El crimen del taxista José Luis Guerrero que sacudió a San Juan

El homicidio de ocurrió en 1989, con total alevosía y crueldad. Su madre murió al enterarse. Los escabrosos detalles del triángulo macabro. Artículo publicado en Diario de Cuyo el 18 de julio de 2021

 Fría, calculadora, siniestra. Una mente oscura, retorcida. Stella Mary Riveros planeó durante meses cada detalle del espantoso crimen que conmocionó a San Juan. Barajó cuidadosamente todas las opciones para acabar con la vida de José Luis Guerrero. Notó que no podría hacerlo sola, por lo que buscó un cómplice y este, a un tercero. La mujer, enceguecida por el odio, intentó no dejar nada librado al azar. Sin embargo, a las pocas horas de matar brutalmente a su amante, fue detenida y, acorralada, terminó confesando el hecho.

Así, el 14 de abril de 1989 se concretó uno de los homicidios más atroces que la provincia recuerde. Por las características y la alevosía con la que se llevó a cabo. Porque además la víctima era un querido taxista que cada día estacionaba su auto en la parada ubicada sobre calles Rivadavia y General Acha.

Ese día, en horas de la noche y cuando el trabajador ya planeaba regresar a su casa, Riveros subió al auto y comenzaron a charlar, como lo hacían a menudo. En ese momento, dos sujetos ‘desconocidos’ se acercaron al vehículo pidiéndole al chofer que los acercara hasta Tucumán y Oro. ‘Casualmente’, la mujer se ofreció a bajar del taxi, pero los hombres dijeron que no hacía falta, que no molestaba. Así, Guerrero cayó en la trampa y emprendió el que sería su último viaje.

En el camino y con el auto detenido, la mujer le propinó un sorpresivo un puntazo en la cabeza, mientras uno de los hombres que se encontraban en la parte trasera del auto sacó una soga y lo ahorcó. Así concretaron la faena. Luego, la mujer pasó al asiento trasero, la víctima fue empujada hacia el lugar del acompañante y uno de los hombres tomó el volante para continuar la marcha.


Los homicidas se dirigieron por calle Rodríguez hacia el Este hasta llegar al río San Juan. Luego continuaron hasta Angaco y siguieron a San Martín. Dejaron el auto a escasos metros del puente de Alto de Sierra. Y como si nada hubiese ocurrido, siguieron caminando y tomaron el colectivo de la Línea 12 que los llevó nuevamente hasta Capital.

 La triste mañana del 15 de abril, efectivos policiales dieron con el cuerpo de Guerrero y rápidamente comenzaron la investigación que terminó con Riveros confesando y delatando a sus acompañantes. A los pezquisas no les resultó difícil llegar hasta ella porque había evidencias por doquier: los guantes de látex utilizados para cometer el asesinato fueron hallados a pocos metros del rodado. También se encontraron cabellos y un aro en el taxi, además de una importante cantidad de papeles rotos en el lugar. El hombre tenía sus pertenencias consigo, por lo que de inmediato quedó descartada la hipótesis del robo. Además, como si fuera poco, eran vox populi las relaciones que la homicida mantenía en paralelo con su víctima y con el hombre que finalmente estranguló al chofer.  

Como si fuera posible, la situación se tornó más dramática cuando la madre de José Luis Guerrero no soportó el dolor de ver a su hijo muerto y falleció como consecuencia de un paro cardiaco. Ambos fueron sepultados juntos. 



Cómo se gestó el trío diabólico
Stella Mary Riveros, quien al momento del hecho trabajaba en una confitería céntrica, fue planificadora, instigadora y coautora del crimen. Para concretar su plan requirió la colaboración de Juan Carlos Salinas, quien al momento de declarar ante la policía la definió como "una mujer tan fogosa como convincente y dominante".

“Debemos terminar con José Luis. En esta te la jugás conmigo porque necesito tu hombría, tu coraje, ese valor que tenés. Ahora también lo vas a demostrar”, le dijo Riveros a Salinas. La aceptación no se hizo esperar. En ese instante, el hombre le comentó que había alguien que también podía colaborar, porque a su vez necesitaba ayuda “para otro trabajo”. Así es como ingresó a la historia Orlando Ramón Yanabel, amigo íntimo de Salinas. 

¿Cuál era el trabajo que pedía a cambio Yanadel? Otro crimen. "Yo colaboro con ustedes, pero luego deberán hacerlo conmigo", les dijo. El pacto consistía en asesinar a la hija de su pareja, una chica de 16 años, porque “lo estorbaba”. "Ayudo, pero quiero que liquides a mi hijastra, la mates, la cortes o la hagas trabajar en la prostitución", dijo. Afortunadamente, la adolescente corrió mejor suerte que Guerrero.

