Vida en sociedad
Cerró una fábrica de amigos
Después de 30 años ininterrumpidos, se terminaron los sábados de fútbol en la finca “Los Aromos”, la cancha del doctor Guillermo Sansó.
Es difícil pensar que una persona tenga una casa de fin de semana con una cancha de fútbol y que la disfruten, preferencialmente, los amigos. Mucho más difícil es pensar que el dueño viaje y deje las llaves para que el fútbol de cada sábado no se pare. Menos se puede imaginar que esa situación duró treinta años.
Esta es la historia del médico oftalmólogo Guillermo Sansó, quien durante treinta años albergó a amigos en su finca sin importar raza, religión o color político. Tampoco nacionalidad. Todos eran potenciales jugadores de fútbol y el fin era uno solo: cultivar la amistad.
El verde césped de la finca “Los Aromos” fue escenario de la calidad de futbolistas tales como Leopoldo Jacinto Luque, aquel 9 implacable campeón del mundo del 78. O de Darío Feldman, ese artillero del Boca de los 70. En esa cancha que tiene un piso envidiable también dejó su dibujo el exgobernador Juan Carlos Rojas. Pasaron por allí empresarios como Eduardo “Chiqui” Barceló o Alfredo Cáceres.
La rica historia terminó de escribirse el sábado 31 de octubre. Tras haber vendido gran parte de la finca para que se transforme en un barrio privado, el sentido común llevó a tomar la dura decisión: no habría más fútbol “en lo de Sansó”. Este grupo fue renovándose constantemente, el reconocido “Tortuga” Paz también desplegó su magia y formó dupla con el recordado Pedro Fóppoli y su estampa imponente.
En el camino queda un centenar de nombres que pasaron sábados inolvidables. Y la despedida, colmada de anécdotas, recuerdos y lágrimas, fue de la única manera posible: un picado y el último asado. Una parrilla que desbordaba y una larga mesa fueron el broche de oro para bajar la persiana a “una fábrica de amigos”, la finca del doctor Sansó. Cuando empezaban a retirarse, todos agradecían y decían cuánto iban a extrañar. Guillermo, con los ojos humedecidos, solo atinó a responder “no saben cómo voy a extrañarlos el sábado que viene”.
