Elvira Sarmiento y Eduardo Varela Dojorti. Un día en Rodeo

La siguiente entrevista realizada por Carmen Vega Mateo fue publicada en El Nuevo Diario, en la edición 626 del 1 de octubre de 1993

 Se conocieron hace casi cincuenta y un años, en Rodeo. Ella tenía 19 años, era estudiante secundaria y fue de visita a casa de una amiga. Él tenía 31 y en aquel tiempo trabajaba en la Aduana, en la zona de Iglesia.
"Rodeo era por entonces una sola callecita, donde nos juntábamos las chicas y los muchachos. Las noches eran como de día, la luna era muy hermosa", dice ella, entrecerrando los ojos y él nos cuenta que "había mucha juventud en esos tiempos por allá, se hacían cabalgatas..." y en ese clima se pusieron de novios Elvira Sarmiento y Eduardo Varela Dojorti -orgulloso de sus apellidos ilustres-.

Elvira es descendiente de don Domingo Faustino y Eduardo primo hermano de Buenaventura Luna, a quien recuerda en la finca de su padre en Jáchal, 75 años atrás, cuando "un mediodía, un capataz le fue a decir a mi padre que en el carro de don Ricardo Dojorti, viajaba uno de sus hijos que se iba de su casa porque no quería estudiar; entonces salió mi madre y lo hizo quedar... estuvo como cinco años en mi casa".

Recuerda también que el famoso molino de Huaco fue construido por la abuela de ambos: "doña Josefa Suárez de Dojorti, siendo viuda, fue la que hizo el molino y cuando estaban arreglando la primera piedra, ella estaba controlando y le saltó una astilla y le embromó el ojo derecho".
Entretanto, Elvira va y viene por la soleada cocina de la casa, nos prepara café y nos cuenta que a los nueve meses de aquel encuentro en Rodeo, el 11 de septiembre de 1943, se casaron y se instalaron en la ciudad; pero por poco tiempo, ya que el terremoto los dejó sin casa.

Marcharon entonces a Mendoza, donde permanecieron durante ocho años. Allí, don Eduardo -o Lalo, como cariñosamente los llama su mujer-, trabajó en una tienda y comenzó a estudiar para martillero y a desempeñarse como tal. También doña Elvira se dedicó por entonces a los estudios y logró recibirse de profesora de Manualidades, pero nunca ejerció, "porque vinieron los hijos -Susana, Eduardo Franklin, Jorge Fernando, Oscar Antonio y Roberto Nelson, y como él trabajaba bien no quiso que yo saliera de la casa".

Ocho años duró la estadía en Mendoza y luego el regreso a San Juan, donde se afincaron para siempre. Aquí también el hombre ejerció su profesión y fue, entre otras cosas, presidente del Consejo de Martilleros, presidente por varias temporadas de la Unión Vecinal, secretario de la agrupación de Arte, Ciencias y Letras "El Refugio" y miembro de la S.A.D.E. 

 Paralelamente a sus actividades laborales, don Eduardo ha desarrollado su vocación de escritor: ha publicado tres libros -"Tierra adentro", "Patria folklórica" y "Nidal folklórico" -, donde ratifica a Jorge Luis Borges cuando decía que "la literatura es una forma de la alegría".
Cuando el poeta Varela Dojorti habla de su poesía, de su prosa, se le transforma el rostro, es feliz contando pormenores de su obra y sigue, con sus 81 años, enlazando palabras con la esperanza de vedas plasmadas en un cuarto volumen. Mientras el poeta sueña, su compañera sonríe y nos confiesa que ella no quiere que siga con los versos, "porque él se entusiasma mucho y ahora resulta carísimo editar".
Ella prefiere pensar en viajes -han recorrido casi todas las provincias argentinas y visitado también Chile. Canadá y Estados Unidos de Norteamérica, donde residen dos de sus hijos-. Ahora, la pareja Sarmiento - Varela Dojorti llevan una vida tranquila, en una bella casa del barrio Huazihul, compartiendo las actividades hogareñas, con partidas de juegos de cartas, o recorriendo el fondo repleto de árboles de frutales. Las baldosas rojas del patio, donde han correteado los trece nietos y los once bisnietos del matrimonio, nos invitan a compartir la serenidad de esta pareja a la que solo le bastaron nueve meses de novios para tomar la decisión de ser felices por cincuenta años.

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Elvira Sarmiento y Eduardo Varela Dojorti, en el día de su boda llevada a cabo el 11 de septiembre de 1943