Comienza la vida
En aquel San Juan de 1928, justo el año de las grandes obras: el año que se inauguraba el camino de Jáchal a Rodeo, el año que nacía el Estadio del Parque de Mayo, el año del camino a Calingasta el año que la Azucarera de Cuyo produjo más de cien toneladas de azúcar en Media Agua, el año que se comenzaba la Ruta 40 a Mendoza, justo ese año el Hospital Rawson aún no estaba terminando, y por eso doña Herminia Laspiur dio a luz a su único hijo en el Hospital San Roque (la actual Plaza Gral. Paz, ubicada en la manzana de Jujuy, 25 de Mayo, Aberastain y San Luis) aquel 21 de agosto de 1928.
Lo bautizaron en la Catedral, a los 9 días, el 30 de agosto, justo el día de la patrona de los ventarrones, y lo llamaron José Ricardo Juan Baez Laspiur.
Don José Baez, el papá, era de los Conservadores, y andaba en aquel entonces en “guerra abierta" con los Cantoni, por eso tuvo que venir desde Mendoza escondido en el baúl de un auto a conocer a Ricardito: y si bien llegó en diciembre del 28 la intervención de Yrigoyen a San Juan y don José regresó a la provincia, los años siguientes continuaron las revoluciones políticas, y don José con doña Herminia y su pequeño hijo emigraron a Mendoza.
Allí comenzó la escuela primaria en el Colegio Marista, y por fin ya calmados los ánimos, pudo regresar la familia Báez Laspiur a su casa, en la calle Catamarca, a unos metros de la Plaza Laprida, cerquita de los tíos y primos, quienes fueron como sus hermanos de niñez.
Frente a la plaza estaba la escuela Superior Sarmiento, en la que doña Herminia se jubiló como maestra, y en la que Ricardito siguió estudiando. La plaza Laprida fue como el patio de juegos donde fue creciendo, hasta que cambió de escuela, para comenzar Humanidades en el Colegio Don Bosco.
Ya había recibido la Primera Comunión y Dios había tocado su corazón. Cumplía trece años, cuando aquel segundo semestre del año 1941, ingresaba al Seminario San Agustín, en calle Mitre y Entre Ríos, allí comienza su espíritu a tomar alas, a hacer grandes amigos y a caminar hacia el sacerdocio.
En enero de 1944 todo San Juan queda en ruinas, de repente todo se termina... y todo debe empezar de nuevo. Ricardo pasó el terremoto dentro de la pileta que tenía la Casa de Descanso del Seminario en Marquesado (hoy Casa de Betania).
Y a poco tiempo partía de San Juan hacia el Seminario de Córdoba, porque en vez de quedarse en el dolor y en el miedo de la tierra temblorosa, se animó a más, y seguramente cuando se iba alejando de estas tierras le diría a este suelo como el poeta: “...potro salvaje, tierra embravecida, no lograrás desarraigar mi vida de valle de mis sueños y mayores”.
El Seminario Nuestra Señora de Loreto en pleno centro de Córdoba, fue su nueva casa. Allí nacieron los amigos de toda la vida. Allí se formó como sacerdote a través de los estudios filosóficos y teológicos. Y allí conoció la figura que inspiraría su vida sacerdotal: el Cura Gaucho y Cordobés, el cura Brochero.
Cuántos sueños de ser evangelizador, de trazar caminos, de llevar el agua, de transformar la tierra, y de levar por esos caminos y esas tareas a los hombres hasta Dios y el Evangelio -como lo había hecho Brochero-, pasaron en esos años por su corazón.
Inicio del servicio
Y Dios bendijo esos sueños, por eso el 6 de diciembre de 1953, después de diez años en Córdoba, recibía en la Capilla del Colegio la Inmaculada el Orden Sacerdotal de manos del Obispo Audino Rodríguez y Olmos. Hacía ya casi diez años que no existía la antigua Catedral donde había recibido su Primera Comunión y su primer llamado de Dios.
El 8 de diciembre celebró la primera misa en la misma Capilla donde fue ordenado.
