decir, eso de voy a ver cómo me queda, qué me dirá mi esposa, no va. El sombrero es personal, la persona que usa sombrero sabe lo que quiere.

-El último gobernador que vi con sombrero fue don Eloy Camus
-Fue uno de los primero sombreros que hice estando mi padre enfermo. El usaba siempre dos colores, el gris con la cinta negra o el verde con la cinta negra. Eran sus colores predilectos, que para mí fue una admiración. El que venía con más frecuencia era el doctor Francisco Aguilar que en ese momento era vicegobernador.

-Aguilar se hacía hacer los cuellos de camisa y los puños.
-Sí, eran intercambiables, mi padre los usaba. Y también don Roque Gallerano, ministro en aquella época de Camus. Leopoldo Bravo vino en algún momento, muchas personalidades. Todos en su casa tienen un sombrero porque simplemente les gusta o porque fueron de viaje y lo compraron.

-Usted sabe que ha vuelto la moda del moñito con los chicos, a lo mejor en cualquier momento vuelve la del sombrero.
-Sí, diría que es muy probable. En la asociación de sombrereros, artesanos del sombrero, la tendencia de quienes confeccionan los sombreros es que sean longevos, por lo menos es lo que se ve. En España tienen su día donde salen todos con sombreros y se ponen el saco y la corbata. Es un día especial en el mes de octubre.

-Hubo un tiempo cuando era impensable que un hombre o una mujer salieran sin sombrero, era parte de la vestimenta.
-Si, justamente con el traje y los zapatos. Digamos que la gorra desplazó al sombrero y la campera desplazó al saco.

-Hoy en día está de moda entre los políticos no usar corbata también.
- Así es pero, de última, es moda. La corbata tiene que estar, acuérdese que en tiempo de antaño la corbata y el sombrero determinaban su status social o su tendencia política. El modelo del sombrero indicaba su status o lo que ellos querían representar, si eran músicos, si eran políticos conservadores.

-¿Quiénes usaban galera?
- Había tres tipos de galeras. La galera de copa recta o el sombrero de copa que es como el que usaba Alfredo Palacios; estaba la galera con la copa un poco abierta arriba que usaba el que manejaba el coche Plaza. Y el bombín, era el del patrón.

-Y se correspondía con los accesorios…
-Claro. Uno llevaba el bastón o el paragua y usaba el bombín. El otro usaba algo semejante, que era la fusta o el chicote del caballo y  usaba la galera. Y los otros estaban de traje y en realidad no había tanta diferencia. Pero, claro, el que usaba el bombín, el sombrerito chiquito, era el que iba sentado atrás.

-¿Y esto de donde viene, de España o de Inglaterra?
- La galera viene de Inglaterra en 1752. El tema de la galera propiamente dicha es una de las especialidades dentro de la sombrerería.

-La mujer también usaba sombreros.
-Las capelinas generalmente las hacían las modistas y estaban hechas con tela.

-Hoy muchas mujeres usan sombreros grandes, generalmente blancos.
-Si, en realidad es la tendencia, no porque a todas le quede bien sino porque se usa. Había un sombrerero importante en Buenos Aires que decía “sombrero al físico”, es decir si usted es una persona alta puede ponerse un sombrero con ciertos centímetros de ala fácilmente. Si es más bien gordito hay que achicarle el ala y hacerle el sombrero más diminuto.

-Hay un sombrero de los tangueros también
-También, se le llama así al sombrero tanguero ahora pero hay que ver cuál es la referencia. Si es Gardel tenemos que decir que se lo hacían a medida porque Gardel era bajo de estatura, entonces el sombrero se lo hacían de copa más alta, pero para que no se viera que estaba el sombrero con la copa muy alta le ponían una cinta ancha con lo que a la vista se veía la copa más baja. Los que eran del arrabal usaban los 7 centímetros de ala y los que eran de origen italiano usaban 5 centímetros de ala.

-¿Y el funyi?
-El funyi era el del italiano. Entonces Gardel conjugó esas dos cosas, hizo sombreros 6 centímetros de alto, entonces quedaba bien con los dos.

-Ser elegante significaba usar taco, usar ligas para las medias.
-Yo muchas cosas de estas las he recopilado en el tiempo y de las conversaciones con personas mayores que yo. Por ahí me preguntan cómo te acordás de eso y yo respondo: “porque cuando una persona me habla yo le prestó atención”.

-Vamos a la boina que usted la mencionó algunas veces. ¿La boina venia de los vascos?
-La boina viene de los vascos. Incluso una de las más importantes son las boinas que usaban los lecheros. Ellos justamente se identificaban con la boina. Por eso se comercializan algunas boinas cuando hacen su fiesta los vascos en San Juan, porque tienen que ir con la ropa y el atuendo.

