Juan Conte Grand Jofré ocupó un lugar destacado en la literatura sanjuanina y su trabajo tuvo proyección nacional. Descendiente de tradicionales familias de la provincia, su vocación fue compartida con algunos de sus hermanos, pero sobre todo con sus hijos y nietos. Este 2016 se cumplen 30 años de su fallecimiento.
“En el valle de Tulum,/ sobre el lecho de la piedra,/ como una flor en un páramo"
Reza uno de los poemas más conocidos de Juan Conte Grand, que evoca el momento del nacimiento de San Juan como provincia, fundada por Juan Jufré. El escritor tiene que ver con esta historia, porque es descendiente de Diego Jufré, hermano del conquistador español. La herencia venía por parte de la madre del escritor, Delia Jofré, que además era hija de Juan de Dios Jofré Maradona, hombre de letras que fue maestro, historiador, incluso amigo de Sarmiento. Además, Delia era descendiente de la hermana de Francisco Narciso Laprida Sánchez y heredó la casa en la que vivió el abogado y político sanjuanino y que luego se convirtió en la Galería Laprida.
En esa gran casa que perteneció a los Laprida, ubicada sobre calle General Acha, con salida a Avenida Libertador, creció Juan, que nació en 1909. Por su madre era sanjuanino de pura cepa, algo que plasmó en gran parte de su producción literaria. Su padre era entrerriano. Don Héctor Conte Grand era procurador y habría llegado a San Juan a principios del siglo XX. El apellido Conte Grand tiene sus orígenes en el Piamonte, de allí vino la familia a Argentina, en la época en que la zona estaba bajo el gobierno de Francia.
Juan fue el segundo hijo de Delia y Héctor. Aparte de él, el matrimonio tuvo otros nueve hijos: Héctor, el mayor; Elba, Delia, Elena, Francisca, Rosita, José Amadeo, Angélica e Imelda. La familia era una de las más acomodadas de la provincia a principios del siglo XX. Tenían una hermosa casa, con unas quince habitaciones, cuatro baños y estuvieron entre los primeros sanjuaninos que tuvieron autos.
Cuando Juan tenía apenas seis años, su padre, que era afín al partido liberal, fundó junto a Domingo Elizondo el Diario Nuevo. El medio estaba ubicado sobre calle Mitre, antes de Mendoza, y comenzó a funcionar en 1915, cuando acababa de estallar la Primera Guerra Mundial. Entonces, colocaban pizarras con información en la entrada y, como todavía no había radios, los sanjuaninos se agolpaban en la vereda del diario para conocer las novedades del conflicto mundial.
Con 18 años, hizo su primera incursión oficial en las letras, escribiendo para la sección de cultura del diario de su padre. Fue un autodidacta, él mismo se formó con diferentes lecturas y participando de distintas manifestaciones culturales.
“Con qué fruición,/voltea muros,/y deja liberado el horizonte"
Héctor Conte Grand y Domingo Elizondo tuvieron diferencias políticas con el gobierno de Aldo Cantoni, entre 1926 y 1928 y terminaron detenidos. Así que Juan Conte Grand, que hacía poco había hecho sus primeras incursiones en el Diario Nuevo, tuvo que hacerse cargo de la dirección del medio.
Así, Juan comenzó a desenvolverse en la que fue su gran pasión. Porque aparte de quedar a cargo del medio de su padre, fue colaborador de medios nacionales como La Prensa, Clarín, La Voz del Interior y corresponsal de La Nación y Los Andes. El periodista tenía un espíritu bastante crítico, esto no solo fue válido con el gobierno cantonista; las palabras alguna vez también criticaron al peronismo.
Además del texto periodístico, Juan se desarrolló en diversos géneros literarios, como la poesía, ensayo, novela y cuentos. Y a la par de su trabajo en el diario colaboró con instituciones como Refugio, Oasis y asociaciones sarmientinas.
“Florecieron los retoños, /del amor junto a sus rejas"
Cuenta Nora Conte Grand, hija de Juan, que él se enamoró de una de las amigas de sus hermanas, Ana María Quiroga Aguiar, a quien apodaban “Cheché”. Además, la abuela materna de ella, Tránsito Torres Luna de Aguiar, vivía sobre calle Tucumán, en una casa que colindaba con el fondo de los Conte Grand. Cheché era hija de Isaac Quiroga y Leonor Aguiar Torres y hermana de Josefina, Jorge y Arturo Quiroga Aguiar.
Después de que se pusieron de novios, cada domingo Ana buscaba el Diario Nuevo con una mezcla de ansiedad, y hasta de temor, por lo que ese día Juan le dedicaría en sus versos. Además, ellos no eran los únicos enamorados en el vecindario, también se pusieron de novios una de las hermanas de Juan, Elba, con Arturo Quiroga Aguiar. Las dos parejas de hermanos se casaron el mismo día, un 11 de febrero de 1934, incluso se fueron de luna de miel juntos.
Ana y Juan tuvieron cinco hijos: Juan Alberto “Nenino”, Leonor, a quien desde chica llamaron Leonorita, lo cual derivó en Nora, que es como muchos la conocen; el tercero fue Ricardo Alfredo, “El negro”; luego llegó Graciela y, varios años después nació Ana María, que falleció con apenas diecisiete años.