Un diario del día siguiente dice al relatar estos hechos: “el joven sacerdote es hijo de una familia sanjuanina donde las prácticas de la vida cristiana han sido siempre una virtud sobresaliente, y esta circunstancia ha modelado el espíritu de José Ricardo, para conducirlo por la senda de la vocación.... Para nuestra provincia significa a la par que un motivo de orgullo, una demostración fehaciente de que las virtudes cristianas siguen cultivándose en los hogares sanjuaninos.... a ello se unen las circunstancias de que el nuevo Ministro de Dios posee condiciones intelectuales y antecedentes que permiten esperar de él una labor que ha de traducirse en obras espirituales imperecederas en nuestra sociedad....”
Y no había tiempo para perder: San Juan se estaba reconstruyendo, y la Iglesia sanjuanina también.
En enero de 1941 asume como Vicario de Valle Fértil. Dice el Diario La Acción: "... el flamante sacerdote que actuará en el Valle junto al Padre Medina Suárez, fue objeto de una calurosa recepción a su arribo al aeropuerto departamental, siendo recibido por autoridades y figuras representativas de distintas localidades junto a una numerosa feligresía. La juventud, inquieta e inteligencia del joven sacerdote, le abren horizontes de posibilidades plenas de éxito en la sagrada misión impuesta”.
Poquito menos de dos años duró este destino, tiempo suficiente para crear la Acción Católica en todos los pueblos posibles, para visitar a lomo de mula las sierras, para construir la Capilla de Usno y para dejar a altura de techo la capilla de La Patroncita en San Agustín.
Refundo el Club Sportivo Valle Fértil y fue a la vez presidente del club y jugador titular de este equipo. El Obispo de La Rioja lo nombra Vicario de la región oeste del Departamento Independencia de aquella provincia, para atender las localidades de Aguanjo, Paganzo y Amaná.
En la primavera de 1955 llega el nuevo destino: Vicario de la Parroquia San José de Jáchal, a cargo de la Vicaría Foránea de Iglesia. Era tal la necesidad de construir de nuevo San Juan, que las personas no alcanzaban, por eso el Gobernador a cargo de la reconstrucción, el Interventor Carreras, no encontró obstáculo al pedir al Arzobispo que el sacerdote de Iglesia, fuera también su Intendente, es decir el padre Báez.
Alrededor de dos años tuvo estos cargos. Construyó la capilla de Santa Lucia en Colola, de Ntra. Sra. de Andacollo en Angualasto, comenzó la capilla de Las Flores. Construyo el camino de Rodeo a Colanguil, el camino de Tudcum a Angualasto, llevó la luz eléctrica por primera vez a todo el departamento. Creó las Cooperativas de Productores Semilleros, y hasta fue el primer panadero... con harina de los molinos jachalleros.
En Jáchal construyó la capilla de Ntra. Sra. de La Merced, aunque los Jóvenes de Acción Católica fueron su gran logro.
Por eso desde junio de 1957 fue nombrado Asesor Arquidiocesano de los Jóvenes de Acción Católica. Canónigo del Cabildo Eclesiástico y Capellán del Hospital Rawson.
Ese mismo año llegó por primera vez a San Juan la Virgen Peregrina de Fátima, y fue ella la que quiso quedarse en el Barrio Obrero Rawson, en la flamante Parroquia de Fátima, a sólo dos cuadras de donde el Padre Ricardo había conseguido una casa para sus padres. Aquí se selló su gran devoción y amor a la Virgen de Fátima.
En diciembre de ese mismo año era designado Cooperador de la Parroquia de Desamparados, para acompañar en sus últimos pasos en esta vida al Padre Pérez Hernández. El Diario Tribuna tiene un artículo de la Obra de Las Vocaciones que dice: "El pueblo de Desamparados está de fiesta, hoy ha celebrado su primera Misa el Padre Baez Laspiur en Iglesia Parroquial, hoy ha cantado el gloria, estremecida su alma ante la sublimidad de esta fiesta de esperanza. Él también estará feliz, habrá sentido otra vez sobre si la mirada de Jesús diciéndole: tú que me amas más que los otros, sígueme... Es árbol joven, a cuya sombra iremos todos, los cansados, los débiles, los enfermos. Se inundará de gozo viéndose rodeado de niños que lo esperaban; de jóvenes, que irán a él confiados, y él les enseñará a amar a Jesús con toda el alma, y él los llevará a beber de la fuente de la salud y de la vida en la Eucaristía....".
