Francisco Velert y sus hijos Francisco, Ricardo y Arturo fueron toneleros. Además, los hermanos incursionaron en el deporte, Arturo fue jugador de la selección sanjuanina de fútbol y subcampeón sudamericano de atletismo. Sus descendientes se han destacado sobre todo en el ámbito de la justicia.
En San Juan hay familias Velert y Belert, todas
están emparentadas entre sí y tienen sus raíces en Pocito. Aunque,
retrocediendo en el tiempo, son oriundos de Valencia y antes de llegar a esta
provincia estuvieron en Mendoza.
Los protagonistas de esta historia son los tres
hijos varones de Francisco Velert y Dolores Navarro, ellos fueron Francisco
Velert, Ricardo Belert, su descendencia lleva b alta por un error del registro,
y Arturo Velert. Los tres fueron toneleros. Llegaron desde Mendoza a San Juan
después de 1928 y estuvieron entre los más destacados en ese oficio. Además,
los tres fueron deportistas y entre ellos Arturo se destacó como futbolista,
integrando las selecciones sanjuanina y mendocina de fútbol y como atleta a nivel
internacional, fue subcampeón sudamericano en Lima.
El infortunio en Marsella
Todo comenzó en el “Grao”
de Valencia, como le llaman los valencianos al barrio de esa ciudad, ubicado
justo en la zona del puerto. Allí vivían Francisco Velert Dobon y Dolores
Navarro y Olmos. Francisco era tonelero, pero no cualquier tonelero, sino uno
de primerísima línea. Además, él y sus hermanos eran músicos e integraban la
orquesta municipal de la ciudad. Él particularmente se dedicaba a los
instrumentos de viento, especialmente al clarinete. En sus años de colimba, que
le tocaron en Celta y Melilla, compuso piezas militares y sus descendientes aún
conservan las partituras e incluso el instrumento que utilizaba.
Mientras vivían en Valencia, Francisco y Dolores tuvieron tres hijos:
Carmen, Francisco y el pequeño Ricardo. A fines de la década del
1900, a Francisco le encargaron un importante trabajo en Marsella. Le pidieron
una cierta cantidad de toneles hechos con roble de Nancy, una madera muy
costosa pero también muy resistente a los cambios de temperatura. Después de un
año de intenso trabajo, para el cual tuvo que contratar ayudantes, partió a
Francia a llevar el pedido. Para su sorpresa, cuando llegó con todo el trabajo
realizado el hombre que lo había contratado no estaba, así lo relata él mismo
en un diario que dejó en manos de la familia. Esa frustración tan grande fue el
motor para un gran cambio.
Desde “el Grao” a Mendoza
En España se avecinaban tiempos difíciles, y después
de semejante infortunio, Francisco y Dolores hicieron las maletas, incluyendo
todas las herramientas de tonelería y se vinieron a Argentina. Les dijeron que
en San Juan y Mendoza había viñedos y bodegas, que por eso en estos lugares él
podría ejercer su oficio. Escogieron la provincia del sur, se embarcaron en el
vapor Barcelona y llegaron el 13 de marzo de 1909. Junto a ellos habría venido
también Alberto Ginert, que fue esposo de Carmen, él era tonelero igual que su
suegro, Francisco.
Cuando se instalaron en Mendoza, en lugar de trabajar como tonelero, Francisco
compró una propiedad con algo de dinero que traía y también adquirió algunos
animales para dedicarse a la cría de ganado. Acá nacieron otros tres
hijos del matrimonio Velert Navarro: Arturo, Teresa y Dolores. Siete años
después de llegar, el hombre se enfermó gravemente de fiebre tifoidea y
falleció en el Hospital del Carmen de Godoy Cruz. Sus hijos eran todavía
chicos, la menor de todos no tenía más de dos años. Así que fue Alberto Ginert,
esposo de Carmen Velert, quien se hizo cargo de la familia.
Entre la tonelería y el deporte
Alberto les enseñó a los varones las tareas de
tonelería y, haciendo ese trabajo, Francisco, Ricardo y Arturo hicieron toneles
para varias bodegas Tomba y Gargantini Giol, ellos vivieron y crecieron cerca de
este último establecimiento.
En 1928 Arturo se fue en barco a Perú para competir en la maratón de 45
kilómetros de Lima. Fueron tres días de viaje y llegó muy descompuesto. Era tal
el malestar que durante la competencia se paró dándose prácticamente por
vencido, hasta que otro compañero pasó por donde él estaba, lo animó a seguir
corriendo y él logró llevarse la segunda medalla de la carrera. Pudo haber
llegado mucho más lejos, tuvo la oportunidad de irse a Finlandia a participar
en los Juegos Olímpicos representando a Argentina, pero decidió quedarse acá y
cumplir con su deber en la colimba. Y aunque no optó por la competencia, siguió
vinculado al deporte. Desde esa época y hasta ahora tiene el récord de marcha
desde el Cristo Redentor hasta el Puente del Inca.
