El delincuente de esta época actúa acorde con la técnica moderna. Para perpetrar los delitos sincroniza su desplazamiento mediante un plan premeditado. Coordina sus ideas y utiliza armas sofisticadas, más efectivas que las de la policía. Eso sí. Cuando es capturado demuestra debilidad y miedo, lo que facilita la labor del investigador.
En cambio el malviviente de antes, hasta 1950, siempre operaba con decisión y arrojo, más que nada era oportunista. Se conformaba con escaso botín y era más peligroso cuando operaba en pandilla.
Eso sí, al caer preso era muy raro que declarara su autoría en el hecho. Se necesitaba mucha habilidad para hacerlo confesar y nunca divulgaba el nombre de sus cómplices ni acusaba a nadie.
Esta misma actitud la asumía cuando estaba recluido en la cárcel, haciendo valer la “ley del silencio”.
Estos conceptos fueron dados a conocer por un ex funcionario policial de la provincia. Se trata de Marcos Antonio Bravo, a quien le cupo la responsabilidad de conseguir esclarecer numerosos delitos, especialmente contra la propiedad, y mantener el orden en momentos en que arreciaban los atracos, prostitución, rufianismo y juegos clandestinos.
Bravo, ahora jubilado, ingresó en 1948 como cadete a la policía. Al año siguiente fue oficial sumariante y su destino fue la Dirección de Investigaciones. En esa dependencia adquirió experiencia a través de su labor y tras sucesivos ascensos por mérito fue promovido al grado de comisario. En el año 1956 había crecido la actividad de la prostitución en distintas zonas de la provincia, más aún en Concepción. Entonces se dispuso designarlo titular de la Seccional 2da.
Además de la labor investigativa, Bravo fue el creador del Hogar Policial, constituido con caracterizados vecinos de la zona. Estuvo como director de Investigaciones hasta 1967, año en que se retira jubilado y por haberse excedido el término según la ley vigente.
No obstante, Marcos A. Bravo continuó vinculado a la repartición policial como profesor en la Escuela de Oficiales, para lo que fue designado en 1959 por decreto del Poder Ejecutivo y cubría las materias instrucción de sumarios y otras.
Este cargo lo desempeñó durante 32 años consecutivos. Pero el día 12 de setiembre de 1973 fue convocado por gobierno para ejercer el cargo de subjefe de Policía, que desempeñó hasta 1975, año en que se retira por renuncia indeclinable. También cumplió funciones como interventor en la cárcel de Chimbas, donde reorganizó los talleres para trabajo de los internos e hizo funcionar la chacra y otras tareas dentro del establecimiento.
-- Diferencia entre función investigativa y delincuencia
El ex inspector general Marcos A. Bravo, comentó que observa diferencia en el accionar de los policías de investigaciones de las décadas del 50 al 80 y de los actuales. Hoy se cuenta con una tecnología ultra moderna que favorece los procedimientos contra la delincuencia. Existe otra técnica, nuevas armas y vehículos veloces. Hay dos escuelas, la de suboficiales y la de oficiales, de la que egresan como sumariantes. Pero muchos de esos policías, a pesar de ascender grados, aún permanecen aferrados al manual, dando lugar, posiblemente, al titubeo y a veces a un mediocre procedimiento.
Al policía de aquellos años se lo denominaba “empleado”. Era bien respetado por la gente y sobre todo por los malvivientes. Trabajaban sin horario y sin tener en cuenta las inclemencias del tiempo, lo que significaba que actuaban con vocación y con espíritu de sacrificio.
Muchas veces hicieron procedimientos y detenciones utilizando bicicletas para el desplazamiento. La tarea era difícil pero eficiente.
La actividad ilícita más destacada era la prostitución y los juegos prohibidos. Hubo un permanente control con vigilancia y contínuas recorridas tratando en lo posible de evitar lazzpermanencia de menores. En aquel entonces los delincuentes eran muy conocidos y los que venían de afuera enseguida iban a parar a los calabozos. De ahí que surgió aquella famosa denominación de “San Juan de los pasos perdidos”.
¡PASEME UN TRAGO DE MELON!
Así como había policías rectos y eficientes, también en aquellos años los delincuentes se destacaban por su peligrosidad. Eran decididos y muchas veces enfrentaban a la autoridad, pero rara vez dispararon a traición o a matar. Luego, tras ser detenidos, costaba mucho hacerlos confesar. Se encerraban en un mutismo que hacía difícil la investigación y preferían cargar con toda la responsabilidad antes de delatar al compañero.
Lo mismo ocurría en el penal de Chimbas. Había caciques o jefes, tales como Jándula, el “Flaco” Ramos, Oliva el “Quita de fierro” y otros que hicieron gala de sus bravuras hasta convertirse en hombres temidos. Se hacían respetar pero respondían a los demás internos con ayuda y protección.
Hubo una Navidad en que muchos de los internos aparecieron embriagados con vino. Las autoridades del penal y el personal se vieron sorprendidos y ansiosos por saber cómo consiguieron la bebida.Todo resultó facilísimo. Los jefes internos con la ayuda de familiares y con el consentimiento de la dirección, solicitaron hacer un gran asado en el patio de armas. Poco antes ingresó al establecimiento una camioneta cargada con melones y sandías, cuyo conductor dijo haber sido enviado por una firma industrial como colaboración. Los mismos recluidos se encargaron de trasladar el producto a los pabellones.
¿Qué sucedió?, pues que tanto los melones como las sandias estaban huecas y llenas de vino. Las partes medias estaban pegadas y aseguradas por palillos internos. Se calcula que fueron numerosos los litros de vino que bebieron esa noche. Nadie fue responsable de este caso, a pesar del sumario.
CARNET DE DIPUTADO En el año 1958 Marcos Antonio Bravo fue ascendido a comisario inspector y ocupó el cargo de director de Seguridad y Judicial. Enseguida se hizo cargo de la Dirección de Investigaciones. Como titular de esa dependencia intervino en el esclarecimiento de una importante falsificación de carnés de diputados, cuyos autores cometieron varios ilícitos. Una banda compuesta por cuatro individuos se dedicaba a los robos de automóviles y otros vehículos, tanto en San Juan como en Mendoza. Se les hacía difícil pasarlos por los controles limítrofes debido a la obligación de presentar documentaciones. Entonces idearon la forma de falsificar carnés con los nombres de los diputados de ese entonces. Hicieron confeccionar cinco documentos sin las fotos y con ellos transitaron sin dificultad por las rutas conduciendo vehículos robados. Uno de los policías del control San Carlos, ubicado en la Ruta 40, advirtió cierta anormalidad en el documento de un legislador que le presentó el conductor de una camioneta. Ese mismo policía se enteró después que una camioneta de similares características había sido robada en nuestra Capital y desapareció de la provincia. La novedad fue puesta en conocimiento del director de Investigaciones, comisario inspector Marcos A. Bravo, quien dispuso iniciar las diligencias del caso. De ahí surgió el nombre del diputado, quien fue entrevistado y se estableció que tal documento era falso. Las averiguaciones posteriores permitieron identificar a los dos principales autores de la falsificación vinculados también al robo de automotores. Fueron apresados y puestos a disposición de la justicia del Crimen. A raíz de este procedimiento, Bravo fue ascendido a inspector general, último grado del escalafón policial. |
CARNE PODRIDA |
Escrito por Alejandro Sánchez.
Publicado en especiales El Nuevo Diario el 25 de agosto de 1995. Edición 721 |