La siguiente nota fue publicada en El Nuevo Diario Deportivo, que integró la edición 608 de El Nuevo Diario del 28 de Mayo de 1993. Las fotos fueron proporcionadas por entonces por Ernesto Picot.
Ernesto Picot fue dueño de las marquesinas deportivas mucho tiempo. Se dijo que fue el anticipo de Pelé, por su juego, por su color y por su entrega. Hizo una gira con eI Santos y luego negaron su transferencia. Sus últimas pinceladas las brindó en el Independiente de Trinidad y luego se dedicó a la producción de futbolistas.
Ernesto Mauricio Picot recaló en San Juan para entregar toda su sabiduría recogida en el mundo. Los chicos son los más agradecidos, particularmente los cebollitas de Atlético de la Juventud Alianza, que fueron campeones argentinos, llevados de la mano de este moreno que, con el tiempo alcanzó una mansedumbre digna de un pastor de almas. Sin difraz dice cosas que son como sentencias. Tal vez conoció a Pierre de Fredi, Barón de Coubertin. Ese anciano menudo, apacible y candoroso que dijo que lo importante no es ganar, sino participar en los Juegos Olímpicos. Lo importante en la vida no es el éxito sino la lucha. Lo importante no es haber triunfado, sino haber luchado bien.
Ernesto Picot, hijo de don Ernesto Idelfonso Picot, con abuelo francés y de doña Cora Duarte, uruguaya de quien heredó su piel morena, nació en Avellaneda el 1 de enero de 1927. Criado en Villa Urquiza, cerca de la vieja cancha de River Plate, la de Alvear y Tagle. Sus primeros amagues, con quiebre de cintura se vieron en los potreros con pelota de trapo, hasta que llegó la de goma.
También jugaba en los empedrados, donde se hacía difícil manejar el balón.
Con El Nuevo Diario recordó sus tiempos de los clubes Pampero y Gutiérrez, hasta que un día, los invitaron a jugar contra la tercera de San Lorenzo. Tenía 17 años y allí comenzaría la historia, que se dio la mano del adiós en San Juan, para dar lugar al director técnico siempre triunfador.
La gente de Boedo no quería que jugara el segundo tiempo, para que no se lo soplaran. Ernesto solía jugar en Platense donde le pagaban un peso por partido, le ofrecieron 30 pesos por match y agarró viaje enseguida. La mamá debió firmar la tarjeta de autorización para ingresar a San Lorenzo, justo cuando salía campeón. Trabajaba con la tercera en un playón de Flores y al regresar el equipo “santo" de la famosa gira por Europa, el técnico de la tercera, Pedro Ornar Corsetti, amigo de Reneé Pontoni le sugirió hablar al técnico para que probaran al negrito. Hizo un gol y quedó de titular de la tercera y suplente de la primera.
Debutó en 1947 contra Newell’s Old Boys, marcando tres goles. Cuatro fechas después se lesiona Imbelloni y lo ponen contra Banfieid. El sanjuanino Francisco Antuña fue transferido a Atlanta y Picot tenía más chances.
Cuando jugó, nos cuenta: "Farro, Pontoni y Martino eran unos genios. Otros volaban. A mí me parecía un sueño. ¿Y la máquina de River? ¿y los cinco de Independiente: Maril, De la Mata, Sastre, Erico y Zorilla? ¿y José Manuel Moreno?: este fue lo más grande que vi en mi vida. En la tercera formaron una delantera con Picot, Papa, Gambina, Rial y Seoane. Al año siguiente, era Picot, Farro, Pontoni, Martino y Silva.
Luego llegó la huelga del 48 y mató una generación de futbolistas. Se fueron los mejores. Nuestra delantera en tercera había convertido 120 goles y nos obligaron a ser profesionales. Se produjo el desbande a Colombia y fue la ruina. Después de 10 años en Boedo me tuve que ir. Pero antes, un empresario me quiso llevar a Racing de Marsella, Francia. El embajador de entonces se llamaba igual que yo: Ernesto Picot. San Lorenzo no quiso. El Santos de Brasil me llevó en una gira por todo el país (ahí conocí San Juan) y el exterior. Me quisieron contratar y San Lorenzo que no. Me entreno y antes de comenzar el torneo, se lesiona Farro; Papa estaba recién operado y se jugaba contra River, en Núñez. Yo fui temprano a la cancha para ser espectador. Me llamaron por los parlantes, almorcé y me dijeron que tenía que jugar. Le hice dos goles a Amadeo Carrizo y no quisieron venderme a ningún lado.
