Vida en sociedad
Gran reunión de los Pulenta
Descendientes de las distintas ramas compartieron un encuentro lleno de emoción y recuerdos. La historia de una familia que llegó de Italia para echar raíces en San Juan y dejar huella en el mundo vitivinícola provincial y nacional. El siguiente artículo fue publicado en la edición 1897 en El Nuevo Diario el 31 de enero de 2020
En el año 2014, los Pulenta tuvieron la idea de concretar un encuentro para conocer e intercambiar con los miembros de las distintas ramas de la familia, que hoy están distribuidas en distintos puntos del país. La primera reunión se realizó ese año en Mendoza y recientemente el encuentro volvió a repetirse en San Juan.
Más de 150 personas participaron del almuerzo que se realizó en la casa de Antonio Pulenta, ubicada en Capital. “Estuvieron presentes desde la tercera a la sexta generación y vino gente desde Buenos Aires y Mendoza, además de los que viven en San Juan”, contó Rossana Navas, miembro de esta gran familia.
Al llegar al lugar del encuentro, los esperaba la foto en blanco y negro en la que aparecen los nueve hermanos de los que descienden todos los integrantes: Alfredo, Ángela, Augusto, Darío, Rosa, Antonio, María, Quinto y Casimira Pulenta. En la foto, cada hermano estaba identificado con moños de diferentes colores, un distintivo que a su vez usaron los descendientes de cada rama para reconocerse con mayor facilidad.
“Fue un encuentro en donde primaron los relatos y experiencias vividas por parte de los distintos miembros, como por ejemplo de Mario y Francisco Pulenta”, comentó Rossana.
Los nueve hermanos de la foto (segunda generación) fueron hijos de Palma Carola Spinsanti y Ángelo Antonio Celeste Polenta, quienes llegaron a la Argentina en 1902, en el marco de la fuerte corriente inmigratoria de principios de siglo.
Una familia con tradición vitivinícola 
El apellido que hoy es conocido como símbolo del desarrollo vitivinícola proviene del matrimonio que se formó en Italia a principios del siglo XX. Angelo Antonio Polenta (nacido en Camerano en 1874) y Palma Carola Spinsanti (nacida en Ancona en 1881) se casaron en 1901 en la Parrocchia “Santa Maria delle Grazie”. El joven matrimonio se dedicó a las tareas agrícolas y en octubre de ese año nació el primero de sus diez hijos, al que bautizaron como Quinto Eduardo Augusto.
La familia dejó Italia en 1902 y se embarcó con el niño de pocos meses hacia América. Después de estar solo dos días en Buenos Aires, se radicaron en Mendoza. Se instalaron inicialmente en la zona de la Carrodilla y luego en Godoy Cruz, en donde nacieron sus hijos María, Darío, Augusto, Casimira y Rosa. En 1912 se trasladaron a San Juan y se establecieron en San Isidro, Angaco Sur, actual departamento San Martín. Allí nacieron Adelina, Ángela, Antonio y Alfredo. Adelina murió siendo una criatura de pocos meses.
Antonio y Palma se dedicaron a la vitivinicultura y en 1914 iniciaron lo que en principio fue una modesta empresa familiar. Levantaron su casa y una pequeña bodega en el terreno adquirido, que inauguró lo que sería un próspero camino en la vitivinicultura. Palma murió en 1923 por una infección que contrajo al dar a luz a su último hijo, que tampoco sobrevivió. Ángelo falleció en 1924 por una infección de tétanos, provocada por un accidente con una moledora. Sus nueve hijos hicieron propio el proyecto de sus padres.
La sociedad familiar se convirtió en sociedad anónima en 1941 con la denominación Pulenta Hermanos y luego pasó a llamarse Peñaflor Sociedad Anónima. En los 60 se incorporó Bodegas Trapiche y para fines de los 90 el grupo empresarial se ubicó entre los más importantes del país. 
Ver artículo:
-- Pulenta, una familia de estirpe vitivinícola
