El futbolista Alberto Naveda fue entrevistado por Juan Carlos Bataller para el ciclo "Que hiciste con tu vida", en septiembre de 2018
—Comencemos hablando de tu familia. Tu padre fue futbolista también.
—Sí y mi madre fue maestra de escuela. Tengo tres hermanas mayores, Alicia, Claudia y Marcela. Una familia tipo de San Juan, laburadora, con un viejo que laburaba en la Policía, en el Banco Hispano y jugaba al fútbol, no sé cómo hacía con los tiempos para hacer todo.
—Tu viejo fue una institución en el fútbol sanjuanino, fue parte de un San Martín glorioso...
—Sí, la verdad que por mi edad no lo pude ver a ese equipo, pero siempre me dicen por la calle “el que era bueno era tu viejo, no vos”. Y es verdad.
—Cuando uno tiene el mismo nombre que el padre siempre están las comparaciones...
—Sí, pero la verdad es que siempre lo tomé con humor y tengo gran admiración por mi viejo. Yo lo vi de grande y hasta hoy lo disfruto, también como persona. Para mí es un orgullo que me digan eso.
—Después vino la televisión, los torneos nacionales y todos aprendimos mucho más de los equipos de Buenos Aires que de los sanjuaninos. Pero hubo una época en San Juan donde el fútbol era importante, llevaba mucha gente a la cancha y eras de San Martín o de Atlético. Era casi irreconciliable.
—Tal cual. Creo que ellos han sido esa camada de San Martín que ganaba casi todos los campeonatos. Creo que perdían uno o dos partidos en el año. Mi viejo siempre tiene recuerdos de 1964, cuando salieron campeones argentinos en el Campeonato Dr. Adrián Beccar Varela.
—Salió campeón 3 años seguidos San Juan.
—Lo eligieron el mejor jugador. En esa época San Juan tenía un nivel futbolístico bien alto y no es por ahí lo que sucede hoy.
—Hoy, casi somos una franquicia, con jugadores y técnicos que vienen de afuera.
—Sí, sería muy lindo poder ver a nuestros chicos crecer. Los que han tenido posibilidad de jugar y debutar en primera en San Martín ya están en otros clubes. Creo que hay tiempo para mejorar eso y que los clubes se nutran. En las provincias no tenemos posibilidades de hacer algo en el fútbol o de trascender si no usamos las inferiores porque los recursos económicos son menores que los de los equipos que están en Buenos Aires. No es por desmerecer a los jugadores que están acá, que son grandes profesionales, pero los mejores siempre están allá.
—Y si aparece uno bueno acá se lo llevan.
—Se lo llevan rápido, sería un tema para poder crecer y en un par de años ver jugadores nuestros.
—Hablemos un poco de tu niñez ¿Dónde fue? ¿En Concepción?
—En Concepción. Yo nací en la calle Lautaro, la pared de la casa de mi padre divide la vivienda de la cancha de San Martín. Ahí nací y creo que mis padres habían comprado la casa ese año o el anterior. La verdad es que tuve una niñez muy feliz, jugando todo el día al fútbol. Ahí cerca construyeron el barrio San Martín, los edificios. Así que vi toda esa obra haciéndose en la esquina de mi casa. Siempre jugando en la calle, la verdad he disfrutado mucho mi niñez.
—Tu vida pasaba por el fútbol...
—Jugaba a todo, a la pelota paleta, hacía natación, nos íbamos a jugar al frontón. Pero sí, desde los 4 años empecé a ir a la escuela de fútbol de Juan José Chica y Rogelio Mallea. Mi viejo me llevó y me depositó ahí. Yo era chiquitito, no sabía ni dónde pararme en la cancha. A partir de ahí el fútbol fue mi vida.
—¿A qué escuela ibas?
—En la primaria a la Escuela Esteban Echeverría, y después en el secundario a la Escuela Normal Sarmiento. Y siempre con el deporte.
—¿Tu vida pasaba por la escuela y jugar en San Martín?
—Escuela y entrenamiento, todos los días y el fin de semana a jugar.
—¿Hiciste todas las divisiones en San Martín?
—Sí hasta que debuté en primera joven, creo que tenía catorce años.
