El siguiente artículo fue publicado El Nuevo Diario, edición 593 del 12 de febrero de 1993
Como el pan nuestro de cada día, Fernando Vargas Giménez, de 65 años, goza plenamente cada día de su vida y la de su familia. No es otro que el popular "Lucho”, el panadero, el comerciante, el abogado, el hombre que deslumbró poco más de 20 años en la primera división de Sportivo Peñarol y los seleccionados sanjuaninos de fútbol.
Es un ejemplo de cómo se pueden alcanzar objetivos en la vida y en el deporte. Tan caballero como excelente jugador de fútbol. Su simpatía, su don de gente le ha permitido cosechar amistades entrañables.
¿Quién cuestiona los procedimientos de Lucho en la vida cotidiana? ¿Quién le vio alguna acción fuerte en el fútbol? Nadie.
Todos reconocen que Vargas fue un deportista cabal, un compañero, un amigo. Lo encontramos en el autoservicio de 9 de Julio y Salta (es miembro de su directorio). Inmediatamente recordó que le pusieron "Lucho" porque jugó contra Boca Juniors y Carlos "Lucho" Sosa lo felicitó por su actuación, teniendo 18 años. De tanto contar la anécdota a sus amigos terminó quedándole el apodo.
Comenzó en 1937 en la sexta de Peñarol y a los 16 años ya transitaba la primera, junto a Leto Velázquez, Rafael Rebollo, Pío Carrizo, Nardo Ruiz, Esteban Fábregas, etc. En la selección (donde jugó en todos los puestos menos de arquero) debutó en 1950, frente a Independiente de Avellaneda. La delantera formó con Pacheco, Fonzalida, Muñoz, Vargas y Alexis Juárez.
Fue primer campeón argentino en el famoso partido final con Mendoza en cancha de Vélez Sarsfield, en 1956. Su papá, Fernando; su tío Emilio y él, fueron presidentes de Peñarol.
En 1964 fue subcampeón argentino en Bahía Blanca (considerado por Victorio Spinetto, el mejor jugador del certamen) y en 1965, campeón con Peñarol y se retiró.
Casado con Mirna Babsía, tiene tres hijos: Femando, abogado con quien comparte el estudio jurídico de calle Jujuy 488 sur; Yanire y Edurne, la menor.
Confesó a El Nuevo Diario:
"Siempre trabajé en la panadería de mi padre. Soy más panadero que jugador de fútbol o abogado. Luego de ser presidente de mi querido club, me pregunté qué hago. Hice el cursillo y en 1976 comencé abogacía en la Universidad Católica de Cuyo. ¿Se imagina la experiencia de tener compañeros de 17 y 18 años, teniendo yo 50?
Sin embargo hubo integración total. Sin perder ninguna materia me recibí. Entretanto dirigí los equipos de fútbol y hasta participé jugando con los chicos Roquiño Mallea, Ferrero, Juan Sánchez, Jiménez y fuimos campeones en La Plata de universidades privadas. De simple panadero me convertí en el abogado que repartía pan. En 1984 me designaron asesor de la Legislatura Provincial, en la que aun permanezco.
Mi mejor recuerdo es haberle ganado con San Martín al Santos de Brasil 4 a 0. La evolución humana de la medicina del deporte y la preparación física hacen que un jugador hoy esté mejor preparado que antes. Los tres más grandes jugadores que ví fueron Diego Maradona, Enrique Omar Sívori y Pelé.
Por una cuestión sucesoria, tuvimos la desgracia de disolver la panadería. Lo que fue toda mi vida ahora es un recuerdo. Sin embargo con el estudio, los negocios y mis amigos seguimos luchando y disfrutando de la vida".