Su labor en la Ciudad de San Juan en estos años estuvo marcada por el acompañamiento a los Jocistas (Jóvenes Obreros de la Acción Católica) que venían de sufrir la gran persecución religiosa y la posterior revolución de 1955. Ser católico era muy difícil, el país estaba dividido y la religión católica herida. Y una vez más había que empezar. Tal vez San Juan no sufrió tanto, no hubo Iglesias para quemar, ya las había tirado el terremoto; pero había cristianos cuya moral había que volver a edificar, por eso la construcción de la iglesia parroquial de Desamparados no fue lo más importante, aunque no por eso la dejó de edificar todo lo que pudo.
Los hechos más destacados fueron las imponentes manifestaciones de fe y devoción popular organizadas con los jóvenes, con las que el pueblo cristiano fue encontrando nuevamente el camino. Los diarios de Chile destacan la gran ayuda de la Iglesia sanjuanina a los chilenos que sufrieron también su terremoto en el año 1958, ayuda económica y material de toda la Provincia que fue organizada y llevada hasta Chile por el Padre Ricardo.
Dos años después, con todo el calor del verano de 1959, llegaba un nuevo desafío. Entre las ruinas del gran San Juan, el obispo había formado una parroquia compuesta por barrios que se estaban haciendo y toda una zona entre Rivadavia y Rawson: Villa del Carril. Hacía ocho años que estaba creada la parroquia, pero sólo existía una capilla de latas. Había que hacer todo. Y allí llegó acompañado mucho tiempo por su madre, a vivir entre cañas y barro. Comenzó con una guardería infantil (para hijos de madres obreras) que era lo más urgente, el templo y la casa parroquial y un jardín de infantes venían después.
Todo a pulmón, dicen los diarios. Hubo un importante cartel a la entrada que todos los diarios de la época recuerda: “estas obras se hacen con la ayuda de los pobres y las promesas de los ricos”.
Las obras estaban comenzadas, pero llegaría el momento de parar para retomar fuerzas. Se acercaban diez años de sacerdocio y era la hora del balance y de la confirmación.
Corría el año 1960 y relata el diario Tribuna: "En las primeras horas de la tarde de ayer, partió en barco hacia Europa el padre Báez Laspiur, quien ha sido becado para proseguir sus estudios en el Instituto Internacional de Estudios Sociales de la Pontificia Universidad Gregoriana, de Roma". Y otro periódico agrega: "Esta beca le permitirá realizar estudios que, teniendo en cuenta sus inquietudes por el bienestar popular, han de redundar en beneficios para nuestra provincia”.
Largos ratos junto a la tumba de los apóstoles: largas jomadas de estudio; la Roma milenaria; imponentes celebraciones en San Pedro: el Papa Bueno, hoy Beato Juan XXIII; parroquias y conventos en los que confesaba y celebraba misa para ganarse el sustento.
Pero también quería conocer Europa, y fue cuando apareció una gran compañera de caminos: "La Vespa", una motoneta que se trajo de Europa con muchísimos kilómetros hechos en Italia, Francia, España, Portugal; y que durante años lució orgulloso en San Juan porque estaba cargada con escudos de todas las ciudades donde anduvo.
Y regresa a San Juan para completar las obras en Villa del Carril. En el año 1962 inaugura el templo Ntra. Sra. de Lujan, gran fiesta presidida por Mons. Audino (el mismo día que el Obispo celebró sus bodas de oro sacerdotales); comienza a levantarse el nuevo edificio del Colegio que ya tenía más de quinientos alumnos, la Guardería Infantil con 80 niños, las capillas de los Barrios Del Carmen y Sta. Teresita. Hasta anda detrás del asfalto de las calles importantes de la Vila.
Los diarios insisten "en la avanzada social de la Parroquia, en la organización interna de los grupos Parroquiales y en la pronta solución a todos los desafíos que el ambiente plantea”.
El 8 de mayo de 1963 es trasladado al departamento Caucete".
