Funcionario de tres gobiernos en el área de Turismo, el popular “Gringo” dice que el actual gobernador avala económicamente las grandes decisiones y piensa que otro sería San Juan si a él lo hubieran apoyado políticamente.
A mediados de los ’70, Jaime de Lara, publicista e inventor, logró posicionar a la provincia en el contexto internacional a través de la publicidad de la empresa tabacalera Marlboro, y de los incipientes deportes de aventura que él practicaba en San Juan, como el carrovelismo y el parapente, además de las travesías en guanaquera.
Hoy, el responsable de los primeros carteles publicitarios de gran porte en los edificios de la ciudad y tres veces funcionario de Turismo —durante los gobiernos peronista, de facto y de la Alianza—, siente que nunca tuvo el apoyo político que necesitaba para llevar adelante su proyecto turístico.
“Yo hubiera hecho bastante de ese centro deportivo y cultural que era mi proyecto. Era necesaria una decisión, como pasó en Cuba”, explica, al tiempo que reconoce su deseo: “Me hubiera encantando ser director de Turismo de Gioja, porque hay apoyo económico para las decisiones importantes”
— ¿Tu creatividad viene por herencia?
— Si, de mi abuelo Jaime. Llegó a la Argentina a pedido de su hermano, que era dueño del Molino de Lara. Cuando se pelearon, con 30 pesos ahorrados, abrió una bicicletería. Ya casado con mi abuela, la Casa Lara creció hasta ser como un híper de hoy. El viejo inventó dos cosas que le valieron muchísimo dinero en su época: que la heladera Siam no temblara cuando paraba y que la gotita de kerosén de la cocina Volcán que caía en un tachito, volviera al tanque. Mi viejo también fue muy habilidoso.
— ¿Cómo tomó tu familia que estudiaras arte, en lugar de dedicarte a la empresa?
— Cargaba con el estigma de ser el nieto del tipo más rico de San Juan. Para mi abuelo, sus hijos eran empleados por más que fueran directores por la parte accionaria. Mi viejo era el que montaba los motores para sacar agua en las fincas. Vivíamos con un sueldo bueno, pero un sueldo. Me acuerdo que me decían: “Un de Lara con esa bicicleta” y me humillaban. Fijate cómo la gente te va fabricando una historia que no es. Vivíamos igual que los demás. No había opulencia. Para mi abuelo, si no trabajaban todos en la Casa Lara, la cosa no andaba. Ciertas circunstancias, sí me hicieron más fácil la vida. Iba a vender publicidad y me decían: “¿Sos nieto de don Jaime de Lara?”. Ha sido gente muy honesta.
— ¿Un ojo de gato fue tu primer invento?
— Si. Era una chapa de 10 centímetros por 5, con un agujero para la tuerca del eje trasero de las bicicletas. De a miles me compraba el Emporio Económico para regalar a los clientes, o Agipgas. Fue mi primera campaña publicitaria. Hicimos como 30.000 ojos de gato y en San Juan había como 80.000 bicicletas. Gracias a eso se redujo la cantidad de accidentes en la calle España, que era muy angostita. Fue un éxito. Entonces, Tránsito me llamó para hacer las paradas de ómnibus, con publicidad atrás (NdelaR: frente a la Legislatura aún queda una en pie, que tiene 42 años). Luego hice papeleros para la ciudad. Todo era gratis para el Gobierno a cambio de publicidad, pero jodía el negocio de intendentes o secretarios de Obras…
— ¿Cuánto te importa el dinero?
— Nunca dí coima ni me dejé coimear, porque el dinero nunca me interesó. Tendría que estar lleno de guita, ¿no? Mi frase siempre fue: Prefiero que me aplaudan el cartel a que me lo paguen. Ahí está la dicotomía entre la creatividad y no preocuparme por los negocios. En un momento, tenía una cupé Mercedes Benz roja, una guanaquera, viajaba. Luego, dos socios me estafaron. Ahora estoy empezando otra vez.
— No heredaste nada de la parte empresarial de tu abuelo.
— Hace poco saqué la conclusión que mi forma de ser es de los Rodrigo (la familia de mi abuela), la no preocupación por la plata es de ellos; de los de Lara heredé los inventos y el agnosticismo; de los Sánchez (por parte mi madre), el humor.
— En un momento eras la figurita cotizada para todas las empresas ¿cómo manejabas el ego?