Pocito, el nuevo hogar
En 1928, tras vivir tres fuertes temblores, Arturo
decidió irse de Mendoza, le tenía terror a esos fuertes movimientos de las
placas tectónicas. No muy atinadamente decidió venirse a San Juan y se ubicó en
Pocito, donde comenzó a hacer trabajos para la bodega Langlois. Una vez que
estuvo instalado también llegaron al departamento su madre y hermanos, que
habían quedado en Mendoza.
Los tres, Francisco, Ricardo y Arturo hicieron trabajos para la bodega
Langlois. Les iba muy bien porque estaban entre los pocos que conocían el
oficio de tonelero de primera línea. Viviendo en Pocito, todos conocieron a
jóvenes de la comunidad valenciana que también residían en el departamento y se
casaron con ellas.
Francisco Velert se casó con Pascuala Cuart Monserrat, esa familia
vivía en la zona de La Rinconada. A su vez, un hermano de Pascuala, José, se
casó con Teresa Velert. Los Velert Cuart tuvieron tres hijos: Francisco
Velert, fallecido, que fue odontólogo pero también se dedicó a la agricultura
y es padre de Laura Velert, abogada y Cecilia Velert,
psicóloga y vive en el sur; y las mellizas Dolores Velert, madre de
Luis Álvarez Velert, y Amparo Velert.
Ricardo Belert es el único de los hermanos que lleva el apellido
escrito con b en lugar de v, así lo lleva también su descendencia. Después de
trabajar en Langlois, hizo toneles para la bodega El Globo y se mudó a la
capital. Luego trabajó en Cinzano, donde fue encargado de planta y se suponía
debía jubilarse a los 65 años, al menos esa era la regla para todos los
empleados. Apenas alcanzaban esa edad, los mandaban a su casa. Amargado llegó a
la bodega el día de su cumpleaños pero lo sorprendieron, por su experiencia y tesón
desde Italia lo autorizaron para que siguiera en el establecimiento el tiempo
que quisiera.
Antes de dejar Pocito, en el club Langlois, Ricardo conoció a Leonor Palacio
Alós, con quien se casó y tuvo tres hijos. Walter Belert, que
trabajó en Patricio Palmerco maquinaria agrícola y en la Bolsa de Comercio y es
padre de Silvina Marcela, profesora de danzay Germán Walter
Belert. El segundo fue Rubén Belert, fallecido,que trabajó en
la empresa que tenía la familia de su esposa, Aída Alonso, el tradicional
negocio La Mimosa y tuvieron cinco hijos: Fernando, trabaja en
el Poder Judicial y heredó de su padre la vocación por la pesca profesional; Gonzalo,contador
y vive en México; Rodrigo,periodista; Pablo y Federico
Belert, vive en San Luis. El menor, Ricardo, se radicó en
Canadá y es padre de Dustin y Patrick Belert.
El menor de los tres varones Velert Navarro, Arturo Velert, aparte
de dedicarse a la vitivinicultura fue accionista de la empresa Mayo, poco
después de llegar a San Juan. A él le tocó la línea 24 junto a un socio,
Francisco Vallecillo. Tenían dos ómnibus que iban desde la ciudad hasta
Carpintería, en un camino sumamente complicado. En ese entonces era toda una
hazaña y quien se ocupaba de venderles los tickets a los pasajeros era nada más
y nada menos que el joven Evaristo Alé, que años más tarde fundaría la 20 de
Junio. Si bien no era chofer de la línea, Arturo solía viajar en el 24. Así que
en la zona de Carpintería conoció a la única hija mujer de la familia Frau,
Andrea, con quien se casó y tuvieron dos hijos: Arturo y Jaime Velert
Frau. Después de hacer toneles para las bodegas, se sumó al trabajo en las
fincas y bodega de su suegro. De los hijos de Arturo, el mayor fue juez de
cámara penal y tuvo tres hijos: Arturo, abogado; Alejandro,
abogado y María Laura Velert, profesora de nivel inicial.
Jaime casado con Ana María Baistrocchi fue miembro y ministro de la Corte Suprema de Justicia y tuvo cuatro hijos: Jaime, que es DJ; Gustavo, Daniel, trabaja en el Poder Judicial y Francisco Velert, arquitecto.
Publicado el 12 de agosto de 2016 en El Nuevo Diario. Edición 1733