—¿Catorce años?
—Sí, era chiquito. No recuerdo si fue con Rodríguez Nieto, que fue un gran entrenador de mi viejo. Mi viejo siempre me hablaba de él, sobre cómo les había enseñado, era un bohemio de Buenos Aires. Y después con otro entrenador Viernes 8 de febrero de 2019 Pasa a página siguiente s Nazari, otro porteño que había venido a dirigir San Martín.
—¿Cómo fue ese debut? Con 14 años enfrentar a jugadores ya hechos no es fácil.
—Con mucho miedo. Una vez que entré a la cancha se me pasó. El debutar en primera es el sueño máximo para un futbolista. Siempre uno pelea con sus rivales y compañeros para poder ascender y lograr un lugar. Es una alegría enorme la verdad.
—¿Y lograste mantener el puesto?
—No, jugué un partido o dos y después me fui. Aparte de ahí tuve una etapa en la que me fui a estudiar a Córdoba, había dejado el fútbol. Después volví al fútbol y me fui a Buenos Aires, a las inferiores de Boca.
—Llegaste a jugar en la primera de San Martín.
—Sí, pocos partidos. Recuerdo que me llevé un par de materias, había que hacer una pretemporada con el plantel de primera y mi viejo me dijo “no, no, tenés que estudiar”. Así que ahí corté la posibilidad de continuar jugando.
—¿Y después cortaste la posibilidad de seguir estudiando?
—Y después seguí estudiando en Buenos Aires. Estudiaba y entrenaba. Ahí la verdad es que la pasaba complicado porque era entrenar mañana y tarde y a la noche iba a la facultad. Me quedaba poco tiempo para estudiar.
—¿Llegaste a recibirte?
—No, no llegué porque cuando estaba en segundo año de Abogacía en la Universidad de Morón, estaba cerca de debutar en primera y tuve una frustración. Tenía una materia en la que iba aprobando los parciales y en el último nos tocó jugar con Newell’s, en Rosario. Viajé a jugar y cuando llegué le dije al profesor que si me permitía rendir y me dijo “no, tenés que esperar a fin de año”. Tenía razón, fue un gran impacto y me di cuenta de que no era compatible porque hacía mucho esfuerzo, ya estaba en un nivel alto.
—¿Ya estabas jugando en Boca?
—Sí, ya estaba en Boca.
—¿Cómo es ese traspaso del chico del interior que va a jugar a Boca?
—Sí. En esa época no había tanta televisión, no se conocía la cocina que hoy se conoce del fútbol. Hoy se transmiten las inferiores, las reservas. Fue un impactogrande ir a la cancha y verla llena. Es monstruoso ver la Bombonera llena.
—¿Es cierto que tiembla la Bombonera?
—Sí, late. La verdad es que es impresionante adentro tanto para lo bueno, cuando hacés un gol, o cuando las cosas no te salen tan bien y se escuchan los murmullos y puteadas de la gente. Fui chico y con muchos sueños. Veía muy lejano llegar a jugar en la Primera. Había tantos buenos jugadores y yo era uno más. Me esforcé mucho para llegar. Tuve que tener mucha voluntad y no bajar nunca los brazos. Tuve suerte porque también tuve la posibilidad de estar en el Sub 20 argentino, en el primer año que estuve allá, fueron cosas que se van dando. Para un futbolista es el destino, a veces está y a veces no.
—¿Mucho tiene que ver el técnico?