La segunda década
En septiembre de 1963 llegó a la parroquia Cristo Rey, en Caucete. También había que reconstruir todo. El templo lo hizo funcionar durante años en un cine anexo a la parroquia. Construyó las capillas de La Puntilla y de Villa Independencia, creó cinco guarderías infantiles, y luego comenzó con el templo de Cristo Rey. No se quedó en la ciudad, era el párroco del departamento, por eso se lo encontraba en Balde de Leyes y en Marayes. En Bermejo, ayudando a doña Petronila, la abuelita que difundió la devoción a San Expedito; en Pie de Palo, en El Rincón.
Aunque si hay una obra que marcó la segunda década de su sacerdocio, es el Santuario Difunta Correa. Era sólo un paraje con una gruta y un caserío cercano en medio del desierto. Organizó la Fundación Cementerio Vallecito, fue su presidente, junto a las máximas autoridades de Caucete, y todo un pueblo que compartía sus sueños.
Primero la calle que unía Caucete con la Difunta Correa hubo que convertirla en ruta. Después el templo de la Virgen del Carmen para que María encauzara siempre la fe cristiana. El centro comercial, la hostería, las capillas, los galpones y asadores, la estación de servicio.
Funda las Escuelas de Guallaguás y de Vallecito, obtiene la luz eléctrica, los camiones para el agua; logró una administración envidiable y transparente. Hasta se implementó en todo Vallecito el regadío por goteo.
Fue el director de la Revista Difunta Correa, de distribución nacional, incorporó a la Difunta Correa a la Pastoral Nacional de Santuarios, trabajando junto a grandes Santuarios como Luján y San Cayetano. Aún lo recuerdan: descansando en las noches en un catre bajo la frescura de un algarrobo, soñando y haciendo.
Fue rector del Liceo Agrícola Santa Rosa en 25 de Mayo. Ante la necesidad de sacerdotes, hubo un tiempo en que atendía junto a su parroquia de Caucete, a 25 de Mayo, Valle Fértil y hasta Media Agua.
Allí en Caucete dejó sepultados a sus padres.
La década de la pascua: morir y resucitar
Sus 20 años de sacerdocio, lo encontraron inaugurando el templo parroquial. Pero vendría una década muy especial. Es muy fácil ser fiel en los grandes logros, en los aplausos, cuando las cosas van bien. Pero Dios mide la fidelidad en el crisol del sufrimiento. Y el sufrimiento tenía que llegar. La tercera década de su sacerdocio fue una larga semana santa, con noches de dolor, lágrimas, soledades, abandonos, traiciones.
En 1965 vallecito se convirtió en un botín muy codiciado por políticos de paso. Un cura que "movilizaba" tanta gente era subversivo. La misma Iglesia llegó a declarar la excomunión de quien llegara a la Difunta Correa.
Desaparecían y morían cruelmente grandes amigos suyos, como el obispo Angeleli de La Rioja. Y llegó la cárcel, la suspensión de todos los oficios eclesiásticos, la enfermedad con la pérdida de un riñón. La soledad fue compañera fiel.
Sus primos y tíos le prepararon "su lugar" en cada casa. Les ayudaba a administrar fincas y hacía miles de cosas para ocupar el tiempo. Celebraba misa en las Hermanas de La Sagrada Familia, en la calle Gral. Paz.
Festejó junto a un puñado de amigos sus bodas de plata sacerdotales en el Colegio La Inmaculada. Sin embargo, supo ser fiel. Por eso todo lo vivido no alimentó el odio en su corazón, el dolor no lo cambió, lo forjó para ser más fiel. Es así que cuando hacía falta para algo, allí estaba, fuera para hacerse cargo por un tiempo de la Parroquia La Merced, o para dar una mano en Valle Fértil, o atender una Novena en la villa que fuera.
La semana santa termina con el amanecer de la Pascua. Y ese amanecer lo encontró al Padre Ricardo en Valle Fértil, cuando llegaba a San Juan Mons. Di Stéfano, quien siempre sonreía al decir "me lo traje del Valle”.
Con Di Stéfano comenzó una nueva etapa en la Iglesia de San Juan: multiplicación de Parroquias y colegios, de vocaciones y de congregaciones religiosas. Y Báez era el que más conocía de San Juan, por eso lo llevó cerca suyo.
