Texto de Gustavo Martínez publicado en El Nuevo Diario el 8 de marzo de 1991 en la edición 498
Inquieta, coqueta, siempre de buen humor y sin pelos en la lengua para decir lo que piensa, la señora Sarita Valle ha escrito páginas imborrables en la historia de la radiofonía sanjuanina. Basta mencionar la palabra "radio” para que se le iluminen los ojos y un tropel de recuerdos se le agolpen en el corazón.
“Yo comencé a los 14 años. Llevaba a mi hermanita que participaba de un radioteatro en LV10 y un día le dije al señor Carlos Del Moral ¿Por qué no me prueba? A los dos o tres días ya estaba trabajando en locución y en radioteatro. Recuerdo incluso el primer furcio de mi carrera, que fue en mi debut: Yo tenía que mencionar al "genial sordo” en referencia a Beethoven y dije “el general sordo”... Sarita ríe con toda su fuerza y acude a su esposo, sentado a pocos metros del living de su casa (“es mi ayuda-memoria”) para confirmar nombres, fechas y acontecimientos.
Los “Días de Radio” de Sarita valle, como los de Woody Allen están salpicados de anécdotas, de transmisiones espectaculares, del cariño y el apego de la gente en una época en que el receptor era el centro de atención de toda la familia. Después de su casamiento con el tanguero Carlitos Aguirre inicia su carrera en San Juan junto a Polo Molina, Naranjo y Sánchez Uriarte en LV5 Después vienen sus 26 años consecutivos en Radio Colón y su pasión por el radioteatro.
Compartió aquellos momentos de “damita joven" con César Córdoba, Aurora Escalada Antonio Ramos Blanco, Raúl Quintana, Orieta Galván, Alberto Vallejo, Oscar Donaire y tantos otros. Desde "El tren de las ocho”; “Don Segundo Sombra” y “Mirad los lirios del campo", que grabó para todo el país con Fernando Siro, hasta su incursión en el teatro de locutores con “Los maridos engañan de 7 a 9” y “Vieja, viuda y avivata busca marido con plata”, rió, lloró y gritó en cuanto escenario y en cuanto micrófono se le puso al alcance.
Han pasado los años. Los tiempos han cambiado, pero la señora Lidia Elsa Quiroga de Cano, a quién hace muchos años por lo extenso de su nombre un productor bautizara como "Sarita Valle”, no se ha quedado quieta. Aunque admite que “yo cumplí un ciclo y supe retirarme a tiempo” no puede ocultar su amor al micrófono. “Es linda la radio —suspira—. De tanto en tanto me gusta darme una vueltita por las emisoras y, si me lo permiten, leer un comercial, pero jamás volvería a marcar tarjeta".
Si usted le pregunta su edad, le contestará “las mariposas no cumplen años” y si le pide una opinión de la radio actual le dirá con nostalgia que la ve “tan sola, está tan triste... no sé por qué. Le falta garra”. Si le pide una evaluación de su carrera se limitará a señalar que “el hecho de que en la calle alguien me reconozca y me dé un beso es lo más hermoso que me puede pasar. El cariño de la gente es la mejor recompensa.”
Para todos aquellos que nunca olvidaremos sus contagiosas carcajadas a través del receptor, es bueno saber que Sarita Valle sigue riendo y que todavía le quedan muchas carcajadas para gastar.