—Tiene muchísimo que ver el técnico. Cuando llegué me tocó vivir la etapa del maestro Tabares. En esa época Boca tenía 60 profesionales y casi no tenía chicos en las inferiores. Justo en ese momento en que me hacen contrato, Boca había tenido jugadores que eran muy buenos, los habían dejado ir y habían sido figuras en otros clubes. Ese fue el caso de Sergio Berti, por ejemplo, que se fue a River. Entonces a los dirigentes les agarró miedo y dijeron “a los que jueguen bien no los dejamos ir más”. Me hacen contrato pero no tenía posibilidades de jugar en Primera porque había 40 profesionales. Hay una anécdota, hasta un poco graciosa, porque estaba siempre ahí y no jugaba, entrenaba y no jugaba. Y hubo un partido en la cancha de Independiente y un jugador que iba al banco de primera se olvidó el DNI. Por eso hablo de las oportunidades y del destino. Ese jugador era Claudio Benetti, un cordobés. Entonces al chico que iban a poner en reserva le dijeron “no juegue porque va al banco de Primera” y me tocó a mí ir, que iba al banco de la reserva, estar en ese partido. Yo estaba preparado pero uno nunca sabe si te toca a o no. Tuve suerte de jugar ese partido en cancha de Independiente, ganamos 3 a 1. Hice un gol sin saber que en la tribuna estaba el profesor Jorge Habegger y Enrique Hrabina, que el lunes siguiente se hacían cargo del equipo y en dos meses debuté.
—Hrabina vino a dirigir a San Juan.
—Sí.
—Mencionaste al maestro Tabares, es un personaje distinto dentro del fútbol.
—Sí, creo que él ha perdurado, se ha actualizado y es de la vieja escuela del fútbol. Es muy disciplinado. En Boca no lo pude compartir porque yo estaba lejos del plantel profesional cuando él estuvo pero mis compañeros hablan maravillas de él.
—Es una persona a la que uno ve, con sus problemas físicos, dirigiendo una selección como la uruguaya y con la trayectoria de él. Es un hombre admirable.
—Un hombre muy admirable y creo que también es admirable la selección de fútbol de Uruguay, que mantiene una línea desde hace años. A veces les da resultados, a veces no, pero ellos eligieron una línea.
—¿Tuviste de técnico a Menotti?
—Debuté por Habegger y lo tuve de más grande.
—¿Pero pudiste charlar con él?
—Sí, muchísimo porque él nos hablaba siempre. Creo que él nos educó, nos ayudó a entender el fútbol de otra manera. Nosotros queríamos jugar y ganar, ir para adelante, como cualquier jugador. Él nos decía “no es ganar por ganar, es cómo ganamos, es cómo jugamos”. El resultado es la consecuencia de cómo uno hace las cosas. Creo que eso me marcó porque en mi vida fui así siempre.
—¿Cuántos años tenías?
—Ahí ya tenía 21 años. Era joven. También me ayudó mucho el Cai Aimar; cuando llegué a las inferiores de Boca él era el técnico de la Primera. Cuando estábamos en la Reserva o en la Primera, no nos dejaban comprarnos auto hasta que no tuviéramos un departamento. Un detalle que parece menor y era muy importante porque el futbolista a esa edad es muy joven, no tiene preparación. Yo venía de una familia de clase media y me habían inculcado que tenía que estudiar para llegar a ser alguien en la vida.
—Llegaste con muchos valores.
—Entré con muchos valores pero la mayoría de los futbolistas no. Me podría haber ido para el otro lado también porque a esa edad uno es vulnerable. Me ayudó esta enseñanza del Cai, de Menotti, de decirnos “tienen que pensar en un futuro”. Obviamente que yo a esa la aprendí a rajatablas.
—Ya en ese tiempo si llegabas a estar en la Reserva o en la Primera de Boca hacías una diferencia económica.
—En la Primera. En la Reserva te pagaban muy poco, era el contrato que cobrabas y nada más. En la Primera ya podrías cobrar, comprar el departamento, podías pensar en invertir y hacer cosas. Boca y River siempre han pagado muy bien, son los que mejor han pagado.
—Y un día dejaste Boca.
—Después de Boca tuve un paso muy corto por Quilmes. Cuando vuelve Diego y vienen Caniggia, un montón de jugadores con Bilardo, que también lo tuve en una etapa muy corta.
—Has tenido a todos los máximos.
—Sí, de casualidad. Con Bilardo tuve menos relación porque no jugué pero fue un hombre que ganó un mundial…
—Entre Menotti y Bilardo ¿te quedás con Menotti?
—Sin dudas. Menotti representa lo que soy en mi vida. El hombre siempre trabajando para hacer las cosas bien, pensando en cómo hacer las cosas. El resultado es algo secundario. Hoy toma mucho valor lo que enseñó Menotti en su momento. Menotti le dio estructura al fútbol argentino. Antes de que él llegara a la selección en el fútbol se concentraban todos juntos. Marcó el camino, fue muy importante. Bilardo también tuvo su mérito porque no cualquiera gana un mundial, dirige a Maradona.
