Felipe Varela en Jáchal

El siguiente artículo fue publicado en El Nuevo Diario, edición 651 del 8 de abril de 1994

 La Villa de  San José de Jáchal se convirtió, en el verano de 1867, en el campamento central de los montoneros; a ella fueron arribando de todos los rumbos “cientos y cientos de gauchos... Había llegado el momento de vengar la muerte del Chacho" dice José M. Rosas. Los ponderados alfalfares del valle, de Niquivil y de Huaco alimentaron a las caballadas.

Desde Jáchal dio Felipe Varela una proclama al pueblo de la Nación, en la que expresaba. "¡Argentinos! El hermoso pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien combates haciendo tremolar con toda gloria en las tres más grandes epopeyas que nuestra patria atravesó incólume, ha sido vilmente enlodado por el general Mitre, gobernador de Buenos Aires. La más bella y perfecta carta constitucional democrática republicana federal que los valientes entrerrianos dieron a costa de su sangre preciosa, venciendo en Caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta Buenos Aires ha sido violada y mutilada desde el año sesenta y uno hasta hoy, por Mitre y su círculo de esbirros. El pabellón de Mayo, que radiante de gloria flameó victorioso desde Los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre —orgullosa autonomía política del partido rebelde— ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyutí, Curuzú y Curupaity. Nuestra nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada de gloría, ha sido humillada como esclava, quedando empeñada en más de cien millones de pesos fuertes, y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que después de la derrota de Cepeda, lacrimando juró respetarla. Compatriotas: Desde que provinciales vinieron a ser patrimonio de los porteños condenando al provinciano a cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser ciudadano exclusivista; y ser provinciano, es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del gobierno Mitre. Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen a los provincianos, que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio: Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos Irrazábal y otros varios dignos de Mitre. Empero; vasta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y sin conciencia. ¡Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causas justificadas, dan testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos, y que es tiempo ya de contener. ¡Valientes entrerrianos! Vuestros hermanos de causa en las demás provincias os saludan en marcha al campo de la gloria, donde os esperan; vuestro ilustre jefe y compañero de armas, el magnánimo capitán general Urquiza os acompañará; y bajo sus órdenes venceremos todos una vez más a los enemigos de la causa nacional. A él y a vosotros obliga concluir la grande obra que principiasteis en Caseros, de cuya memorable jornada surgió nuestra redención política, consignada en las páginas de nuestra hermosa Constitución, que en aquel campo de honor escribisteis con vuestra sangre. ¡Argentina Todos! ¡Llegó el día de "aquel" usurpó el Gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas mejor porvenir para la patria; a vosotros cumpla ahora el noble esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el pabellón de Belgrano, para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas enemigos! Compatriotas: ¡a las armas!... es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos argentinos. ¡Abajo los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias, en beneficio de un pueblo vano, déspota e indolente! ¡Soldados federales! Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, y el orden común, la paz y amistad con el Paraguay, y la unión con las demás Repúblicas americanas. ¡¡Ay de aquel que infrinja este programa!! ¡Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará el enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte, vuestro coronel y amigo".

Esperando el pronunciamiento de Urquiza, que no se produjo, pasaron los meses hasta que en marzo Varela, con numeroso ejército, inició la marcha sobre el norte con el objeto de sublevarlo. Así terminó la primera estada del caudillo en Jáchal.

Fuente: El Nuevo Diario

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Juan de Dios Videla junto a Felipe Varela, fotografía tomada en San Juan en el año 1867.