 "Se trata de un siniestro triángulo en el que la lujuria, el sexo descontrolado y la sed de venganza. Eso los unió para ponerle fin a la vida del taxista", relatan las crónicas de la época. Lo cierto es que los tres participaron en la salvaje muerte, a la que con el paso de los días y gracias al testimonio de los acusados, se le sumó un dato escalofriante: la mujer quería castrarlo. 

Salinas fue el que pasó el cordel por el cuello del taxista herido y tras cruzar los extremos concretó la macabra faena. “No lo matés, no lo matés, que quiero castrarlo en vida”, le dijo Riveros en ese momento, pero ya era tarde. Guerrero estaba muerto.

Manipuladora y adicta al sexo

 El plan de Stella Mary comenzó a tomar forma al menos siete meses antes. Ella aseguraba que era víctima de maltratos por parte de Guerrero. Sin embargo, el testimonio de conocidos que tenían en común con la víctima aseguran que el taxista quería dejarla porque temía que su esposa se enterara de esta relación clandestina, algo que desató la furia de Riveros quien rápidamente ideó su venganza.   

La asesina alquilaba una habitación en una vivienda ubicada sobre Avenida Rawson. Cuando desde la Justicia ordenaron llevar a cabo un allanamiento, lo que los policías encontraron causó sorpresa. 

Entre otras cosas hallaron abundante material pornográfico, tanto revistas como afiches pegados a las paredes. También un diario íntimo en el que relataba no sólo los detalles de la relación que tenía con su amante, sino los planes para acabar con su vida. 

 Una de las cosas que más llamó la atención fue que la mujer anotó la compra de los guantes de látex que usaron meses después para cometer el homicidio.

“El incontrolado deseo de asesinar a Guerrero no le permitió a Riveros planificar con claridad. Estaba obnubilada y esa situación la llevó a cometer errores que la pusieron tras las rejas", se decía entonces. Además, se supo que a Salinas lo conoció cuando ya planeaba matar a su pareja, por lo que no se descarta que lo haya utilizado para concretar el hecho. 

Luego se supo que una semana antes habían intentado acabar con la vida del trabajador, pero les faltó lo que la mujer consideraba un factor fundamental: coraje. Por eso, esperó a que estuvieran listos. 


El antecedente siniestro

Nueve años antes, en 1980, Stella Mary Riveros arrojó a su pequeño hijo de 3 años al cauce de un canal. Si bien la mujer intentó decir que se había tratado de un desafortunado accidente, testigo aseguraron que lo tiró a sangre fría

Vecinos se arrojaron al agua para intentar salvarlo, pero los esfuerzos fueron en vano. Ella fue condenada por homicidio, pero luego salió en libertad. 


Prisión perpetua para tres

 En abril de 1991, Stella Mary Riveros, Juan Carlos Salinas y Orlando Ramón Yanadel fueron condenados a cadena perpetua al ser hallados autores del delito de homicidio agravado. El juez consideró que hubo alevosía teniendo en cuenta que todo fue programado y actuaron con la víctima indefensa, ya que luego de desvanecerlo, lo ahorcaron. 

La situación de los condenados se agravó por la cantidad de intervinientes en el delito y el hecho de llevar adelante el crimen mediante un acuerdo previo. La Justicia consideró que el accionar de los tres fue idóneo para provocar la muerte, existiendo una relación casual directa entre la víctima y sus ejecutores. 

Para cada uno de los procesados, el juez demostró que poseían un total desprecio por la vida ajena, además de la frialdad para preparar, facilitar y ejecutar el homicidio. 



Ver también artículo en Fundación Bataller

-- Nicolás Florencio Caputo. El primer taxista asesinado en San Juan. Por Juan Carlos Bataller






GALERIA MULTIMEDIA
Stella Mary Riveros, Juan Carlos Salinas y Orlando Ramón Yanadel fueron los autores materiales del asesinato y condenados a perpetua. (Foto Diario de Cuyo)
José Luis Guerrero es sacado del interior del Peugeot 404 para ser trasladado a la morgue. (Foto Diario de Cuyo)
Stella Mary Riveros, Juan Carlos Salinas y Orlando Ramón Yanadel fueron los autores materiales del asesinato y condenados a perpetua. (Foto Diario de Cuyo)
José Luis Guerrero es sacado del interior del Peugeot 404 para ser trasladado a la morgue. (Foto Diario de Cuyo)
Taxistas pidiendo Justicia por José Luis Guerrero y reclamando mayor seguridad. (Foto Diario de Cuyo)
José Luis Guerrero manejaba el Peugeot 404 licencia 119. El mismo fue abandonado con su cuerpo en el interior en las inmediaciones del Puente de Hierro en Alto de Sierra. (Foto Diario de Cuyo)
Los homicidas se dirigieron por calle Rodríguez hacia el Este hasta llegar al río San Juan. Luego continuaron hasta Angaco y siguieron a San Martín. Dejaron el auto a escasos metros del puente de Alto de Sierra y en su interior a José Luis Guerrero, quien ya estaba muerto. (Foto Diario de Cuyo)