—No cualquiera tiene a Maradona en su mejor momento.
—Yo he aprendido de los dos.
—Dentro de la línea Menotti, por la seriedad y responsabilidad, solo un Pékerman puede ser.
—También, un Pékerman pero con un fútbol más ofensivo. Él tiene una línea clara pero siempre esperando ver qué pasa.
—Hay una anécdota que dice que la primera vez que Pékerman llegó a la AFA fue manejando un taxi...
—Él también marcó un antes y un después en el fútbol juvenil. Su trabajo fue impecable.
—Lo que interesa del fútbol es cómo se trabaja con los jóvenes. Los clubes de Argentina son distintos a los españoles e italianos. La gente no entiende la parte social que cumple el club en Argentina es fundamental.
—Es importantísima. El club es como articulador entre lo que serían las autoridades de gobierno y la gente. Y el fútbol es el 80% o 90 % de la gente que hace deporte. En nuestro país es el deporte que más habría que cuidar y por ahí lo descuidamos.
—El padre ya no se preocupa porque el hijo sea médico o ingeniero, prefiere un hijo futbolista o una hija modelo.
—Creo que esto tiene que ver un poco con la tecnología. Los chicos y los padres estamos inmersos en esto. Vos estás en España y yo en Buenos Aires, me mandás una foto y es como si estuvieras ahí, pero la realidad no es esa. En la realidad, en la vida, para lograr cosas hay que trabajar Pasa a página siguiente s mucho. Ahora con la tecnología parece que es todo ya. “Yo quiero ser cantante”, ya soy, arranco. No es así, hay que prepararse. Creo que ese es un golpe y como padres de nenas chicas, como las que tengo, tenemos que cumplir esa misión.
—¿A qué edad te casaste?
—A los 28, grande. Estaba en edad.
—Es que debe ser difícil para un jugador de fútbol exitoso pensar en casarse.
—La verdad es que siempre busqué formar una familia, desde pibe, siempre tuve ese objetivo. En un punto encontré la mujer indicada, que es la que me ayudó a crecer también como persona, la que hoy todavía comparte la vida conmigo.
—¿Tu esposa es sanjuanina?
—Es de Buenos Aires, porteña.
—¿Y cuántos hijos tuviste?
—Tres, Agustina, que hoy ya tiene 19; Martina y Catalina. Tres mujeres, divinas. Son mi vida. Me levanto, laburo y el momento más feliz del día es cuando llego a mi casa y la veo a mi esposa y a mis hijas. Por ahí mi vieja o mi viejo que van a tomar un mate. Son la nafta para tener durante el día.
—Aparte de jugar en Boca y tu paso fugaz por Quilmes, te fuiste al exterior.
—De ahí me fui a la Major League Soccer, el año en que se reinició. Esa liga tuvo una etapa con el equipo Cosmos de Pelé, después cerró y cuando fui empezó la nueva liga, que hoy está a pleno. En Boca yo ya no tenía lugar, estaba Silvio Marzolini en esa época. Me tocó la posibilidad de irme a jugar a Estados Unidos y no lo dudé. Estuve dos años hermosos ahí, en Boston. También fue un choque muy grande con lo que es la vida.
—Un invierno muy frío.
—La liga en eso tiene una virtud. Los americanos en el invierno no juegan al fútbol, íbamos solo a los lugares donde hacía calor. He tenido algunos fríos pero enero y febrero no se jugaba, estábamos de vacaciones. Fue una experiencia muy linda, muy enriquecedora.
—Después de jugar en Boca, llegar a jugar en Boston es otro mundo.
—Sí, es otro mundo. Era también un desafío grande porque la idea era hacer crecer la liga. Era el deporte más practicado entre los chicos, en las escuelas, entonces fue un desafío. La verdad que mi salida de Boca tenía que ver con que yo iba a tener poco lugar ahí, tenía que crecer, dar el salto, necesitaba tener un lugar donde sentirme importante y me dieron esa posibilidad.