- ¿Qué sombrero usaba el gaucho argentino?
-Depende de la zona. El gaucho de la zona de San Juan se nutre con la corriente colonizadora de los españoles por Chile. Esto quiere decir que el sombrero que se usa en San Juan, Mendoza, es un sombrero que tiene 8,5 centímetros de copa de alto, redondo, parecido al sombrero cordobés y con 10 centímetros de ala. En La Pampa usan un modelo parecido con la copa un poco más cónica. En la zona del sur usaban el sombrero panza de burro, que era un sombrero de cuero sin forma prácticamente arriba. Lo sacaban de las verijas de los animales, que era la parte más blanda. Por eso cuando nevaba no tenía forma para que la nieve escurriera. Después lo dejaron de usar y por el viento empezaron a usar la boina.

-Era común que se les volara el sombrero. Esas escenas nunca faltaban en las películas de Chaplin.
-Yo en realidad no sé por qué ahora el gaucho en San Juan prefiere usar la boina. Esta no es zona para boina porque el sombrero por definición hace sombra, entonces si vamos a estar a la intemperie hay que cubrirse la cabeza de la forma más conveniente. Es el sombrero el que da más sombra. Pero eligen la boina ahora por moda. Usted fíjese en la fuerza de seguridad de todo el mundo. No es por práctico, no es por bonito, no es porque se sienta más libre por llevarla o no llevarla puesta. Se debe cubrir por el clima.

-Dicen que es muy peligroso en invierno, sobre todo a determinada edad, el frio en la cabeza.
-Y si, la mayor cantidad de accidentes cerebrovasculares se producen en invierno. Yo siempre digo que el sombrero hoy no es moda sino que es de uso exclusivo y preciso. Quiero un sombrerito para ir a pescar…

-¿Usted tuvo de cliente al doctor Medici? Yo lo recuerdo de la época cuando era profesor, abogado, fue cortista, debe haber sido el hombre más elegante en San Juan. La elegancia de ese hombre siempre traje impecable, en verano traje blanco, sombrero, moñito. Así iba a dar clase.
-Me acuerdo y la generalidad de los escribanos eran muy elegantes. Parece que es algo innato, aunque la tendencia va cambiando un poquito.

-Eso de los escribanos viene de España, allá los notarios son los personajes más importantes de la sociedad. De pronto vienen los chinos y nos hacen sombreros con papeles e inundan el mercado ¿Eso no le produce un poco de bronca digamos?
- Si, hoy en día están entrando sombreros de Bolivia, de Paraguay y de Chile a un precio irrisorio. Duele porque incluso hay autoridades que saben la procedencia y dejan que los distribuyan entre los vendedores callejeros. El sol sale para buenos y para malos pero una cosa es tener un negocio, tener 84 años de trayectoria, estar inscripto en todo, pagar todos los impuestos, y después aparece uno y vende tirado en el piso.

-¡Qué triste! Porque no solo se perdió la elegancia sino que se perdió también el oficio.
-Los chicos están muy hiperkinéticos y quieren ganar mucho dinero en corto tiempo. Y esto es un medio de vida, no es para hacer una fortuna.

-¿Vende algo para afuera o todo acá?
- No, hoy no vendo para afuera aunque en algún momento sí lo hacía. Hoy en día lo que más estoy trabajando es para la provincia Mendoza, mucho para el teatro y para la gente a caballo que va a competir mucho a Chile.

-¿Trabaja para la Fiesta de Sol?
-Sí, pero poco. Algunos turistas se admiran que exista un negocio como este todavía. En Buenos Aires está el maestro Maidana que tiene más de 100 años haciendo sombreros  a dos cuadras del congreso.

-Vamos llegando al final ¿Ha sido feliz en su vida?
- Si, porque hago lo que me gusta.

-¿Lo volvería a repetir igual?
- No sé si igual pero si un poco más.  Porque ahora viene la frase del tango “porque es un soplo la vida”. Habría comenzado antes y habría decidido antes seguir con esto. Porque si yo lo sabía hacer, si con más dinero o menos dinero soy igual  y puedo seguir trabajando, porque no tengo deudas y trabajo como se trabajó siempre en el comercio y lo sigo haciendo hasta el día de hoy, tengo local propio y tengo todo en ley.

-Tiene voz de tanguero, ¿canta como solista?
-No, si fuera solista hubiera estado en su programa. Toda la vida canté en coros.

