“El Oso” Torres: del desalmado asesinato de un ciclista a su misteriosa muerte en un canal

Fue un conocido delincuente de un frondoso prontuario, que una noche de carnaval de 1989 asesinó a un corredor de ciclismo en avenida Benavidez. Once años más tarde, él apareció flotando en un cauce de Rivadavia. La siguiente nota de Walter Vilca fue publicada en Tiempo de San Juan el 7 de noviembre de 2021

 Un registro periodístico consigna que con tan sólo 13 años robó el auto a un boxeador y lo estrelló cerca de la Terminal de Ómnibus. Dicen que ese fue su bautismo de fuego, que ahí inició su larga carrera criminal y cosechó decenas de causas penales en su prontuario policial. Ese era “El Oso” Torres, un peso pesado entre los delincuentes de Concepción, y también de todo San Juan, al que llegaron a atribuirle el intento de homicidio de un sereno durante un robo y el crimen de un feriante en medio de un asalto. El matón que, por una burda discusión callejera, asesinó de un tiro a un conocido ciclista en 1989. Ese que prometía morir en su ley y que apareció muerto dentro de un canal de Rivadavia en el 2000, en las más extrañas circunstancias.

Rubén Ernesto Torres, o “El Oso”, fue de esa generación de la talla del “Nariz” Vargas, “El Beto” Córdoba, “El Incendiario” Guevara y otros conocidos delincuentes que ocuparon las páginas policiales de los diarios de San Juan en los 80 y 90. Era del “Pueblo Viejo”, vivió hasta grande en la casa paterna en la calle Rioja en Concepción.

Afirman que se hizo conocido o tomó vuelo de chico, cuando con 13 años sustrajo el auto al famosos boxeador sanjuanino Raúl Celestino Venerdini. La aventura le duró minutos. Chocó el vehículo en inmediaciones de la Terminal de Ómnibus de la capital provincial, lo dejó abandonado y más tarde fue detenido.



Los años le dieron esa experiencia de ladrón. Una nota publicada por Diario de Cuyo señala que en su planilla prontuarial figura que a los 15 años fue preso por hurto. Desde entonces no paró. En 1980 volvió a ser detenido por hurtos reiterados. Al año siguiente cayó por robos reiterados y asociación ilícita. En 1983, por atentado y resistencia a la autoridad. En 1985 le abrieron otra causa por robo, lesiones y tentativa de homicidio. Una versión policial indica que ese último hecho fue cuando entró a robar al predio del Instituto Tecnológico, atacó al sereno, lo encerró en la cocina y abrió la llave del gas con la intención de que muriera intoxicado.

Quizás las historias que se tejían sobre él eran más leyenda que otra cosa. Él siempre zafaba y volvía a la calle. Así también retornaba a los calabozos. Entre 1986 y 1988 estuvo detenido varias veces imputado de encubrimiento, robo, hurto, estafa, amenazas y un asalto seguido de muerte. Ese crimen fue el de un feriante de apellido Castro del Mercado de Abasto, quien fue blanco de unos asaltantes. Tampoco le pudieron probar la autoría de ese asesinato.

“El Oso” Torres se sentía poderoso y se imponía por las buenas o por las malas. Y era un provocador en sus peores días, tal como lo demostró aquella noche del domingo 12 de febrero de 1989 en que volvía de Villa Observatorio hacia su casa en Concepción a bordo de su moto Zanella 125cc en compañía de su esposa y su hija de 4 años. Al parecer, estaba molesto porque la cubierta trasera se le había pinchado, pero como no quería detenerse, venían llanteando por la avenida Benavidez. En ese trayecto cambiaría su suerte, pero para peor.

 Lejos de él todavía, en otro lado de la avenida, el ciclista Mario “El Indio” Vázquez y sus amigos Juan Carlos Ruarte y Juan Domingo Jácamo caminaban rumbo al domicilio de uno de ellos para buscar a sus familiares e ir al baile de carnaval que realizaban en un local de la zona. Ese domingo “El Indio” tenía doble motivo para festejar: cumplía sus 30 años y esa misma tarde había salido tercero en la competencia ciclística de la clásica vuelta San Juan-Mendoza.