A comienzos de 1981 fue nombrado Capellán del Hospital Rawson y de las Hermanas de La Sagrada Familia. Luego Capellán del Colegio Orzali y del Colegio La Inmaculada. Y volvieron las obras: aulas y salones en los colegios, recibir y ubicar a nuevas congregaciones religiosas.
Desde agosto de 1982 fue secretario privado del arzobispo.
Se hicieron grandes amigos y confidentes, y sin embargo, cuando podía "se escapaba" para ayudar en alguna Parroquia, a algún sacerdote mayor, como el Padre Erasmo en Fátima, o el Padre Siseo en Santa Lucia, o el Padre Carlos en Pocito. Encontró tiempo y medios para organizar el día junto al obispo, y a la vez escaparse para construir la capilla de Santa Rita en Villa Malaissi, o andar armando el loteo de la Villa Navidad del Medanito. Debía encontrar casas para las religiosas que llegaban a la provincia en San Martín, en 25 de Mayo, en Pocito, en el Centro, en Rivadavia.
"Estaré siempre con ustedes"
El siguiente es el mensaje publicado por el padre Ricardo Báez, en el año que cumplía sus 75 años de edad y sus 50 como sacerdote:
“Querida comunidad parroquial, Estaré siempre con Ustedes.
Aunque se acerca el momento de dejar en las Manos amorosas de Dios todo lo realizado en este Chimbas que tanto quiero y querré, para dar paso a una nueve etapa en la vida de la Iglesia
Parroquial, nunca dejaré de ser un chimbero, porque aquí dejo parte de mi vida y de mi corazón.
Despedirse no es irse, es seguir compartiendo las esperanzas, ilusiones y anhelos de este “mi pueblo chimbero”; aunque desde el lugar que Dios me pide ocupar en adelante.
A cincuenta años de mi vida sacerdotal siento que una do las cosas que me impulsó a seguir siempre, fue el saber que mi único deber era servirlo a Dios presente en mis hermanos.
Mi deseo es que guarden en sus corazones lo que yo le aprendía la vid»: debemos compartir, trabajar en comunión con los demás, ser una iglesia generosa, sensible que llegue a todos, sin distinciones, porque Dios nos ama a todos sus hijos por igual.
Les pido que quieran siempre a tos sacerdotes que la Divina Providencia les envié como pastores de este pueblo. No le pidan a ninguno que sea como yo, o que haga las cosas como las hice yo, cada uno tiene un don de Dios para “continuar” la tarea evangelizadora; síganlos, cuídenlos, acompañemos: sean una sola familia unida en la mesa Eucarística. Es allí donde Dios los seguirá guiando y fortaleciendo.
He querido compartir con ustedes, en estas páginas muchos de los logros obtenidos en mis años de sacerdocio. Quiero que sepan que todos ellos fueron providenciales, nacidos de compartir los sueños de las comunidades que me encomendó la Madre Iglesia, e Inspirados por Dios en la Intimidad de la oración. El mérito de todos los logros es de Dios, que me hizo soñar y hacer todo el bien que pude, acompañado siempre por el amor incondicional de María, mi Madre. Los errores y defectos fueron sólo míos, y por ellos les pido perdón. Perdón porque mis manos no alcanzaron para llegar a todos y cada uno. Perdón por no haber sabido quererlos más.
He dejado pan el final lo más grande que tenemos los chimberos: nuestra Madre de Andacollo. Madre en la que siempre confié, la que siempre me sostuvo, y en la que recliné mi cabeza cuando sentía que mis fuerzas se agotaban o no sabía qué caminos seguir.
A Ella le he hablado de cada uno de ustedes, de sus cruces y esperanzas. A Ella los seguiré encomendando cada día desde el lugar donde Dios quiera que me encuentre.
Quiero despedirme de todos haciendo mía una frase de un santo: “Hijitos míos, yo ya he hecho mí parte, que el Señor les muestro la suya. Desde donde esté, en esta Tierra o en el Cielo, seguiré pidiendo por ustedes como lo hice hasta hoy”.
Dios les bendiga y María los ampare siempre.
