Esta nota al operador de radio fue escrita por Gustavo Martínez y publicada en El Nuevo Diario el 15 de marzo de 1991
Imprevisible. Esa es la palabra con la que mejor se podría definir la personalidad de Carlos Washington Uriza, un operador de radio que desde hace 20 años viene impregnando con su estilo contestatario y mordaz la consola de Radio Nacional. De tez oscura, cabello entrecano y estatura más bien baja, el ‘‘Negro” Uriza viene a ser en la emisora aquel chico malcriado que todo lo cuestiona, que no se calla nunca, que protesta por todo pero al que se extraña muchísimo cuando la quietud y el silencio nos indican que no está. Ninguno de sus compañeros sabe con certeza cómo reaccionará ante un pedido o un hecho determinado. Sin embargo, todos reconocen detrás de las protestas con las que intenta tapar sus flaquezas, una gran generosidad y la exquisita virtud de ser amigo. Para él la amistad es algo sagrado y no se priva de cultivarla. En su casa de Rivadavia, a la que sus amigos denominan "la isla de la fantasía” y que fue construida de tal forma que pueda albergar a todos los que quieran visitarlo, comparte veladas enteras mechando la vida con buenos momentos de vino y jamón.
Carlos W. Uriza es un buen operador. Son 35 años de experiencia que fue sumando desde que, a los 14 años; comenzó a trabajar. Cuando se ubica frente a la consola actúa con una rapidez y con una precisión envidiable. “Puedo trabajar con los ojos cerrados” dice. Sólo él sabe la interminable cantidad de anécdotas que vivió durante todos estos años, de día o de noche, poniendo en el aire una transmisión. "El operador de estudio es el alma de un equipo radial —sostiene— y es el que puede levantar o hundir un programa. El operador es además como una especie de oyente partícipe del proceso. Es, digamos, el primer oyente, que puede sugerir ideas o evaluar cómo está saliendo todo”.
Uriza se define como "un creativo” —si no tengo la posibilidad de crear yo no sirvo— y asegura que un operador debe tener la capacidad de buscar el efecto justo en el momento adecuado, el eco en una frase, el efecto de sonido, la resonancia apropiada.
Con el cigarrillo a medio fumar entre los dedos, y con la seguridad de un especialista en el tema, Carlos Washington Uriza puede hablar, de pronto, de astronomía, de medicina, de computación o del circuito financiero internacional. Ante el asombro de los periodistas, discute con los invitados, ya sean legisladores o el mismo presidente de la nación los temas más diversos. Aunque esté equivocado nadie se atreve a desmentirlo, porque de nada servirá. El "Negro” es, indudablemente, uno de los personajes más típicos de la radiofonía sanjuanina, pero quiso dejar la actividad. Afines del año pasado pidió el retiro voluntario a la Secretaría de Comunicaciones de la Nación. Para alegría de muchos compañeros y tristeza de otros, la repartición le negó el pedido "por razones de servicio”. "Me han condenado a seguir trabajando” dice, pero en el fondo se siente imprescindible. Su sueño de vivir en el campo, cultivar la tierra, criar animales junto a su esposa y a sus tres hijos deberá seguir esperando.
Por lo pronto, la gente que trabaja con él ya se ha resignado a soportarlo.