Minutos antes, los tres habían estado en el baile y volvían por la Benavidez a buscar a sus allegados para llevarlos al festejo. En un momento dado, Vázquez se cruzó al lado Norte de la avenida, mientras que sus dos amigos caminaban por la banquina Sur de dicha arteria, entre las calles Cipolletti y Sarmiento. Ya eran las 0.30 del lunes 13 de febrero de 1989.

En ese tramo fue que apareció “El Oso” Torres junto a su mujer y su hija en la moto, que transitaba en dirección al Este bordeando la avenida. Ruarte alcanzó a mirar para atrás y observó que la moto se les iba encima, entonces tironeó a Jácamo para que lo atropellaran. En ese instante gritó: “¡Eh, boludo! ¿Qué haces?”, dirigiéndose al motociclista. No sabía con quién se metía, esa otra persona era “El Oso” Torres.

Y como éste no se callaba nada, paró la moto metros adelante y bajó dispuesto a buscar pelea. “¡Qué les pasa!¡La puta que los parió!”, largó, desafiante. Los otros muchachos se quedaron mirándolo. En eso “El Oso” Torres saltó y le pegó a Ruarte en el cuello con un elemento que llevaba en una mano. Ese objeto era un pistolón, el arma con la que segundos después apuntó contra “El Indio” Vázquez, que cruzaba la calle para tratar de interceder por sus amigos. Ahí todo fue caos. No hubo tiempo de nada para este último, sin mediar palabras “El Oso” gatilló y salió el fogonazo.

Mario Vázquez cayó de espalda producto del impacto que recibió en el pómulo derecho y en un ojo. Ruarte corrió a socorrerlo, luego lo arrastró hacia la banquina para evitar que lo atropellara un auto. Torres a todo eso comenzó a correr y Jácamo salió por detrás. Lo persiguió por un trecho de 100 metros hasta que “El Oso” se dio vuelta y le apuntó. Eso intimidó a Jácamo, que regresó adónde se encontraba Vázquez, ya moribundo.

La mujer de Torres y su nene desaparecieron en medio de la confusión, dejando tirados un bolso y la moto. Poco importaban esas cosas para Ruarte y Jácamo, que buscaron una camioneta y trasladaron malherido a Vázquez al Hospital Guillermo Rawson. El ciclista ingresó en estado de coma al nosocomio. Uno de los perdigones ingresó por el globo ocular derecho y afectó su cerebro.


 La noche de festejo de “El Indio” Vázquez había terminado en un dramático suceso, con él al borde de la muerte. Los policías que fueron al lugar donde se produjo el ataque secuestraron la moto y, por los documentos que hallaron dentro del bolso abandonado por el agresor, descubrieron que éste era el conocido delincuente Rubén Ernesto “El Oso” Torres.

Esa misma madrugada allanaron su casa en Concepción, pero no lo encontraron. Sabiendo que lo andaban buscando, Torres se refugió en el domicilio de su cuñado Ricardo Maldonado. Allí le pidió a éste que llevaran a su mujer y a su hija a lo de sus suegros, en Caucete. Después se fue a esconder a la vivienda de su amante o amiga, Margarita Barboza. Los días posteriores estuvo guardado en ese domicilio. Su idea era fugar a La Rioja.

El jueves 16 de febrero de 1989 a las 10 de la mañana, Mario “El Indio” Vázquez falleció en la sala de terapia intensiva del hospital Rawson. El ciclista era padre de dos niños. Su muerte causó conmoción en el ámbito deportivo, a la vez que obligó a las autoridades policiales y judiciales a redoblar los esfuerzos para capturar a “El Oso” Torres. Pero ya lo tenían cercado. Los policías de la Brigada de Investigaciones de la Central de Policía averiguaban por esas horas su posible paradero en Médano de Oro, Rawson. La mañana del viernes 17 de febrero de 1989 allanaron un domicilio de esa zona y apresaron a Torres junto a Margarita Barboza.


 “El Oso” Torres fue expuesto ante las cámaras como un trofeo, pero no largó ni una palabra. Seis días más tarde, rompió el silencio ante el juez Carlos Horacio Zavalla del Cuarto Juzgado Penal y Correccional. “No puedo seguir mintiendo. La conciencia no me dejaría en paz”, alegó y dio su versión. Eso sí, para justificarse.

