Empleados del Cementerio municipal de Rawson, afirman que suceden fenómenos que a los que no pueden darles una explicación. Figuras que atraviesan rejas cerradas, niños que lloran, rituales y sectores por los que no atraviesan una vez llegada la medianoche. Hasta sostienen que uno de los serenos murió de miedo cuando realizó un turno solo, porque su compañero faltó. La siguiente nota realizada por Patricia Moreno, fue publicada en El Nuevo Diario, en la edición del 18 de marzo de 2011
“Hay que estar aquí de noche para saber lo que pasa. Por la playa a la media noche nadie pasa, es terrible y los viernes los ruidos son constantes”. Así lo describe Mauricio, uno de los serenos del Cementerio San Miguel de Rawson. Figuras que atraviesan rejas cerradas, llantos y cadenas que se arrastran.
Hasta afirman que uno de los serenos murió de miedo una noche que su compañero de turno faltó. Las historias se multiplican a medida que vamos charlando con el encargado del Cementerio, Eduardo Pintos, que comenzó hace más de dieciocho años como sereno.
A pesar de ser muy escéptico y sostener que no cree en estas cosas, “pero que las hay las hay”, Ricardo Robles cuenta que entre las tumbas se encuentran sapos con la boca cocida. Todos son empleados que llevan más de quince años trabajando en el cementerio municipal. En voz baja y con mucho respeto van narrando algunos de los fenómenos inexplicables de los cuáles fueron testigos y que nadie sabe dar un fundamento real.
El sereno que murió de miedo
Pintos recuerda que hace unos años al llegar a tomar turno unos empleados, les llamó atención que el sereno no hubiese abierto la reja de ingreso, esa noche se había quedado solo debido a que su compañero de turno tuvo un inconveniente de último momento y faltó. Comenzaron a buscarlo. En la oficina donde tenía por costumbre tomarse unos mates, este había quedado cebado y la radio encendida, pero del sereno ni rastros.
Después de unas horas de búsqueda lo encontraron tirado en medio de la calle, como si hubiese arrastrado para tratar de salir del interior del cementerio.
-Todos los que lo vieron dicen que en su rostro había quedado reflejado el miedo, algo vio. Pensamos que se murió de miedo, afirma Pintos, mientras baja el tono de voz, casi hablando en secreto.
Las temibles monedas
Otro de los temas del que hablan frecuentemente los empleados del cementerio es lo que encuentran entre las tumbas para el día de brujas, el viernes Santo y del día de los Difuntos.
En estas fechas afirman que encuentran velas, bebidas y cigarrillos, todo en número de tres. También es frecuente encontrar sapos con la boca cosida con fotos a dentro o papeles que simulan pergaminos escritos con tinta roja como si fuese sangre.
Están los ritos que hacen con monedas. Esta ceremonia comienza dejando un ramo de flores sobre una tumba que se marca con sal, luego la persona sale arrojando monedas hacia atrás sin darse vuelta y hacen como unas cruces en el aire.
—Nosotros a las monedas nunca las tocamos. Las recogemos con una pala y las tiramos a la basura o las enterramos. Nadie que ve eso después se anima a levantarlas, explica Pintos.
La novia que atravesó la reja
Uno de los hechos del cual afirman hay varios testigos que por varios días quedaron muy asustados, es el de la mujer de blanco que apareció a la medianoche en las puertas del cementerio.
Eduardo Pintos cuenta que estaban algunos empleados en uno de los pasillos de ingreso cuando vieron a la mujer que avanzaba para entrar. A todos les llamó la atención por la hora que era.
—Nadie se movió porque la reja estaba cerrada, todos pensamos que cuando se diera cuenta se iba a ir.
Sin embargo la mujer siguió avanzando y dejó a todos aterrados cuando atravesó la reja cerrada,
para ingresar pausadamente por el pasillo central. Pasó por enfrente de los trabajadores que se quedaron inmovilizados.
Cuentan que es una novia que el día de la boda, el que iba a ser su marido se mató en un accidente automovilístico viniendo de Mendoza a la provincia. Al conocer la noticia dicen que no se quiso sacar el vestido y murió de dolor. La familia del novio decidió enterrarlo en Mendoza, culpándola de la muerte, ella está enterrada en el cementerio municipal. Afirman que en el
mes del accidente, ella en la noche sale a buscarlo. El vestido blanco que conserva la familia está guardado en un placard, pero en las noches que dicen verla, este aparece luego en algún otro lugar de la casa como si recién se lo sacara.
Los niños del accidente
Hay un pabellón muy particular por el que los serenos y panteoneros, evitan pasar desde la medianoche hasta pasadas las seis de la mañana. En ese horario dicen que comienzan a escucharse llantos y gritos de niños. Algunos los sienten correr.
—Es tremendo. Nosotros pensamos que son niños que deben haber sufrido mucho. Comienzan a escuchárselos llorar en ese horario, es desgarrador, pero pasadas las seis de la mañana todo es silencio. No hay nada- manifiesta Pintos.
En voz baja y conmovidos, los empleados, explican que en el pabellón dos están sepultados seis de los quince pequeños de la Villa San Damián que murieron cuando el colectivo en el que se trasladaban para jugar un partido de fútbol fue embestido por un tren en doctor Ortega y Lemos.
Figuras que aparecen y desaparecen
Según cuentan los empleados del cementerio, ellos ven ingresar al cementerio numerosas personas que luego no salen, por más que las buscan nunca pueden dar con ellas. Suelen caminar entre los panteones y cuando tratan de alcanzarlas desaparecen.
Mauricio el sereno, contó que una tarde ya estaban por cerrarse las rejas cuando se le acercó una mujer con una botella cortada por la mitad, en forma de copón, le solicitó agua.
Caminaron hasta un tacho, el sereno tomó la media botella la llenó de agua y cuando fue a entregársela la mujer había desaparecido.
—No le puedo explicar lo que fue eso, un escalofrió me recorrió el cuerpo y fue una sensación que tuve toda la noche y al día siguiente.
También manifiestan que los viernes suelen escucharse elementos que se arrastran o golpes secos. Cuando van hasta el lugar de donde parecen provenir vuelve el silencio y luego todo es calma.
Los lugares prohibidos
Todos afirman que por “la playita” y “el campito” nadie pasa.
Durante el día la playita es un lugar donde se suelen dejar vehículos y parecería no revestir peligro alguno, pero pasadas las 21 por ese sector nadie cruza. Todos cierran los ojos y dicen que se ven cosas terribles.
Otro sector que tiene características similares es “el campito” a simple vista y a plena luz del sol, es un lugar apacible un camino que a ambos lados sólo tiene unos árboles que no tienen mucho tiempo de plantados y césped. Pero en la noche afirman que es un lugar donde hay “presencias” que acompañan y “meten miedo” por eso todos lo evitan aunque tengan que dar toda la vuelta por los caminos laterales del cementerio.
Se ha formado otra pareja
Eduardo Pintos, señala que además de estas historias de apariciones y ritos, están otras que son más agradables y son las de los viudos que terminan formando pareja.
- Al principio vienen todos los días y hablan con el difunto como si estuviera vivo, conocen a otro viudo, van intercambiando experiencias de lo que es vivir solo y luego terminan en pareja. Conozco a varios viudos que terminaron casándose.
No voy a dar nombres pero realmente es muy agradable porque después vienen a saludarnos.