“Cuando broten los almendros,/ habrá casa y ciudad nueva"
El terremoto de 1944 fue un punto de inflexión en la vida de Juan Conte Grand. Su sensibilidad de poeta le permitió registrar el horroroso momento en la novela “La ciudad en ruinas” y vivió en carne propia las peores consecuencias de la catástrofe. Debajo de los escombros quedaron las máquinas con las que imprimían Diario Nuevo, con lo que terminó la existencia del medio gráfico. De esta manera, concluía un ciclo importante en su vida, ese que había inaugurado a los 18 años y que le permitió escribir para la prensa nacional.
Sin embargo, como dicen sus versos, habría casa y ciudad nueva. Así fue. Cuando el Diario Nuevo desapareció, Juan entró a trabajar en Hidráulica y, desde entonces, se
desenvolvió en varios ámbitos. Fue profesor en el Colegio Nacional, de las materias Literatura y Castellano; fue director del Banco San Juan en la época del gobierno peronista, también fue director de Cultura de la provincia en dos oportunidades, una durante el gobierno de Américo García y la otra en el de Carlos Gómez Centurión, además fue director ad honorem del Museo y Casa Natal de Sarmiento, miembro del Instituto de Cultura Hispánica y delegado en la provincia del Fondo Nacional de las Artes.
Casi tanto como las letras, seguramente como fuente de inspiración, Juan Conte Grand amaba y disfrutaba del paisaje sanjuanino, sobre todo de la montaña. Cargaba de agua una botella de vidrio Ocho Hermanos y partía para hacer sus ascensos, a veces iba solo, otras con sus hijos y sobrinos. Así se convirtió en uno de los escritores que más escribió sobre San Juan y sus particularidades. Juan Conte Grand es autor de los libros “Poema de las Serranía”, “Tierra y cielo” y “Las alas”, todas en verso; también “Donde la tierra canta”, “El valle reunido” y “San Juan en un sueño y lágrimas”, en prosa, el último fue el que luego volvió a publicar como “La ciudad en ruinas”. También publicó “Naturaleza y Paisaje en la literatura”, “Españoles y argentinos” y “Del río a la cumbre”, en prosa.
Fue distinguido por la Comisión Nacional de Cultura con el Primer Premio de Literatura de Cuyo, en 1944, por dos de sus libros. Además, la Dirección de Cultura de la Provincia publicó “Antología Poética” de su autoría.
“Don Juan es mi padre, yo lo describo,/empleando su estrategia consumada,/de pintar con muy poco, casi nada,/la imagen de un poeta sensitivo”.
La vocación de Juan por la poesía y el arte en general no fue recluida, sino una vivencia compartida en familia. Los fines de semana despertaba a sus hijos con el piano y todos heredaron el amor por la escritura y lectura de él. Incluso su esposa, Ana, escribió sus propios versos. Además, Juan y sus hijos Alberto y Nora colaboraron durante varios años con sus poemas, cuentos y ensayos en el álbum literario de Diario de Cuyo.
Juan Alberto, al igual que su padre, ha sido poeta, autor del libro “Sonetos en alas delta” y “La arcilla y el cuásar”, que comparte con su hermana Nora. Fue premiado en el Concurso Internacional de Poesía Acebal, de Santa Fe en dos oportunidades, en 1982 y 1983. Además ganó una mención especial en el concurso “El quijote de Plata” de 1986, en Santa Fe. También heredó el talento para el piano, sobre todo en jazz, también la afición por la montaña y el atletismo, en el que obtuvo premios nacionales. Él se casó con Mabel Segarra, maestra, y tuvieron tres hijos: Marcelo, comerciante; Cecilia, es maestra y trabaja en el Ministerio de Turismo y Cultura y Fernando, médico.
Leonor María “Nora” es profesora de Letras, gran parte de su vida dio clases en la Escuela Boero. Ella realizó varias publicaciones, igual que su padre y hermano mayor, entre ellas la novela “La tercera carta”, “Sarmiento entre nosotros, vida y obra” y algunos de sus poemas figuras en las Antologías de Escritores Sanjuaninos de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Letras. Además, al igual que su padre, dedicó gran parte de su vida a las actividades culturales, fue presidenta de la Asociación Benefactora del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, también del Ateneo Cultural Paula Albarracín de Sarmiento. Fue distinguida por la Sociedad Argentina de Escritores en 2015 y declarada mujer ilustre por la Municipalidad de la Capital.
Nora se casó con Osvaldo Buso, reconocido profesor de Matemática, Física y Química. Sus hijos son Nora Ruth, enfermera universitaria; Sandra, licenciada en Ciencias de la Comunicación; Federico, que fue otro de los herederos de Juan, ya que escribe obras para teatro, es actor y también director; incluso hizo un musical con el libro de su abuelo “La ciudad en ruinas”; y Pablo, que es traductor de inglés y también andinista, pasión que heredó de su abuelo, incluso realizó publicaciones sobre este tema en revistas de montaña.
Ricardo es abogado, fue juez de Cámara Penal, es amante del buen uso de la lengua y del folclore. Contrajo matrimonio con Cristina Nuñez, profesora de inglés. Ellos tuvieron dos hijos: Sergio Andrés y María Gabriela, ambos abogados.
Ana Graciela, educadora, es profesora de inglés, se casó con Reynaldo Castro, ingeniero químico y tuvieron dos hijos: Juan Martin, ingeniero en informática y Ana Marta, bachiller.
Ver artículo: Juan Conte Grand, una vida dedicada a las letras