Una nota de Alejandro Sánchez. Ocurrió en 1993. Cristina Castro de Salinas salió en bicicleta de la escuela nocturna junto con una compañera, se despidió, saludó a una prima y desde entonces no se la vio más. Una versión dice que se habría ido con su amante, pero nada pudo ser confirmado. Dejó un hijo de cinco años y esto hace sospechar que puede haber sido víctima de un hecho delictuoso.
Aún permanece el misterio que rodea la desaparición de la joven jachallera Cristina Fabiana Castro de Salinas, hecho éste que durante largo tiempo conmovió a todos los habitantes de aquel departamento norteño. Ya se cumplieron más de cuatro años del fatídico día en que, por última vez, se la vio con vida en el hogar, donde quedó el esposo, Luis Salinas, gendarme del Escuadrón Jáchal, y un hijo de ambos de cinco años.
Este suceso se produjo el 26 de mayo de 1993 y a partir de entonces, se barajaron distintas hipótesis sobre el destino y causas que motivaron la desaparición de Cristina.
Desde un principio adquirió relevancia el comentario de que se estaba frente a un hecho delictuoso. Y el principal sospechoso era precisamente el esposo. Algunos de los pobladores afirmaban que ella habría sido muerta y enterrada en algún lugar inhóspito, difícil de localizar.
Otros señalaban como versión que la joven madre, que contaba con 25 años, habría huido a La Rioja con su amante.
No obstante los comentarios, los más preocupados eran sus padres, Nicolás Andrés Castro y Mercedes Cortéz, quienes sin descanso buscaban diariamente algún dato que los oriente para conocer dónde podría estar su hija. Se aferraron a manifestar que ninguna madre abandona a su hijito aunque fuera por escapar con su hombre.
Hasta en la actualidad, los padres permanecen expectantes y viven en la incertidumbre, con la esperanza de encontrar algún día a la joven desaparecida.
Por su parte, la policía realizó diversas diligencias en procura de hallar alguna pista o indicio que revelara el lugar donde podría estar la esposa del gendarme. Las averiguaciones derivaban en la realización de excavaciones en campo abierto y la búsqueda se extendía a canales, ríos y lagos, siempre con resultados negativos.
Respondiendo a citaciones, fueron varias las personas que comparecieron a la seccional del departamento para formular declaraciones.
Luis Salinas, el esposo, estuvo detenido, pero el interrogatorio al que fue sometido nada aportó para conseguir siquiera una pista. A pesar del tiempo transcurrido, el caso permanece abierto en el Juzgado de Jáchal, a la espera de alguna novedad.
Tiempo después, Gendarmería dispuso dar de baja a Luis Salinas, probablemente por estar vinculado a este extraño caso. Más tarde se supo que Salinas formó pareja con una joven jachallera y el hijo, que ya cumplió los 10 años continúa concurriendo a la escuela y está al cuidado de sus abuelos.
La última noche en la que se la vio
La historia de este extraño caso comenzó en la noche del día 26 de mayo de 1993. Tal como lo venía haciendo regularmente, Cristina Fabiana Castro, que en aquel entonces contaba con 25 años, concurrió a clase al colegio nocturno de DINEA, donde cursaba el tercer año y tenía el privilegio de ser abanderada. Generalmente se desplazaba en bicicleta hasta para realizar las compras diarias. Esa noche, tras asistir a clase, regresó a su casa acompañada por su vecina Rosana Pereyra. Lo hicieron juntas hasta la intersección de las calles Sarmiento y 25 de Mayo, donde se separó Rosana para ingresar a su domicilio.
Cristina continuó su recorrido por calle Juan de Echegaray y después de dos cuadras, saludó a su prima Victoria Cortéz, que caminaba en sentido contrario. Esta joven comentó después que observó a Cristina cuando giraba para alcanzar la ruta 150, por donde se dirigía a su domicilio, ubicado en el barrio Hipólito Yrigoyen. Fue la última vez que la vio.
Cristina, vivía junto a su esposo, el gendarme Luis Salinas, y un hijito del matrimonio, Cristian, de 5 años. Según el testimonio del gendarme, su esposa nunca llegó a su casa.
Al día siguiente recién se hizo la denuncia ante la comisaría de la jurisdicción. Los padres Nicolás Andrés Castro y Mercedes Cortéz, visitaron los distintos domicilios de toda la familia y amistades cuyo único objetivo era el de encontrar a su hija, aunque sea obtener un dato que orientara la búsqueda. Según los comentarios, este matrimonio hizo conocer sus quejas por la indiferencia del esposo frente al caso.
Se rastrilló el río palmo a palmo
Desde entonces, la policía departamental realizó múltiples diligencias en distintas zonas sin lograr obtener una pista. Las últimas personas que vieron a Cristina tras abandonar el colegio, fueron su compañera Rosana y la prima Victoria. Ambas coincidieron en manifestar que la observaron cuando se dirigía a su domicilio, como lo hacía habitualmente.