Padre Ricardo Báez.
Sucedió al padre Ricardo Báez, en el cargo de cura párroco el presbítero José Pepe Fuentes.
Volver a empezar
Desde mayo del 84 fue capellán del Instituto Penal de Chimbas.
Un día monseñor Di Stéfano le dijo: “quiero hacer una parroquia en Chimbas que está creciendo cada vez más, y la tienen que atender desde Concepción. San Francisco, Desamparados y hasta los padres de Marquesado tienen que dar una mano: pero todavía no tenemos sacerdotes suficientes.
—Cuente conmigo monseñor. Me pasé la mayoría de mi vida construyendo de la nada, reconstruyendo la Iglesia sanjuanina quiero volver a empezar. Yo seré el cura de Chimbas.
Aquel diálogo llego de proyectos y sueños terminó recién el 9 de marzo de 1986, en un profundo y prolongado abrazo de amigos al asumir como primer párroco de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo de Chimbas. Para el padre Ricardo era volver a empezar. Para los chimberos era un cura mayor, casi viejo, ausente de toda noticia importante desde hacía más de diez años. Casi nadie se acordaba de él. Sin embargo, su primer discurso en Chimbas fue con dos palabras: "A trabajar”.
La primera gran experiencia Parroquial fue participar de la Misa del Santo Padre Juan Pablo II en Mendoza. A los dos años ya estaba el nuevo templo parroquial, la casa parroquial, los salones.
Los movimientos que se iban afianzando, la organización de las comunidades. En la misma casa parroquial inauguró el colegio. Primero los jardines que luego iban a continuar en el colegio primario, en un predio cercano a la parroquia.
Aquel año, Chimbas vive la primera experiencia en San Juan de Catequesis familiar, que el padre Ricardo instaura para toda la parroquia.
Fue también el ano de iniciar las primeras capillas en los sectores del departamento, tarea que se fue retrasando porque la crisis económica del 89 hizo que asumiera las ollas populares durante varios meses. Logra construir la guardería infantil y el primer comedor parroquial en Villa Unión.
La década del `90, la comenzó con una serie de capillas en Villa Unión, en Villa Juan XXIII, en Barrio Laprida, en Villa Morroño, en Parque Industrial (donde nace el Santuario San Cayetano), en Barrio Buenos Aires, Vila del Rosario. Villa El Salvador. Barrió Bandera Argentina y Villa Videla.
—Hacen falta las capillas —solía decir— para hacer la parroquia "comunidad de comunidades". También construye el templo y la futura casa parroquial en el Barrio Santo Domingo, que se convertiría en la segunda Parroquia de Chimbas.
Recibe a las Hermanas de la Inmaculada Niña, congregación que llega a sumarse a la tarea evangelizadora en Chimbas.
A comienzos del 92 la parroquia se reduce a la mitad de su tamaño original, se crea la parroquia Santo Domingo, pero la población se va multiplicando. El colegio crece junto con la población y en este año ya cuenta con el primario, el secundario y capacitación laboral.
Creó las vacaciones para familias, con el objetivo de "compartir casas y comida. El verano del 93 recibió a más de 3500 chimberos en las playas de Chile.
Y sumado el aporte semanal de cada comunidad logra ampliar los comedores Infantiles a Villa Borrego y a Parque Industrial, y después al Lote Hogar 4. Llegaba al final de la cuarta década de su sacerdocio “trabajando”, con muchos proyectos y sueños, pero también con la salud un poco debilitada.
Los diez años de la parroquia lo encuentran inaugurando capillas: Villa Centenario, Villa Nueva, Lote Hogar 8 y 15. Veintidós grutas acompañaban ya la vida de barrios y villas.
Surgieron los primeros lotes y casas mediante el IPV para familias carentes de techo. Chimbas tenía ya el doble de población que cuando se creó la parroquia, y aquel proyecto se hizo realidad en los Barrios Andacollo que comenzaron a multiplicarse año a año.
Vive la inmensa alegría del reencuentro con sus compañeros de seminario después de cuarenta y cinco años, cuando vienen a su San Juan para acompañarlo con sus setenta años de vida.