Recién en 1955 me transfirieron a Newell''''''''s. Conformamos un gran equipo y la delantera la integraban Nardiello; Puppo, Pereyra, Picot y Yúdica. Atrás, estaban Tarnawsky, el arquero que pasó a San Lorenzo; Bóveri á Rácing; Jorge Griffa al Atlético Madrid; Raúl Belén, a Racing. Como ve, cualquier cantidad de jugadores. También Newell''''''''s me negó al Santos y en 1959 me fui a Méjico. Allí jugué en Toluca é Irapuato; después a Cuatemala, en el Municipal. Allí ganaba buena plata, pero la guerrilla y los problemas políticos me hicieron regresar. No quería ser baleado.
Estando en calle Corrientes, un mendocino me pide que venga a Leonardo Murialdo. Era el año 1963 y agarro viaje. Estuve un año junto con Serra que me había acompañado en Centroamérica. Polo Montañez me trajo a Independiente de Trinidad y estuvimos 16 partidos invictos.
Pasé a ser técnico y me fui cuando me quisieron formar el equipo. Antes jugué por el subcampeonato contra San Martín y ganamos 4 a 1. Luego vendrían los chicos y los grandes.
Ernesto Mauricio Picot se quedó en San Juan, junto a su mujer, Luisa Victorio, que conoció en Rosario y crió a sus hijos: Daniel Hugo, Ildefonso Ernesto y Nidia Luisa, sanjuanina. Tiene siete nietos, cuatro de ellos en San Juan. Su historia es muy grande. No alcanza para esta entrega.
Los gozos y las sombras
Yo deseo fervientemente que vuelvan los jugadores de antes, los de verdad. Planifico como todos, pero a los chicos no les saco todo lo que tienen. De tantas indicaciones, al jugador argentino le privaron su libertad, le cortaron las alas. Yo quiero gente que tenga responsabilidad, capaz de resolver y no hombres que le escapan a la pelota; que corran, que transpiren, pero que jueguen. Mire, si faltan maestros en la vida, ¿cómo pretendemos que los haya en el fútbol? Este apasionante juego se empobrece cada día más. Se desluce, ¿quiénes son los culpables? los primeros somos tos técnicos, que reprimimos la gambeta por el resultado, la habilidad, esencia del juego, por la fuerza, el foul.
¿Qué solución propongo? No tengo la varita mágica. Hay que cambiar la mentalidad de los técnicos, para que los chicos tengan espejo donde mirarse. Deben cambiar los dirigentes, los árbitros y hasta el periodismo, que no debe ser tan exitista, excesivamente profesionalizado. Y buscar en las fuentes. Yo encontré en Atlético de la Juventud Alianza las grandes figuras, imagínese: el 29 de julio de 1972 mis cebollitas ganaban el campeonato argentino. Batieron en la final a Mitre, de Misiones, por 2 a 0. Habíamos viajado, despedidos por unos pocos. Regresamos y en el aeropuerto nos esperó una multitud.
Luego dirigí la primera división, y en 1975 ganamos el pasaporte al Nacional con este equipo: Alberto Fidel Rodríguez, Miguel Angel Rodríguez, Julio Pedro González, Pedro Agustín Hidalgo y Juan Eusebio Aleman, Américo Ríos, Ricardo Oscar Lizzi y Raúl Justo Paz; Juan Carlos Alonso, Salvador Angel Spadano y Arístides Miguel Rodríguez. También jugaron Eduardo Coronado e Isaac Roque Paz y otros mu chachos.
Para el Nacional contrataron a Hernán Ramírez. Trajo un montón de deportistas de afuera y logró dos puntos en la primera rueda. Lo separaron y volví y sacamos 10 puntos en la segunda, ganándole a San Lorenzo, en Buenos Aires. Como ve, entre chicos y grandes hay luces y sombras. Soy defensor de la técnica.
Europa mejoró la técnica y nosotros empeorarnos, ¿por qué? El jugador nace. Sólo se lo debe perfeccionar. Casi nadie le da bolilla a las inferiores. En Rosado, Jorge Griffa es el productor mayor del fútbol argentino. Qué lástima que no se lo imite en otros lados; ¿no?
(Ernesto "El Negro" Picot, falleció en la noche del domingo 6 de abril de 2014 a los 88 años)