Varias patrullas con personal policial y baqueanos de la zona recorrieron los valles cercanos con el afán de localizar alguna reciente excavación que pudiera servir de sepultura a la joven madre desaparecida. Dotaciones de bomberos se sumaron a la búsqueda por todo el departamento.
Cumpliendo directivas del juez, el doctor Jorge Pedro Aulenta, titular de la Segunda Circunscripción judicial, con asiento en Jáchal, se cumplió un minucioso rastrillaje desde el puente del río Jáchal y ruta nacional 40, aguas abajo, con la colaboración de más de treinta voluntarios. Este rastreo superó los 45 kilómetros y se cumplió durante todo un día.
Por su parte, dos dotaciones de bomberos, utilizando botes de goma y otros equipos, efectuó una búsqueda por todo el lago del dique de Jáchal. Palmo a palmo y con largos ganchos se rastreó toda la zona costera con frustrados resultados. Prácticamente no quedó lugar adyacente a la ciudad de Jáchal sin ser recorrido. En los distintos operativos participaron el titular del ministerio público, el fiscal doctor Mario Vega, el defensor oficial del Juzgado, doctor Carlos Mateo, el jefe de la Seccional 21, comisario inspector Rafael Pérez González, demás personal de esa dependencia e integrantes de la Defensa Civil.
La causa ingresó a los ámbitos judiciales y, según comentarios periodísticos, el fiscal doctor Vega, tras los resultados negativos de la búsqueda, se aferró a la hipótesis de estar frente a un hecho delictuoso, sosteniendo la sospecha de que el esposo, Salinas, podría ser el responsable del hecho o, en su defecto, sería conocedor de algunos elementos que pudieran orientar la pesquisa. Dicen los entendidos que no hay crimen perfecto y en base a esa conjetura es que existe la esperanza de que algún día se consiga llegar a esclarecer este extraño hecho.
EI padre pidió que investiguen la versión del marido
Nicolás Andrés Castro, padre de Cristina, hizo conocer al periodismo de Jáchal una versión sostenida por el gendarme Salinas: que Cristina abandonó el hogar para dirigirse a La Rioja a reunirse con su amante, de apellido Valenzuela. Dijo Castro: “Exijo de inmediato que se profundice aún más la investigación en torno a esta versión, porque si Salinas ha emitido esos conceptos, algo sabe al respecto y si eso sirve para aclarar este hecho doloroso, que sea en buena hora”.
Castro agregó que “nosotros seguimos creyendo que el señor Salinas es el único que puede dar las pistas necesarias para resolver este penoso caso en el que todos estamos atrapados, ya que él no puede de ninguna manera sentirse ajeno. No vamos a bajar los brazos en la búsqueda de mi hija hasta que podarnos encontrarla, viva o muerta, porque no hay nada más angustiante y doloroso que esta cruel incertidumbre de no saber absolutamente nada de la suerte de Cristina”.
A raíz de la versión de Castro, el fiscal dispuso iniciar la investigación en La Rioja para localizar al tal Valenzuela, pero allí tampoco hubo resultados.
EI doloroso llamado de una madre
La madre de Cristina, Mercedes Cortéz de Castro, hizo conocer una carta abierta para narrar el sufrimiento que le toca atravesar a su familia debido a este episodio. La carta dice textualmente: “Nos costó mucho llegar a este momento para tener que decir que debido a la misteriosa desaparición de nuestra hija, no hay novedades en torno al caso. Por eso decidimos hablar de esa realidad que nos ha conmovido en lo más profundo de nuestro ser, como es la de no saber si perdimos a una hija o tenemos que esperar quién sabe cuánto tiempo más, con la esperanza de un posible reencuentro con ella”.
Agrega la nota que “desde un primer momento dijimos a las autoridades que nuestra hija tiene que aparecer como sea. En nuestro país tenemos organismos responsables de la seguridad de las personas y hasta el momento, esos organismos han dado muestras de su ineficaz tarea en la búsqueda de nuestra hija. Todavía estamos esperando los canes rastreadores de personas y desde nuestra denuncia pedimos a las autoridades policiales y judiciales la búsqueda de Cristina, así su desaparición se haya producido por voluntad propia, se haya ido sola o con alguien, o le haya sucedido algo en el trayecto a su casa o en su propio hogar con su esposo”.
Refiriéndose al esposo de Cristina, señaló que debe aportar las razones por las que tiene tanta certeza de que ella no va a regresar. Teniendo en cuenta que dijo que su esposa estaba enterada de su relación extramatrimonial, él sería el único responsable de que nuestra hija haya tomado la supuesta decisión de irse”.
Agrega la carta que “son muchos los interrogantes, pero el sufrimiento de Salinas nos tiene sin cuidado, porque desde el primer momento ha dado muestras de su total indiferencia y despreocupación por la búsqueda de su esposa, aunque sí tuvo tiempo de buscar a su amante y burlar la vigilancia policial para llevarla a su domicilio, el mismo que meses atrás ocupaba con su esposa, nuestra hija”.
Nota publicada en “El Nuevo Diario” el 7 de agosto de 1997, edición 819. |