Estuve 2 años en los que me fue muy bien, fue todo muy nuevo. Al inglés mucha piola no le di en la secundaria, entonces llegué allá sabiendo poco, pero aprendí rápido y a los 6 meses ya hablaba. Tenía traductor e iba a la escuela. En la liga nos obligaban a ir a la escuela a aprender inglés a los que no sabíamos.
Tuve un entrenador irlandés que fue un goleador de Liverpool y tuvo una virtud conmigo. Entramos a la charla técnica y me dijo “tu traductor afuera”. Y dije “¿cómo voy a entender?”. Entonces escuchaba un montón de palabras antes de jugar, veía señas y entraba a la cancha a jugar. El primer partido jugué bien.Me sacó y me dijo “tenés que entender que esto es un equipo, tenés que entender cómo jugar”. Y le dije “pero si no me dejás que tenga el traductor”. “Y bueno, tenés que aprender”. Al mes nadie se quería sentar conmigo en los viajes porque los mataba a preguntas. Me puso la manzana adelante “tenés que aprender”. A los 6 meses hacía reportajes en inglés. Esas son cosas que me ayudaron mucho.
—Fue una experiencia importante.
—Sí, importantísima. En esa época éramos novios con mi señora. Ella iba y venía, me acompañaba. Siempre es importante tener a alguien al lado que te acompañe. Gracias a Dios llevamos veintipico de años juntos.
—¿Después de Estados Unidos?
—Me fui a Israel, 2 años, también fue una experiencia muy linda. Llegué sin conocer nada. Tenía una posibilidad de firmar en Bélgica y por ahí me seducía un poco más ir a Bélgica que a Israel. Fui desde el desconocimiento, en esa época no había internet. Yo llegué con temor. Uno escuchaba hablar de las guerras en ese momento y me encontré con un país impresionante, admiración absoluta. El país tenía 50 años y con pocos recursos hicieron algo impresionante. También me sentí cómodo y fui como figura del equipo, era un equipo de mitad de tabla. Tuvimos la suerte de ganarles a los invictos que venían primeros. Hasta el día de hoy me mandan mensajes. El otro día un hincha me mandó un videíto durante el mundial. Tuve una experiencia hermosa. Estuve 2 años, después fui a otros clubes y de ahí a Escocia.
—A tomar whisky.
—No tomaba nada en esa época pero muy lindo Escocia. Ahí no me costó nada adaptarme porque el inglés ya lo manejaba perfecto. Me adapté en dos minutos.
—¿En Israel te manejabas con el inglés?
—Sí, aprendí rápido el hebreo para hablarlo, lo aprendí de oído, porque como el alfabeto se escribe al revés y es muy distinto, no tuve el tiempo de aprenderlo escrito. Y no lo necesitaba porque con el poco hebreo que aprendí al hablar y el inglés, me manejé muy bien.
—¿Te das cuenta lo que le debés al fútbol? Ser ciudadano del mundo, manejar idiomas, conocer países, ganar dinero... También le habrás puesto mucho.
—Sí, fui un afortunado. También tuve la contraparte que a los 13 o 14 años me rompí la rodilla jugando en San Martín.
—¿En Israel termina tu carrera?
—No, después estuve 2 años en Escocia, en el Dundee United y en el Dundee, jugué un año en cada uno. Fue una época en la que hubo varios argentinos. Estuvo el Beto Carranza, Caniggia, varios amigos que había tenido en Boca. Pero ellos estaban en el Dundee y yo en el otro equipo. ¿Y con quién me encontré? Con el Negro Tchami que jugó en Boca, también fue compañero. En la época que él llega a Boca yo tenía una lesión en el quinto metatarsiano y me operan. Entonces Marzolini que era el entrenador me dijo “ayudame con el Negro que no conoce nada”. Yo lo llevaba y lo traía, hablaba francés y con nosotros aprendió el español rápido. Hicimos una linda amistad y cuando llegué a Escocia me devolvió la mano. Me recibió, me acompañó, me mostraba los lugares. La vida da muchas vueltas.
—¿Y de Escocia?
—En Escocia tuve una experiencia hermosa. Me adapté rápido por el idioma.
