Director, bailarín, coreógrafo y docente. Desafiando los códigos de su época, dedicó su vida al arte del movimiento.
Juan Carlos Abraham nació el 3 de octubre, de 1938, en Pocito. Sus padres fueron Apes Abraham y Nemecia Oro. Apes era un inmigrante sirio, oriundo de Damasco, que llegó a Argentina escapando de la guerra del oriente.
Juan fue el menor de cuatro hermanos. Antes que él nacieron: María Elena, Elsa Beatriz y Estela del Carmen.
En la Villa Aberastain, Pocito, la familia Abraham tenía un negocio de comidas, donde también se podía jugar al billar. Todos, padres e hijos, colaboraban con el local. Carlos ayudaba, en especial, en la preparación de los platos.
La inclinación de Juan Carlos por el arte comenzó a vislumbrarse durante su niñez. El hermano de su madre era el reconocido guitarrista Raúl Oro. Gracias a ese parentesco, creció entre peñas y guitarras. Además, era fanático del cine, iba casi todos los días para admirar a los bailarines estrellas de Hollywood: Fred Astaire y Gene Kelly.
“Desde chico tenía vetas artísticas, era un adelantado, muy visionario, un revolucionario a la época”. Cuenta su hija Marian Abraham.
Más tarde, en su adolescencia, Abraham comenzó a encargarse de la organización de los actos escolares. Entre otras cosas, se ocupaba de armar las coreografías para las presentaciones. En una oportunidad, visitó su escuela un grupo de profesores, bailarines de Buenos Aires. Los profesionales lo vieron y, admirados por su destreza, lo quisieron llevar a la provincia porteña. Pero su padre se negó a que viajara y le dijo que el arte era de locos, que él tenía que ser médico.
A los 18 años ingresó en el servicio militar, en Uspallata. Dos años más tarde, cuando terminó, regresó a la ciudad. En esa época, desafiando el mandato de Apes, comenzó a dar sus primeros pasos en la danza junto a la bailarina Nebita Alladio. Fue en ese tiempo, cuando conoció a quien se convertiría en su compañera de escenario: la bailarina Violeta Pérez Lobos.
Desde entonces, se convirtió en una destacada figura de la danza de San Juan. Entre otras cosas, fue docente del ISA (Instituto Superior de Artes) y, durante ocho años, bailó para el programa “San Juan Alta visión”, que se transmitía por Canal 8, en la década de 1960.
Además, fue coreógrafo de la vieja Fiesta Nacional del Sol, las primeras veces que el espectáculo se montó en el autódromo de Zonda. Él tuvo la idea de que el festejo se hiciera entre los cerros. Poco después, en la década de 1980, fue jurado permanente del Festival Nacional del Folclore Infantil La Cumbre. Mantuvo ese lugar por varios años, hasta que falleció.
Algunas de sus obras destacadas, como coreógrafo y director, fueron: Carmina Burana, Febrero 30, Cineydesis, Misa Luba y la Cantata Sudamericana, que fue televisada para todo el país y estuvo grabada en escenarios naturales. Sus pies se deslizaron por toda la provincia y llegaron hasta los teatros San Martín e Independencia de Mendoza.
Otro de los grandes méritos de Juan Carlos fue montar la cantata sanmartiniana en el Anfiteatro del Auditorio Juan Victoria. Trajo a los granaderos a caballo, que se presentaron junto a la Orquesta Sinfónica y al Coro Universitario, entonces dirigido por Juan Petracchini quien, junto al artista Hugo Vinzio, fue uno de sus grandes amigos.
Uno de los legados más importantes de Abraham, para la provincia, es el ballet que creó junto a Violeta Pérez Lobos, a mediados de la década de 1960. El instituto nació como “Alba”, que significa apertura a la vida. Unos años más tarde, en 1976, los bailarines le cambiaron ese nombre por el de “Estudio Coreográfico Argentino”, denominación que se ha mantenido hasta el siglo XXI. Desde ese lugar, Juan desarrolló gran parte de su trabajo como docente.
“Era un gran coreógrafo, maestro y director. Tenía un manejo con la gente que era increíble. Hacia bailar a niños, adolescentes y adultos.” Así lo recuera su hija Marian.
En 1968 Juan Carlos Abraham se casó con Antonieta Chiappini, cantante lírica. Chiappini siempre estuvo abocada a la música. Durante varios años, ha sido profesora de Técnica Vocal en el Centro de Creación Artística Coral de la Facultad de Filosofía de la UNSJ.
Juan y Antonieta tuvieron dos hijos: Marian (1973) y Juan Carlos (1976), ambos han seguido las huellas artísticas de sus padres. “Era muy solidario, visionario, y sobre todo excelente padre. Nos daba muchos consejos y trataba de instruirnos a través de la lectura, de la música y del conocimiento. Él me dejó a mí, siempre recuerdo, que el escenario es un lugar sagrado donde no importa la cantidad, sino la calidad que cada uno deja cuando sube y que hay que dejarlo todo arriba. Siempre decía eso, todo, para que el que estaba del otro lado se pudiera llegar a emocionar.” Palabras de Marian Abraham.
Juan Carlos Abraham falleció el 22 de mayo de 1987, a causa de un aneurisma de aorta, mientras daba un curso de asistencia en Trelew.
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Fuente: Marian Abraham