El legado artístico de Beatriz Dorgan

 María Beatriz Dorgan desarrolló su obra artística signada por la búsqueda de un lenguaje plástico personal; apoyado en el dominio del oficio, el conocimiento de materiales, la estilización morfológica, la recuperación de cierto goce artístico, distante del conceptualismo y el expresionismo de  los 80.

Egresada del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de San Juan. Obtuvo en 1992 el Primer Premio Estímulo en el Concurso “Alejandro E. Shaw para escultores jóvenes” convocado por la Academia Nacional de Bellas Artes, un certamen que posee trascendencia para el reconocimiento de las posibilidades de alcanzar un alto grado de calidad artística a partir de los desempeños iniciales.

En el concurso convocado por el Banco de San Juan en 1999  logró el Primer Premio, por un proyecto denominado “El ramo” – una talla en mármol de grandes dimensiones -. Luego de su ejecución, fue emplazado en el rosedal ubicado entre la Catedral y la sede de la institución financiera. En esa oportunidad, la destacada escultora Eliana Molinelli – miembro del Jurado – señaló el carácter de contemporaneidad del proyecto,  entendiendo por tal el encuadramiento dentro de los  presupuestos del manifiesto “Avatares del arte” (1989) presentado por Gumier Maier en el Centro Cultural Rojas. La opinión adquiere relevancia porque  Molinelli produjo su obra desde otra orientación estética.

Dentro del campo de la escultura,  también fue distinguida  con el Tercer Premio, Salón Nacional de Escultura en 1998. Su obra integró la exposición Arte de Cuyo en el Centro Cultural Recoleta y Museo Sívori de Buenos Aires en 1999.  Expone desde 1981, participó en exposiciones colectivas en San Juan, San Luis, Entre Ríos y Buenos Aires. En el año 2012 creó la obra “Tierra-Fuego-Sol, Sol –Fuego-Tierra”, una chapa de cobre plegada, que forma parte del patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson.

En forma paralela como integrante del Centro de Creación y Museo Tornambé de la UNSJ – en el que se destacó por su compromiso profesional y disposición para contribuir con las tareas de la institución -, prosiguió con el taller de vitrales iniciado por la Prof. Leonor Rigau dentro de un proyecto de estudio de las posibilidades de resistencia de los vitrales en las zonas sísmicas. Si bien prosiguió con la exactitud técnica que requiere esa disciplina, desplegó un punto de vista personal.

Durante el año 2016 tuve la oportunidad de observar su voluntad creativa, el método de trabajo y escuchar sus ideas estéticas, desde estos elementos se puede juzgar que se encontraba en un momento de madurez creativa y que había alcanzado su meta de producir pinturas en vidrios, en las que cada pieza valía en sí misma. Artista sensible, su obra es sólida y se despliega en un tono de indiscutible elegancia.

Si bien fue una figura infaltable en la escena artística,  con el paso del tiempo se advertirá que su estilo se ubica en un polo de la estética provincial iniciada en  los 90 – que refleja a su vez la tensión del arte nacional -, que ella nunca pretendió exteriorizar más allá de su obra.

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"El ramo", talla en mármol de grandes dimensiones, emplazada en el rosedal ubicado detrás de la Catedral
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