— No me daba cuenta. Me ayudó la pinta. Por eso Marlboro me puso a mí. En la Noticia Rebelde, Jorge Guinzburg me preguntó cuál era la diferencia entre el rubio de Camel y yo. “Ellos contratan un actor que hace una ficción”, le dije. Todo lo que ustedes ven de Marlboro, lo hago yo en la vida real. Imaginate que la publicidad de la empresa para fin de año decía: “Nuestro más sincero agradecimiento para Juan Manuel Fangio, Lole Reutemann, Schumacher, Denis Taylor y Jaime de Lara”. Cómo no te va a regar el ego. A mí me daba vergüenza. No tengo una actitud tranquila con eso. La fama tiene su parte negativa, porque te bajan la caña con unas ganas cuando das un tropezón…
— ¿Cuánto te costó por la fama?
— Muchas personas quisieron estar en mi lugar y para lograrlo tuvieron que derribarme. Por ejemplo, con una gran estafa. O muchos querían ser el presidente del Club de Carros a Vela. También descubrí que una cosa a robar son las ideas. Yo comentaba un proyecto a un director y cuando iba a la reunión, me contaban mi idea. También produce envidia la creatividad.
— ¿Sentís que te tratan como el loco lindo?
— El otro día, un abogado me pidió mis álbumes de fotos porque había otros cuatro que decían que yo era un chanta, que de fotos no entendía un carajo. Cuando me las devolvió, me dijo: “Ahora creen que sos Robin Hood”. Imaginate cuántos debe haber que digan como uno una vez: “Ah, el compadrito de Marlboro”. A mí generar ideas me produce endorfinas. Me da placer, como si te drogaras. Pero también genera envidias, que te dan dolor, bronca y te sacan el estímulo. Porque digo, pucha, estoy largando ideas en un lugar donde no te escuchan o no las sé decir. ¿Hoy, como me siento? Flojo por lo económico. Hace seis meses saqué el snorker de nuevo…
— ¿Pensás que si te hubieran apoyado políticamente, San Juan sería una provincia turística inserta a nivel internacional?
— Si. Si me hubieran dejado trabajar, sí. Yo hubiera hecho bastante de ese centro deportivo y cultural que era mi proyecto. Era necesaria una decisión, como pasó en Cuba. La primera gestión, que fueron 5 meses justicialistas y un año y medio del Proceso, fue la más fructífera. Me acuerdo que Mirtha Legrand me invitó a comer para hablar de Fiesta Nacional de Sol y no sabés la trascendencia.
— ¿Cuánto te perjudicó políticamente participar del gobierno de facto?
— Solamente una persona me dijo: “Vos trabajaste para los milicos”. “Yo trabajé para el turismo de San Juan”, contesté. Creo que se debió haber hecho el Golpe sin torturar a nadie, para sacar a la Isabel nada más. Mirá lo que son los peronistas hoy. Amo la equidad. Tengo mis críticas a este poder político religioso.
— ¿Por qué decidiste entrar en política?
— Porque un día me llamó Roberto Basualdo y me ofreció ser hasta ministro de Economía. Yo le dije que aceptaba en Turismo o la Municipalidad de la Capital, para hacer una linda ciudad, no este gris cúbico que es. Me dijo que sí, que me apoyaba. Pero el apoyo fue para Daniel Coll y yo fui con Olga Riutort. No me voy a olvidar nunca, íbamos en un camión en caravana, y la Olga dijo: “Gringo, ¿qué vamos a hacer si ganamos?”. No tenía un solo proyecto, la desgraciada.
— ¿Qué proyecto te queda por cumplir?
— Ver publicada la novela que escribí: Olvidos de provincia, un poco una biografía. Muchas cosas las tuve que corregir gracias a las buenas obras de Gioja, como la avenida de Circunvalación verde; Ischigualasto, con pavimento y luz; la ruta 150, que veo que están trabajando. Me gusta todo lo que está haciendo.
— ¿Tenés una buena opinión del gobernador?
— Sí. Me hubiera encantando ser director de Turismo de Gioja, porque hay apoyo económico para las decisiones importantes.
FICHA
Nombre: Jaime de Lara Sánchez
Edad: 65 años
Estado civil: casado hace 38 años
Hijos: Tres, Dolores, Victoria y Agustín
Nietos: Cuatro.
Cocinás: Nada
Comida preferida: Toda
Una música: Todas
Una película: El cartero de Neruda, Cinema Paradiso
Hobbies: Recuperar piezas de aviones caídos en la Cordillera. “Diez aviones encontré”
Cómo te gustaría que te recuerden: “He llegado a la evolución mental de que no quiero que me recuerden. A Agustín, le pedí que si pueden cremarme, tiren mis cenizas en la Pampa del Leoncito, por ahí es un atractivo turístico”.
Nota publicada en El Nuevo Diario el 31 de octubre de 2008.