En compañía del abogado Juan Carlos Juárez, declaró que uno de los amigos de Vázquez golpeó a su pequeña hija en el momento en que pasaban en moto por el borde de la calle y eso motivó que detuviera la marcha. Dijo que bajó a pedir explicaciones y fue agredido por al menos cinco hombres. Aseguró que, para defenderse de esos golpes, sacó el pistolón y efectuó el disparo, pero que no tuvo la intención de matar a Vázquez.

Sus explicaciones sonaron más a una excusa destinada a deslindar su responsabilidad. Todos los testigos sostuvieron que él originó el incidente y que disparó a adrede contra Vázquez. A las semanas fue procesado por el delito de homicidio simple. Margarita Barboza y su cuñado Ricardo Maldonado fueron acusados de encubrimiento, puesto que lo ayudaron a permanecer prófugo durante cinco días.

El 31 de mayo de 1991, el juez Enrique Domínguez condenó a Rubén Ernesto Torres a la pena de 18 años de prisión por el asesinato del ciclista Mario “El Indio” Vázquez. Su amante recibió el castigo de 6 meses de prisión en cumplimiento condicional. Su cuñado fue absuelto.

 Rubén Torres pasó una década preso en el Servicio Penitenciario Provincial cumpliendo su condena hasta que comenzó a gozar de los beneficios. Una vez que salió del penal de Chimbas se mudó a la casa de su mujer en Villa Observatorio. Seguía siendo “El Oso” dentro el ambiente, siempre respetado y temido. Los policías no le perdían de vista.


Ahora bien, en qué andaba o quién se la tenía jurada, es toda una intriga. El mediodía del viernes 1 de septiembre del 2000 salió de su casa en moto, supuestamente dijo que iba a comprar una revista al kiosco de la esquina de avenida Benavidez y calle Rastreador Calivar. Ese día no regresó para el almuerzo ni en las horas siguientes. Tampoco el sábado. El domingo a la mañana, su mujer concurrió a la Seccional 30ma de Rivadavia y denunció la misteriosa desaparición de “El Oso”.

El martes 5 de septiembre del 2000 a las 9 de la mañana, la Policía recibió el reporte sobre la presencia de un cadáver flotando contra la parrilla de la vieja usina del canal situado en calle Almirante Brown, cerca de Benavidez, en Rivadavia. El fallecido era “El Oso” Torres.

 Muerte por ahogamiento, dijeron en la Policía. Por supuesto que su familia tuvo dudas. Nadie podía explicar cómo fue que terminó en ese canal. Si la última vez que lo vieron, había salido a comprar una revista. Entre las personas que llegaron al lugar donde estaba el cadáver de “El Oso”, estaba su entrañable amigo, “El Beto” Córdoba, que afirmó que sospechaba que algunos policías lo habían tirado al canal.

Sea como sea, surgió la versión de que el viernes –día de la desaparición de Torres- hubo un procedimiento policial en la zona por parte de efectivos de la Seccional 4ta. Eso fue señalado en la nota publicada por Diario de Cuyo. En la misma crónica también se menciona que la Policía confirmó que la moto Garelli que conducía Torres el día que desapareció estaba en esa comisaría, pero que las autoridades de esa dependencia se negaron a brindar información al respecto. Nadie aclaró hasta la fecha qué pasó con “El Oso” Torres, su acta de defunción dice “muerte violenta”.



GALERIA MULTIMEDIA
Terrible final. El día que encontraron muerto a Torres dentro de un canal. Foto de Diario de Cuyo.
"El Oso", en otra imagen que captada por un fotógrafo de Diario de Cuyo.
Despedida. Diario de Cuyo captó la ceremonia de sepelio y despedida de "El Indio" Vázquez
El ciclista. Mario "El Indio" Vázquez, el asesinado por Torres. Foto de Diario de Cuyo.
"El Oso". Este era Rubén Ernesto Torres, odiado y amado en las calles sanjuaninas
La captura. El día que atraparon a "El Oso" Vázquez. La foto fue publicada en Diario de Cuyo.