Y con los años llegan los homenajes a su labor eclesial y social, desde ser nombrado Ciudadano Ilustra de la provincia, hasta el reconocimiento de manos del mismo presidente de la Nación, placas y galardones que no cambiaron su alma, sólo fueron como el agua refrescante en medio del camino, para “seguir andando nomás".
Llega el año 2000; San Juan ve reabrirse su seminario, después de 56 años, y el padre Ricardo sigue soñando y haciendo: "una parroquia para todos, que llegue a todas partes".
Organizó la Fundación Di Stéfano, responsable de viajes y construcción de barrios, que ya llegaban a las mil viviendas.
El colegio llegaba a tres mil alumnos, organizado en cinco niveles distintos, y abarcaba ya otro de sus grandes sueños: los adultos en el tumo noche. Inaugura la capilla de la Villa Mariano Moreno, e inicia las obras de la capilla en Villa Forres, Barrio Bandera Argentina, Villa Sarmiento y Barrio Parque Independencia.
Con el nuevo milenio, San Juan recibe a su nuevo obispo, monseñor Alfonso Delgado. El padre Ricardo siente muy hondo la partida de "su" padre y amigo, Monseñor Di Stéfano, primero de San Juan, luego de este mundo; comienza a ver que se acerca el momento de dar paso a otros que sigan; porque en Chimbas vivió muchas cosas grandes, pero hubo una de mayor importancia para su vida sacerdotal: nunca estuvo solo, catorce sacerdotes jóvenes fueron compartiendo como Vicarios la tarea pastoral a lo largo de su estadía en la parroquia.
Llegó el 2003, y Andacollo de Chimbas es una de las parroquia más grandes en población de toda la provincia, 48 comunidades, 190 grupos y movimientos, 16 capillas, 145 grupos de catequesis, 300 docentes y más de 3500 alumnos en el colegio, 8 barrios, 5 comedores infantiles, infinidad de Amigos.
En junio de ese año el obispo pudo conocer toda la parroquia en su visita pastoral. Una semana agotadora de celebraciones, recorridas, reuniones, encuentros; que dieron al pastor una real dimensión de la vida de la iglesia en Chimbas.
Cuando se acercaban sus 75 años, tuvo que hablarle a todos los sacerdotes y seminaristas de San Juan. Les dijo:
—“He cometido muchos errores, soy un pecador, podrán criticarme muchas cosas, pero si hay algo de lo que nunca me podrán acusar es de que éstas manos consagradas por Dios hace cincuenta años, nunca fueron un puño cerrado, nunca fueron una mano que Intentó aplastar a nadie. Siempre fueron manos tendidas a quien me necesitó, para levantarlo del pecado o de la miseria humana...”.
….. agradecido por la vida y por poder servir, el padre Ricardo se puso de pie, y cuando fue a guardar nuevamente aquel sobre rosado – su pequeño tesoro – en la pila de papeles y carpetas, miró la carpeta que estaba encima, la que había recibido en la misa de la mañana, la de sus 50 años de sacerdocio, de manos del obispo.
La tomó en sus manos temblorosas, y recorrió lo que decían, primero la tarjeta: “Su Santidad Juan Pablo II saluda cordialmente al Pbro. José Ricardo Juan Báez Laspiur, que con gratitud celebra sus bodas de oro sacerdotales y se complacen en hacerle llegar paternas felicitaciones por todo el bien realizado en estos años con su gozoso servicio a la Iglesia, generosa entrega a los hermanos y evangélico testimonio de fe, solidaridad y amor. Junto con los mejores voto y bajo la mirada misericordiosa de la Santísima Virgen, Madre de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, el Santo Padre le imparte con afecto la Bendición Apostólica”.
Y luego un pergamino “El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en esta ocasión, tan significativa para la vida y el sacerdocio del Pbro. Ricardo Báez Laspiur, le designa “Su Capellán Personal”.
Y por último aquel Decreto donde se nombra al nuevo párroco de Chimbas, padre José Fuentes y, a él “Párroco Emérito de Chimbas”.
El padre Ricardo Báez Laspiur falleció el 31 de marzo del 2005, a los 76 años. Sus restos descansan en el Cementerio Parque Alborada, en Chimbas.