Silvio Baistrocchi. El hombre que pavimentó la ciudad

Nombrado por el gobernador Juan Maurín, concretó obras de cloacas y pavimentó 504 cuadras..

  -Yo nunca fui un militante político. Era, sí, el médico de la familia Maurín. En aquellos tiempos la relación entre el médico y sus pacientes era distinta a hoy. No atendíamos sólo en el consultorio. Hacíamos visitas domiciliarias, conocíamos a toda la familia, llegábamos a establecer lazos de amistad. Y bien, con Maurín terminamos siendo amigos personales. Y un día me ofreció ser concejal. Y luego intendente.

Los conceptos pertenecen a don Silvio Baistrocchi y fueron extraídos de una entrevista que le hiciera en octubre de 1995 y que publicara El Nuevo Diario. Por aquellos días, don Silvio tenía 96 años. Había nacido el 16 de mayo de 1989, aunque oficialmente fue inscripto el 27 de mayo.
Hijo de José Baistrocchi y doña Blendina Bianchi, dos inmigrantes de Soragna, pueblito de Parma, Italia, tierra que es sinónimo de los mejores quesos y jamones, don Silvio tuvo siete hermanos.
Hombre de cien oficios, don José no sólo dio de comer a sus hijos sino que todos llegaron a ser profesionales.

-¿Cómo era la ciudad cuando usted asumió como intendente?
-Usted sabe que los españoles fundaban las ciudades pero no se preocupaban mayormente por el aspecto estético. Algunas calles de la ciudad tenían empedrado. Y unas pocas cuadras (las calles Laprida, Rivadavia y Mitre, hasta la avenida Rioja y los alrededores de la Plaza 25 de Mayo) adoquinado de madera que se había colocado para hermosear la ciudad con motivo del centenario, durante el gobierno de Victorino de la Plaza.

-Un lujo...
-Sí, pero el adoquinado de madera no dio buenos resultados. Cuando llovía la madera se hinchaba y el adoquín se salía. Luego el agua se encargaba de arrastrarlos hasta la avenida Rawson. Había que estar permanentemente arreglándolos. Además, mucha gente se los llevaba para utilizarlos como leña. Había una bodega instalada en el centro que tenía su piso adoquinado… con los adoquines que salían de la calle.

En 1932, don Silvio casó con Clara Langlois, hija de Emilio Langlois y de Antonia Lanteri Cravetti. Luego vendrían los hijos y los cargos públicos: director del Hospital San Roque, director de Administración Sanitaria, concejal y, desde 1935, intendente de la Capital, durante la gobernación de don Juan Maurín.


-Es increíble pensar que en su gestión de intendente se pavimentaran 504 cuadras de la ciudad. ¿Cómo lo hicieron?
-El general Justo vino a San Juan cuando era presidente. Y Maurín lo interesó para que la Nación financiara el pavimento. El presidente accedió y comenzamos las obras. Pero se presentaron inconvenientes...

-¿Por ejemplo?
-El primero fue la falta de una red cloacal. Hasta el 37 sólo existían los pozos negros y la municipalidad brindaba el servicio de los carros atmosféricos para desagotarlos. No podíamos hacer el pavimento si antes no hacíamos las cloacas.

-Y se hicieron las cloacas...
-Pero también había que nivelar. En aquellos tiempos los terrenos tenían el servicio de agua de riego y las acequias corrían a mitad de cuadra, con lo que habían lomas y las calles subían y bajaban. Tuvimos que nivelar y algunas casas quedaban medio metro sobre el nivel de la calle. Una de ellas fue la Casa de Sarmiento...

-¿Y todo lo hicieron al mismo tiempo...?
-Sí, en los años 37 y 38. Hicimos la licitación y se presentaron siete empresas. La mayoría de ellas querían que asfaltáramos en lugar de utilizar hormigón armado. Yo quería el hormigón y el tiempo me ha dado la razón.

-¿Qué empresa se encargó de las obras?
-Se llamaba Red Caminera Argentina y era propiedad de don Arturo Fernández Barrios. Esta empresa instaló en Chimbas una planta de hormigonado y realizó un trabajo muy eficiente.

-¿Cómo controlaban la obra?
-El control lo hacía la gente. Por medio de una resolución designamos como inspectores honorarios a los dos vecinos más caracterizados de cada cuadra. Ellos controlaban, hacían llegar sugerencias, informaban sobre cualquier anormalidad. Es decir, se logró la participación vecinal sin encarecer la obra.


El 28 de septiembre de 1937 se adjudicó la obra mediante decreto 731 y el 29 de enero de 1938, el gobernador Maurín y el intendente Baistrocchi echaron las primeras paladas de hormigón, durante un acto que se realizó en la esquina de Rioja y 9 de Julio.

-Imagino que una obra de esa magnitud habrá sido inaugurada con bombos y platillos...
-No, nunca hubo una gran inauguración. Se terminaba de pavimentar una cuadra y se la liberaba al tránsito.

-EI pavimento habrá significado un cambio en muchos aspectos...
-Sí. Fíjese que cuando la gente tuvo el pavimento en la calle, empezó a hermosear sus frentes, a mejorar sus casas: Es increíble como cuando la gente percibe la idea de progreso, todos tratan de incorporarse a ese adelanto...

Don Silvio Baistrocchi fue autor de otras iniciativas como el pan municipal, la creación de la oficina bromatológica, etc.
El escritor Fernando Mó publicó el tomo III de “Cosas de San Juan” (1988): “La construcción de la red cloacal de profundidad demoró la realización del pavimento que por razones obvias debía realizarse posteriormente. La legislatura provincial recibió los proyectos estudiados por el Poder Ejecutivo para iniciar la red cloacal, obra máxima y trascendente que ya ha cumplido 50 años de vida (82 años hoy)”.

A raíz de la nota que publicada por El Nuevo Diario en 1995, al año siguiente Baistrocchi fue nominado Vecino Ilustre de la Ciudad de San Juan.
Casi medio siglo había sido ignorado por las nuevas generaciones.
Y sin embargo fue el hombre que más cambios produjo en poco tiempo en nuestra ciudad.
Silvio Baistrocchi falleció en 1998.


Nota Publicada el  28 de octubre de 2000 – Edición 979 de El Nuevo Diario



 

GALERIA MULTIMEDIA
Silvio Baistrocchi con 95 años, en la entrevista con Juan Carlos Bataller
Silvio Baistrocchi, intendente de la Capital en 1937.
Momento en que el intendente Baistrocchi firma el convenio de pavimentación. Atrás, el gobernador Juan Maurín
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