Elsa María Castracani y Roberto Nacif. El amor en el parque de diversiones

Esta nota fue publicada en la La Nueva Revista en El Nuevo Diario, en la edición 639 del 30 de diciembre de 1993. El siguiente es el texto completo del artículo.

 Sucedió en un mes de mayo, cuando al predio ubicado en la calles Caseros y 9 de Julio había llegado uno de aquellos vistosos parques de diversiones, donde los jóvenes acudían con la excusa de probar suerte en alguna de las tantas atracciones que ofrecían.

Sucedió al atardecer, cuando los amigos se cruzaban por las callecitas interiores del parque y siempre había un motivo para la conversación. Sucedió que entre esos alegres grupos estaban Elsa y Roberto y fueron presentados por amigos comunes.

"Así empezó la charla. Después, en los días siguientes, nos seguimos viendo de vez en cuando hasta el 2 de junio, día del cumpleaños de Elsa" —el muchacho acudió impecable a la invitación a la fiesta—.
"Ese día nos pusimos de novios" — fue el mejor regalo que tuvo esa noche la agasajada—.

Durante tres años el galán visitó a la dama "siempre de traje y corbata, con los zapatos bien lustrados y el pelo corto, no como ahora, ¡eh! —destaca el que fuera el visitante, riendo cuando marca las diferencias de costumbres—.

El romance transcurrió entre paseos, idas al cine y charlas en la casa de la novia casi a diario, porque "cuando arreglé con mi futuro suegro los días de encuentros, establecimos los clásicos martes, jueves, sábados y domingos, pero después, en el último tiempo, iba todas las noches" —y era muy bien recibido por la familia Castracani—. 

 Para el casamiento eligieron una fecha patria —el 9 de julio— "aprovechando que luego seguían las vacaciones de invierno, porque en aquella época yo ejercía la docencia" —revela Elsa— y cuenta que la ceremonia la ofició el padre Blanco, que había sido mi profesor de religión.
Él justamente estaba en ese tiempo en la Iglesia de la Merced, donde Roberto asistía siempre e incluso había tomado allí su primera comunión".

Para regocijo de novios, familiares, amigos y "colados" ese día nevó en San Juan, lo cual fue motivo de festejo para todos, porque "la nieve le dio un toque diferente, agradable al acontecimiento" —rememora el entonces consorte—. 

 Otro detalle singular de la boda fue el vestido usado por la novia, de acuerdo al diseño en auge en Italia, "La modista, una italiana famosa en aquel tiempo, me sugirió un traje corto y, aunque no muy convencida, acepté los designios de la moda" —y aún el tiempo no la ha convencido del todo a la señora—.

Después de la reunión en una casa de la familia de la mujer en Villa Krause, la pareja partió con destino a Córdoba; primera etapa de una luna de miel que luego se prolongarla por Rosario, Reconquista, Corrientes, Posadas, para llegar hasta las Cataratas del Iguazú, todo el raid en ómnibus.

"El viaje fue maravilloso hasta allí, porque para el regreso no tuvimos mejor idea que utilizar los servicios de un hidroavión, para cubrir el trayecto Posadas—Buenos Aires. El aparato estuvo varias horas dando vueltas sobre el río Paraná para calentar motores y yo tuve una descompostura inolvidable. Todo el trayecto lo hice con mareos y el malestar nos arruinó esa etapa" —se lamenta aún Elsa—.

De Buenos Aires a San Juan, por las dudas, volvieron en un micro. Instalados ya en la ciudad, la recién casada retomó sus actividades de maestra, mientras el marido trabajaba con su padre en una casa de compra-venta de muebles, donde "estuve hasta 1975, año en que me independicé y seguí en el mismo rubro, pero por mi cuenta”.
Ella ejerció la docencia hasta 1987 y él, mientras tanto, fue variando el estilo de los artículos del negocio, hasta convertirlo en una de las más prestigiosas casas de antigüedades de la ciudad, "un poco para satisfacer mis gustos y otro poco porque en los comienzos de la década del 70 se pusieron de moda los muebles antiguos y la gente empezó a requeridos" —confiesa don Nacif—.

Mientras sucedían estos cambios, las dos niñas de la casa, hijas de la pareja —Nora y Claudia—, crecían felices en la casa del abuelo paterno primero y en la actual vivienda de la familia después.
Ahora las chicas son mujeres, profesionales ambas, casada la menor y "estamos esperando que nos de la noticia de la llegada del nieto" —está ansiosa por ejercer el abuelazgo la señora y en el rostro del señor, aunque no opine, se adivina igual deseo—.
Entretanto, la familia continúa con la vida tranquila que siempre hemos llevado, compartiendo con amigos salidas y excursiones los fines de semana y planificando ahora las próximas vacaciones —los dos coinciden en las definiciones y los proyectos—.


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Elsa María Castracani y Roberto Nacif en la tradicional foto de los novios ante la torta y realizando un brindis.
Elsa María Castracani y Roberto Nacif, en una foto en la casa de la novia, antes del enlace
Los novios, Elsa María Castracani y Roberto Nacif junto a los padrinos, Roberto Fortunato Nacif y María Eugenia Sánchez y José Castracani y Arsenia San Martín durante la ceremonia religiosa. (Foto proporcionada por el matrimonio Nacif Castracani)