—¿Tu mundo pasaba por el grupo de futbolistas o te integraste?
—No, yo me integraba bien. En este caso teníamos muchos futbolistas amigos, con esposas, que nos juntábamos a comer. Siempre tuve amistades con los escoceses. En mi equipo eran casi todos escoceses, no tenía ningún argentino. Había un par de franceses. Fue una linda experiencia. El fútbol escocés es muy lindo, muy parecido al inglés y se vive con otra pasión, mucho más tranquilo. Vos podés perder un partido y capaz que a la salida te esperan 100 personas para firma un autógrafo. Para ellos el resultado es una consecuencia más de un partido más...
—¿Y de ahí a Italia?
—Sí. Ahí ya estaba bastante lesionado y me llamaron de Italia. Tenía 31 años.
—Ya estabas sobre el final.
—Sí, porque tuve muchas lesiones en la carrera y a raíz de una lesión me salían otras. Cuando llegué a Italia pude jugar muy poco. Estuve 3 meses jugando lesionado y después me intenté recuperar. Estuve casi un año, 9 meses. Cuando terminé el contrato le dije al presidente Viene de página anterior “te devuelvo la plata porque no pude jugar. Lo intenté pero no”. El tipo me dijo “estás loco. Vi el esfuerzo que hiciste para ponerte en forma. Andá, recuperate, operate las veces que te tengas que operar y vení que acá tenés lugar”. Nunca más volví. Me vine, me operé de la rodilla, del pubis, y el médico ahí me dijo “con tu rodilla, tenés que pensar en poder caminar en el futuro. Tenés la rótula destrozada”. Ahí dejé el fútbol.
—¿En qué país te golpeaban más?
—A mí me golpeaban bastante porque en la posición en la que jugaba siempre recibía pero no sentí que me pegaran más en algún lado. Sí en el fútbol argentino, cuando te querían lastimar te lastimaban. En Escocia o Israel si te pegaban era por el fragor del partido, no con mala intención.
—Acá hay jugadores con mala intención.
—No sé si mala intención pero era fuerte. Si te podían sacar de un partido te sacaban. Hoy creo que ha cambiado, con las cámaras. Acordate que en esa época filmaban un partido por semana. Vos en un córner podías pegar 3 trompadas que si el árbitro no te veía no pasaba nada.
—¿Menotti te cambió de puesto?
—Sí. Yo jugaba de volante por izquierda, como 10, en la reserva. Y él me dijo, “tenés que hacer lo mismo pero del lado derecho”, porque del izquierdo tenía todos monstruos. Tenía el Beto Mársico, el “Chino” Tapia, Tejera, Da Silva, el paraguayo Neffa. Tenía como 7 antes que yo para jugar. Por derecha me adapté. Igual con tal de jugar en la primera de Boca me hubieran puesto de arquero y jugaba igual. Son muchos chicos los que no llegan y con muchísimas condiciones.
—¿Qué pasa con esos chicos?
—A mi me da mucha lástima. A veces no llegan por el destino y a veces porque no se dan cuenta de que si insisten llegan. A veces no tenemos un maestro, un papá que te diga “dale, que vas a llegar”. Yo tengo una anécdota con mi viejo en esa época que no jugaba, él vio eso. Yo ya era profesional y no jugaba en reserva, jugaban por ahí chicos más chicos. Y me dijo “Beto, no vas a tener posibilidades ahí. Venite a San Juan que acá por ahí podés jugar, podés estudiar, yo te voy a ayudar”. Y yo le dije “no, cuando me echen, perdé cuidado que me vuelvo, pero mi lugar es este. Voy a pelear acá”. Y después se me dio la posibilidad.
—Un partido en la primera de Boca debe ser lo máximo, salvo la Selección.
—Yo creo que sí. Obviamente la camiseta de la selección es otro nivel, luego de haber sido jugador de Boca o de cualquie equipo es soñar con la selección.
—¿Soñaste eso?
—Sí. Tuve la suerte de jugar el sub 20, que no es lo mismo. A mí me quedó muy lejos la selección. Es más cuando estaba en Estados Unidos decían que Passarella nos estaba mirando, pero me quedó muy lejos, me fui del fútbol grande.
