Facundo Manes visitó la sede de la Fundación Bataller. Ver video de la entrevista

El neurocientífico, creador del Instituto de Neurología Cognitiva y presidente honorífico de la Fundación INECO, llegó a la provincia para firmar un convenio con la Fundación Castaño y el Ministerio de Desarrollo Humano y visitó la Fundación Bataller. La siguiente es la entrevista publicada en El Nuevo Diario, edición 1961 del 21 de mayo y realizada por Mariano Bataller.

-¿En qué se basa el convenio que se firmará en San Juan?
-Es un convenio entre el Ministerio de Desarrollo Humano, la Fundación INECO y Fundación Castaño para el trabajo de la salud cognitiva de los chicos en la primera infancia y adolescencia pero también en un marco de fortalecimiento de nuestro instituto de neurociencia INECO – Castaño, porque con todo lo que ha pasado, creemos que es el momento realmente trascendente para poder revalorizarlo, para poder salir con una oferta de servicio médico de la comunidad que tanto lo va a necesitar.

-Siempre rescatas dos temas fundamentales: la empatía y la educación. Dos temas que atraviesan esta pandemia. ¿Cuál es el costo que se va pagar?
- La empatía es la habilidad de nuestro cerebro para imaginar que el otro tiene creencias diferentes a las nuestras e incluso aceptar que en las creencias del otro hay semillas de verdad. No es fácil, parece fácil, eso es una empatía cognitiva. La empatía emocional es sentir lo que el otro siente y esa es una palabra clave, porque nos podría dar una posibilidad de ser más resilientes con lo que estamos viviendo y lo que se viene, porque es sentirnos parte de un todo. El “sálvese quien pueda” sería un desastre. El virus agarró lo mejor de nuestra especie que es la posibilidad de abrazarnos y la usa en nuestra contra, por eso tenemos que seguir conectados con nuestros afectos, con la gente que confiamos.

-¿Qué impacto tendrá la pandemia en la educación?
-Con respecto a educación, el impacto de esta pandemia tendría una duración de décadas, lamentablemente. Por eso tenemos que poner en el centro del debate la educación. La salud mental y la educación deben ser respuestas centrales de la pandemia, porque hicimos bien al concentramos en lo físico pero la definición de salud es el completo bienestar físico, mental y social. Así que, en esta etapa, tenemos que invertir mucho más en hablar de salud mental y de educación, porque el impacto mental de la pandemia dura más que la pandemia. Ojalá me equivoque, pero calculo que la pandemia va a terminar en un año y pico en Argentina. 

-Si se analiza por los índices o porcentaje de vacunados recién está inoculado el 5% de la población. 
-Ojalá me equivoque. Lo que sabemos de epidemias previas es que el impacto mental dura más que la pandemia. Así que imagínate si tenemos un año más de pandemia, el impacto mental va a durar varios años. San Juan ha puesto foco en esto y  han sido pioneros porque la salud mental nos va a permitir reactivarnos como sociedad.

-¿Quiénes serán los más afectados?
- Se ha estudiado esto en la epidemia del 2000 en el sudeste asiático. Todos un poco estamos afectados, estamos todos cansados. Hace meses que hacemos cosas que antes no hacíamos: usar barbijo, lavarnos las manos, etc.  Eso requiere un esfuerzo mental. Y no hacemos las cosas que hacíamos, entonces todo eso nos agota. Así que esto nos afecta a todos, aunque tengamos trabajo, aunque tengamos el privilegio de no preocuparnos por la comida, igual estamos agotados todos.

-Pero algunos ser verán más afectados.
-Hay cinco grupos que son más vulnerables al impacto mental; los jóvenes, porque el cerebro termina de madurar en la segunda década de la vida y los agarra modulando sus emociones. Las mujeres, porque esto ha creado un trabajo inequitativo doméstico y ha aumentado la violencia domestica física o verbal. El personal de salud somos el tercer grupo más vulnerable del impacto psicológico. El cuatro grupo son los pobres, la gente que vive en la vulnerabilidad, y el quinto grupo son los adultos mayores, los ancianos, porque ya había una epidemia de soledad antes de la pandemia que ahora se agravo.  Así que aunque todos estamos agotados hay cinco grupos que son más vulnerables.