-Tiene un buen registro de barítono…
-Barítono y bajo

-¿Independientemente del coro, cuál es su música, la que a usted le gusta?
- A mí me gustan los himnos evangélicos sobre todo, porque tienen que tener contenido en la parte espiritual y la parte de la litúrgica en la música. Por ejemplo, en el año 79 cuando concursamos con el coro universitario en Arezzo, Italia, cantamos una obra que la seguimos haciendo cuando fallecen los compañeros o amigos y dice: Malditos los que mueren en nombre del Señor porque sus obras continuaran después de su muerte”. Esa música es la que llega al alma, no el reggaetón, no el cuarteto.

-¡Qué raro que en la época de la liberación femenina, de la igualdad, las mujeres acepten letras como las del reggaton…!
-Yo siempre lo comento acá con mi sobrina que me acompaña: la mujer debe ser fina, hay que darle el respeto, pero claro, ahora veo  que andan a los puntapiés por la calle, a los empujones, esto no es para mí. A lo mejor es porque estoy muchas horas dentro del negocio. Pero en mi mente no cabe.

-¿Con que canción despediría este programa?
-La letra de que la vida es un soplo. Yo hoy no me doy cuenta que tengo 62 años. O sea, mi mente sigue cuando andaba en la bicicleta por la vereda del negocio con 11 años. Y todos los días, cuando abro el negocio, me acuerdo de mi padre, de las recomendaciones de él. Y lo tengo muy presente en todo momento a pesar que ya trascurrieron machismos años de que falleció.

-¿Qué sombrero me recomendaría?
- Yo diría que para usted tendría que ser así.

Y termina la nota colocándome un sombrero marrón, de ala mediana a la que da el toque final con sus manos mientras canta “porque es un soplo la vida”.

Características psicografológicas del Sr: Rolando José Carreón

* Escritura con dirección sinuosa, lo cual revela que se trata de una persona que posiblemente  posee importante sensibilidad y habilidad, también se presenta de elevada capacidad para sentir e intuir (empatía) los matices de la realidad, evitando lo desagradable.

*
Se detecta ilegibilidad en la firma, manifestando probablemente la tendencia a ocultar su interioridad (vida personal) a los otros y a evadirse.

*
Se visualiza autocontrol y dominio de los impulsos. Se observan rasgos de reflexión, equilibrio, prudencia; propio de una persona cautelosa, que tiende a inhibir las conductas espontaneas.

*
La dimensión de las letras es normal, lo cual lo hace consciente tanto de sus fortalezas personales como de sus debilidades. El grado de introversión o extroversión, dependerá de las circunstancias.

* Se manifiesta equilibrio en la visión global y detallista de las cosas. Por lo tanto posee capacidad para ver la realidad tanto en general como en detalle.

* Al momento de iniciar sus acciones, lo hace desde el mundo de las ideas. Es decir que el pensamiento es el principio de toda acción. Se presenta tenacidad y posible resistencia a los cambios.

* Se observan características de una personalidad tranquila, de un temperamento y carácter apacible.

* Se detecta un buen nivel de energía psicofísica general, hay fortaleza yoica y solidez en general.

Elizabeth Martinez


Cómo lo vi
Que en este mundo súper industrializado donde los manteros venden sombreros confeccionados en papel por chinos o vietnamitas, encontrar en San Juan un antiguo sombrerero es una noticia que alegra.

Charlar con Rolando José Carreón es entrar en un mundo que cada día es más invadido por gorras que traen leyendas de lejanos clubes o boinas que recuerdan a viejos revolucionarios. Es aprender la diferencia entre los distintos tipos de galera, los sombreros que usan los tangueros o los famosos funyi. Y si esto fuera poco, puede charlar con Carreón de música sacra, de óperas o de canciones populares y de su experiencia de años de coreuta.

En síntesis, para un periodista, visitarlo en su local de la Avenida Central es ganarse el día

JCB


       

La nota fue publicada en La Pericana el viernes 26 de octubre de 2018, en la edición Nº 131

GALERIA MULTIMEDIA
1965 - Rolando José Carreón y su hermana María Natalia Carreón.
Enlace José Carreón - Natalia Sanfilippo el 05-03-1949, la ceremonia se llevo a cabo en la Iglesia Evangélica de Caucete y el festejo en la casa de la Novia en calle Santa María de oro 493, en el departamento de Caucete.
1987 - José Carreón y su esposa Natalia Sanfilippo junto a sus hijos Rolando José y María Natalia Carreón.
José Carreón en la puerta de la sombrerería en calle Ignacio de la Roza 1968.
1984 - Rolando José, en la sombrerería ubicada en calle Ignacio de la Roza 590, capital.
Expansor. Mide contorno de cabeza
Compás de corte
Rolando José Carreón
Rolando José Carreón
Juan Carlos Bataller, entrevistó a Rolando José Carreón, en el ciclo “Qué hiciste con tu vida”.