—¿Y volviste a San Juan?
—Volví a Buenos Aires. Tengo esa experiencia en Italia, me vuelvo a Buenos Aires y me opero. Ahí no sabía qué hacer. Tenía más o menos una posición, compré unas casas, las alquilaba. Hice el curso de entrenador de fútbol, andaba buscando el norte en mi vida. Porque era muy joven para la vida y muy viejo para arrancar algo. Entonces estaba medio complicado. Estuve varios años con mi señora en Buenos Aires y siempre veníamos acá de paseo, teníamos un departamento. Parábamos un ratito y nos íbamos. Y le dije “¿por qué no probamos un tiempo ir a vivir a San Juan?” que no es lo mismo que ir de vacaciones.
—¿Y vivías de alquileres?
—Sí, tenía un buen pasar, no tenía el apremio económico pero si el apremio de levantarme en la mañana. Empecé a jugar al tenis. No era algo muy placentero. Vinimos, probamos un año y mi señora me dijo “me trajiste engañada porque vos sabías que te ibas a quedar”. Y de a poco empezamos, invertimos acá en algún proyecto inmobiliario, mi señora se puso una peluquería porque es peluquera recibida, organizadora de eventos, hicimos un lugar para eventos. Fue de a poco, las nenas iban creciendo, las dos más grandes nacieron en Buenos Aires y la más chica acá. Así que nos quedamos.
—¿Qué es el deporte? ¿Qué porcentaje triunfa?. Es muy chiquito.
—Sí, es muy chiquito. Creo que hay dos enfoques. El deporte en la vida de una persona es fundamental. Por ejemplo, hoy, soy un tipo que labura todo el día. Me levanto muy temprano para ir al gimnasio, yo lo necesito, pienso mejor, descanso mejor. Creo que desde ese lado el deporte es fundamental para cualquier persona, después está el alto rendimiento, que son muy pocos los que llegan a la pirámide alta y los que pueden dedicarse, es muy frustrante porque uno por el deporte deja muchas cosas y la vida es lo que es. Podés ser un gran jugador y si no tenés la suerte de tener buenos contratos o de estar en el momento justo e indicado.
—Hay chicos que se fueron y terminaron la carrera en dos días.
—Sí, la verdad es que en el deporte de alto rendimiento tenés que tener un poco de locura. Yo hice toda la carrera con un clavo en el tendón rotuliano. Cuando cuento ahora todos me dicen “pero es imposible hacer una carrera con un clavo adentro”. Así también son los problemas que tengo y tuve siempre en la carrera.
—¿Te han quedado secuelas?
—Sí, tengo las dos rótulas para trasplante. Hoy hay más conocimiento, en esa época, con mi cuerpito hacía sentadillas con 140 kilos, con el clavo en la rodilla, algo que no es recomendable.
—Sin buen estado atlético no podés jugar.
—No. Ha cambiado y eso hace que el juego sea menos atractivo también.
—¿Cuál fu para vos el gran jugador de todas las épocas? Argentino o no.
—A mí me tocó verlo a Diego de cerca, a Maradona. Verlo a él era increíble. .
—¿Técnico Menotti?
—Sí. Lejos. Yo con él empecé a disfrutar el fútbol.
—¿Cómo hacemos los sanjuaninos para que surjan jugadores?
—Creo que hay que planificar, hay que pensar a largo plazo. Hay que armar un proyecto y cumplirlo independientemente del resultado, como se hizo en los lugares donde el fútbol creció. Ni hablemos de los países que tienen un proyecto a nivel nacional, que nosotros no tenemos, como Alemania y España. Hoy son potencia porque hace 20 años planificaron un programa de deporte, no solo de fútbol. A mí me da mucha pena eso porque yo he sufrido en el exterior. Siempre te hacen sentir que sos extranjero y si jugás un partido mal te dicen “mirá que tenemos los pibes de acá para eso” y es lógico que sea así. Acá es al revés, parece que nuestros chicos son extranjeros en su propio lugar. Eso, a los que estamos en el fútbol, nos cuesta digerirlo.
—Beto, ¿fuiste feliz con el fútbol?