-En Argentina se agrava el problema porque los índices de pobreza que son altísimos.
-La epidemia puso en evidencia la decadencia crónica argentina. Te doy tres datos rápidos. Este año, incluso antes de la pandemia, íbamos a tener el ingreso per cápita del ’74, casi medio siglo perdido. Somos uno de los países con más recesión en el mundo, más que Chad, Burundi, Haití y la República democrática del Congo. Tercer dato, en el 75 se hizo un estudio de pobreza, uno de los primeros bien hechos, y había 5% de pobreza. Hoy, es casi la mitad de la sociedad,  así que es una decadencia. La pandemia puso en evidencia la desigualdad educativa, la malnutrición y la pobreza.

-Evidentemente, no todo es culpa de la pandemia
-No le podemos echar la culpa al coronavirus de todo esto. Lo que hizo es ponerlo en evidencia, nos agarra débiles. El virus agarra a las personas con factores de riesgo y los complica más. Y Argentina encaró esta pandemia con factores de riesgo, porque no hicimos políticas razonables en las últimas décadas y nos agarra débiles, como a un paciente hipertenso, diabético y obeso,  el COVID le hace más daño. Como país nos agarra con muchos factores de riesgo, a diferencia de otros países que tuvieron más previsión, menos corrupción, que invertían más en salud, en educación.

-En vacunas, también se ve la diferencia.
-
 En términos de vacuna,  ha diferenciado los países ricos de los países pobres. Canadá compró vacunas para cinco veces su población; Inglaterra, para tres y nosotros, no tenemos muchas vacunas. Pertenecemos al mundo pobre, lamentablemente aquí nos dimos cuenta que estamos del lado pobre del mundo. Los argentinos no queríamos ver que somos pobres y no queríamos ver que no estábamos en vías de desarrollo. Espero que esta pandemia, más allá de todo el dolor, de todo el sufrimiento que vivimos y que vamos a vivir, nos dé la oportunidad de encarar en serio el desarrollo que merecemos para los más jóvenes.

- Los países desarrollados apuestan al conocimiento, mientras en Argentina se piensa que un valor de soja a 615 dólares salvará al país. ¿Argentina está condenada a pobre?
- No. Primero, Argentina no tiene tantos recursos naturales como pensamos porque si fuéramos dos millones de personas, tendríamos muchos más, pero somos 45-50 millones y si uno ve el recurso natural per cápita, estamos en el número 40 y pico. Como ejemplo, tres países de África exportan el 70% del cacao y no tienen ningún impacto en la economia del chocolate. Bélgica no tiene cacao y Suiza, tampoco. Hay dos países del sudeste asiático, Tailandia e Indonesia, que exportan 70%  del caucho y no tiene impacto en la industria del neumático.  El recurso natural no mueve la economía. 

-Es el conocimiento.
-Exacto. Lo que mueve la economia es invertir en el cerebro. Lo que estamos trabajando en San Juan con el grupo Castaño, con el gobierno de San Juan, invirtiendo en el cerebro. Lo que va a transformar la economia, es invertir en el cerebro, en la nutrición y en la educación. Cuando hablamos de esto muchos nos dicen, pero “tenemos problemas económicos” y lo que tratamos de explicar es que la discusión económica en la actualidad tiene que ver con el conocimiento, con la educación. La disputa entre los países hoy es por el recurso humano, la educación. La verdadera riqueza en un país está en el capital humano.

-¿Se podrá lograr ese capital en Argentina?
-Tengo optimismo porque todavía Argentina tiene una sociedad preocupada. Muchas veces los dirigentes no cumplen con las expectativas, pero la sociedad argentina merece más de lo que somos, y yo creo que la sociedad argentina quiere esto, pero tenemos un gran dolor común y nos falta un sueño común.

GALERIA MULTIMEDIA
Facundo Manes durante la visita a la sede de Fundaciòn Bataller, junto a Mariano Bataller y Walter Stoermann, presidente del directorio de Clínica El Castaño
Facundo Manes durante la entrevista realizada por Mariano Bataller en la sede de la Fundación Bataller.