El 20 de febrero de 1938 Roberto M. Ortiz asume la presidencia de la República. El 5 de septiembre de 1937 se realizaron las elecciones nacionales. La fórmula Ortiz-Castillo, consiguió 1.100.000 votos y la de Alvear-Mosca 815.000. Estos resultados fueron la evidencia de lo que se conoce como “el fraude patriótico”. Así lo describió, Federico Pinedo, años después: “Los procedimientos que se usaron en estos comicios hacen imposible catalogar esas elecciones entre las mejores, ni entre las buenas, ni entre las regulares que ha habido en el país”.
Las elecciones se celebraron en un clima de violencia, a tal punto que los radicales de la provincia de Buenos Aires no pudieron votar.
Roberto Ortiz intentó impulsar sin resultado reformas que permitieran restablecer un régimen democrático. En este aspecto no dudó en intervenir la Provincia de Buenos Aires, gobernada por el célebre caudillo conservador Manuel Fresco, luego de las elecciones legislativas fraudulentas de febrero de 1940, impidiendo la asunción como gobernador de Buenos Aires de Alberto Barceló. Igual medida había adoptado al intervenir la Provincia de Catamarca luego de las elecciones de febrero de 1940, al denunciarse irregularidades electorales que beneficiaron a los conservadores.
Poco después de que asumiera como presidente, Ortiz enfermó seriamente de diabetes, enfermedad que luego lo dejaría completamente ciego. Producto de esto, debió solicitar licencia al frente del Poder Ejecutivo, asumiendo el cargo el vicepresidente de la República Argentina Ramón Castillo.