—Sí. No sé si la palabra para describirlo es feliz en el fútbol. Yo creo que el fútbol o el deporte de alto rendimiento te hacen vivir sensaciones en tu vida que solamente las podés vivir en ese ámbito. No creo que se pueda comparar con ver a una hija feliz o ver el nacimiento de un chico, o con otro tipo de felicidad. Recuerdo que en Boca me costó mucho llegar y el día que le hice el gol al Real Madrid, esa sensación de ir caminando y no sentir las piernas, no me pasó nunca. Por ahí puedo estar feliz, bien con mi trabajo, el fútbol te da esas situaciones, tanto de alegría como frustraciones. Son muy pocas las alegrías y la mayoría son frustraciones.
—¿Repetirías tu vida?
—Sí. Trataría de que no me pasara lo de las lesiones pero sí, he sido feliz. He luchado mucho. Creo que el fútbol y el deSelección de San Juan Sub 23, año 1988. Pedro Palacios, Walter Mendez y Alberto Naveda 13 NAVEDA lHoy se desempeña como director de Alto Rendimiento de la Secretaría de Deportes de San Juan. porte en conjunto tienen eso, te enseñan límites, te enseñan compañerismo, superación. Me parece que es algo que puedo enseñarles a mis hijas aunque por ahí no me escuchan mucho, pero el ejemplo está.
—Siempre terminamos con una pregunta ¿cuál es la canción que querés que te acompañe el día final?
—Buena pregunta esa. Mi canción preferida es la de Frank Sinatra, “A mi manera”.
Cómo lo vi
La vida de Beto Naveda quizás se repita en muchos futbolistas. Nacido en un hogar donde se respiró futbol, casi al lado de la cancha de San Martín; una niñez ligada a una pelota y un debut joven en primera. Después el sueño dorado de medio país: jugar en la primera de Boca.
A partir de allí el largo proceso de descenso que en su caso lo llevó por países de Europa y América.
Todo pasó rapidísimo, como es la vida del deportista de elite. Y luego una etapa no menos fácil, el retiro del futbol, las secuelas de viejas lesiones, en muchos casos el anonimato de cualquier mortal.
Pero en este punto es donde en el caso de Beto Naveda, comienza otra historia, que lo diferencia de muchos otros deportistas. Porque Beto pudo asegurarse su futuro económico, formó una familia que es su sostén y su felicidad, sigue teniendo las largas charlas con su padre y principal hincha, entró en el mundo de las inversiones y los emprendimientos y hasta fue convocado para colaborar en la conducción del deporte sanjuanino.
Por eso da gusto una entrevista con Naveda. Porque fue capaz de hacerse y rehacerse y es un ejemplo a seguir.
JCB
El perfil psicografológico
Por: Elizabeth Martínez, Grafoanalista
»» Se observa espíritu de lucha y de éxito. Esta característica es propia de personas con una resistencia ante las dificultades que las lleva a superar los obstáculos que se le presentan.
»» Se detectan rasgos de dinamismo, vivacidad, impaciencia, sentido de la acción. Podría presentarse espíritu de empresa, combatividad y coraje.
»» Posiblemente se trata de una persona afectiva en los ambientes familiares, que poseería facilidad de contacto.
»» Se detectan rasgos propios de una persona activa en el fondo (aunque puede no manifestarlo así, debido a la discordancia entre la velocidad del texto y la firma). En su fuero íntimo tendría la necesidad de ver alcanzados sus objetivos personales con la mayor claridad posible, tal vez corriendo el riesgo de caer en la impaciencia.
»» Se detecta un encadenamiento entre lo que piensa y aquello que se pone en práctica, reforzando su índice de sociabilidad.
»» Se observa un predominio de la zona superior en su firma, manifestando un posible incremento de la creatividad, imaginación y de los procesos intelectuales en general. Podrían aparecer planteos de tipo idealistas.
»» Se observa congruencia entre las aspiraciones reales y las manifestadas.
»» Debido a que el texto es legible y la firma es ilegible, posiblemente gusta de manifestarse claramente, pero le guía un deseo de permanecer impenetrable, evitando que los demás capten el modo de pensar íntimo. Se manejaría con prudencia y reserva respecto a esto.