Dicen que durante la gobernación de Sarmiento, un sacerdote lo criticó duramente desde el púlpito.
Fue tan duro el religioso que hasta llegó a decir:
—Sarmiento es el demonio en persona. Estoy seguro que ni siquiera le falta la cola.
Naturalmente, el gobernador Sarmiento se enteró de los conceptos del cura.
A los pocos días se encontraron en una calle.
El gran maestro se le acercó al religioso quien intentó evitarlo.
Pero Sarmiento, decidido, lo saludó con deferencia y le tomó las manos. Luego, acercó las manos del sacerdote a su traste mientras, con una sonrisa le decía:
—Toque, padre, toque. Compruebe usted mismo si el gobernador tiene cola.
Extraída del libro “El lado humano del poder, anécdotas de la política sanjuanina”, de Juan Carlos Bataller, publicado en marzo de 2006