Palabras de ayer..., palabras de hoy

 Hoy nos deleitaremos con las investigaciones que, sobre las palabras, ha realizado nuestro colega y amigo español Manuel Alvar Ezquerra.

Propina
La propina es una costumbre muy arraigada entre nosotros, consistente en el ‘agasajo que sobre el precio convenido y como muestra de satisfacción se da por algún servicio’ o en la ‘graficación pequeña con que se recompensa un servicio eventual’, según las primeras definiciones de la voz en el diccionario académico. La palabra procede del bajo latín propina ‘dádiva’, ‘convite’ del clásico propinare ‘ofrecer algo para beber’, tomado del griego propino ‘beber antes, beber a la salud de alguien’, a su vez compuesto de pro-‘delante’ y de pino ‘beber’.
Esto quiere decir que la propina es lo que se da para beber, o para que se beba a la salud de uno, de carácter voluntario, aunque en muchos lugares sea obligatoria. Cuenta Sebastian de Covarrubias (1611): “propina, antiguamente era una colación que se daba en algunas juntas. Del verbo propino, que es convido con la bebida. El día de hoy se ha reducido a que la propina se dé en dinero”.

Quiosco
Si hoy la palabra quiosco es conocida se debe al empleo en la segunda acepción de las dos que registra el diccionario académico, ‘construcción pequeña que se instala en la calle u otro lugar público para vender en ella periódicos, flores, etc, por más que no haya desaparecido la primera, en franco retroceso, ‘templete o pabellón en parques o jardines, generalmente abierto por todos sus lados, que entre otros usos ha servido tradicionalmente para celebrar conciertos populares’. La historia de la voz es larga, pues nos llegó en el siglo XIX a través del francés kiosque, que la había tomado del turco kosk (pronunciado como kieuchk), pabellón de jardín, casita de recreo’ donde precedía del persa kush palacio’.
Esto es, de nombrar al palacio pasó a hacerlo a una de sus partes, el pabellón de jardín con los lados abiertos, que se utilizaba con diversos fines. Cuando salió de palacio a los jardines públicos siguió manteniendo sus funciones. Más adelante pasó de los parques a ocupar las aceras de las calles y otros lugares, como puesto de venta de determinados productos, pero la palabra fue la misma, cambiando de lenguas y adaptándose a la pronunciación de ellas.

(*) Aida Elisa González de Ortiz, directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ.

Publicado en La Pericana, edición 178 que integra la edición de El Nuevo Diario del 18 de octubre de 2019

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Palabras de ayer..., palabras de hoy. (Ilustración Miguel Camporro)