El siguiente texto publicado en El Nuevo Diario, en la edición 665 del 15 de julio de 1994 fue extraído de “Historia de San Juan”, de los autores Carmen P. de Varese y Héctor D. Arias, editorial Spadoni.
Con fecha 2 de enero de 1823, la provincia de Buenos Ares daba a conocer a sus hermanas una importante resolución tomada por Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia que se concretaba en:
1°) Será costeada en los colegios de esta capital la educación, vestuario y mantenimiento de seis jóvenes de cada uno de los territorios que están bajo gobierno independiente y son parte de la antigua Unión;
2°) Dos de los indicados jóvenes de cada uno de los territorios serán destinados al colegio de estudios eclesiásticos, los demás a los de las ciencias físicas y morales".
El 20 de febrero, del Carril contesta al ministro Rivadavia con conceptuosa nota, aprovechando la oportunidad para explanarse sobre la importancia de la medida y manifestando: “…que los jóvenes de San Juan serán de la patria, sobre todo, sin dejar de cultivar la pasión que los afecta a la tierra donde nacieron". Dice Hudson: "Como en Mendoza, procedióse también en San Juan, librando a la suerte la elección de los seis jóvenes que correspondía enviar de esta provincia a educarse a Buenos Aires. Se insacularon los nombres de aquellos más adelantados de la escuela del Estado, bajo la dirección de los señores Rodríguez y del aula de Matemáticas del padre Fray Benito Gómez. Gracias al trabajo del Dr. Emilio Maurin Navarro “Un gran matemático argentino —Saturnino Salas—" se pueden ubicar los becarios: "Junto con Saturnino Salas, se incorpora otro sanjuanino ilustre que después será puesto de modelo ante los estudiantes del país: Antonino Aberastain.
Ambos viajan juntos. Y juntos compartirán, privaciones y dificultades, demostrando una voluntad excepcional y una virtud que púdicamente será puesta de modelo. Poco después, el 26 de junio, se incorporó don José Eufemio Sánchez, que fue médico distinguido en Buenos Aires.
Con fecha 18 de julio de 1823, ingresó Manuel Fidel Torres, que es el cuarto sanjuanino incorporado como becario. Luego lo hizo Indalecio Cortínez, al que le siguieron Pedro Lima, Rafael Furque, José Herrera y Pedro Zavalla.
El joven Sarmiento fue postulante a una beca; pero "echóse a la suerte la elección, y como la fortuna no era el Patrono de mi familia no me tocó ser uno de los seis agraciados. Qué día de tristeza para mis padres aquel en que nos dieron la fatal noticia del escrutinio. Mi madre lloraba en silencio, mi padre tenía la cabeza sepultada entre sus manos. Don José Clemente pidió una gracia especial para su hijo al gobierno de Buenos Aires, "empero no debió hacerle llegar, puesto que el joven Sarmiento no fue al Colegio de dicha Provincia, ni entonces, ni después, cuando se concedió pocos meses en segunda a la de San Juan la gracia de enviar otros cuatro jóvenes más, bajo las mismas condiciones que los anteriores", nos informa Hudson.
La madre del joven José R. de Losada solicitó a don José de Navarro, con fecha 23 de noviembre de 1825, gestionara ante el gobierno de Buenos Aires que beneficiase a su hijo, estudiante en esa, con una beca correspondiente a nuestra provincia y que nadie ocupaba. El gobernador elevó el petitorio con informe favorable... y... nada más sabemos. Para el año 1823, la escuela de Jáchal se había quedado sin maestro y don José E. Quiroga urgía a las autoridades provinciales a resolver el problema al no contarse en la localidad con un candidato apto para proponer. Se vio cumplido el pedido el 1 de octubre de 1825 en que se hizo cargo de la escuela el maestro de primeras letras don Benicio Quiroga.
El establecimiento llegó a contar con 51 alumnos, el edificio dejaba mucho que desear y el maestro vio pasar los meses y los años sin cobrar. La revolución del 26 de julio perturbó profundamente la vida sanjuanina y la escuela no pudo quedar al margen; la educación, eminentemente católica, se vio tocada en su espíritu íntimo y los hermanos Rodríguez tomaron partido según conciencia.
Entre los castigados que debieron abandonar la provincia se encontraban los célebres maestros, fue así que la Escuela de la Patria cerró sus puertas por algún tiempo. El 17 de octubre de 1825 el maestro Salvador Quiroga ocupó el lugar de Fermín Rodríguez y los papeles públicos comenzaron a mencionar el establecimiento con el nombre de Escuela del Estado. La Junta Protectora de las escuelas fue transformada por decreto, 14 de octubre de 1825, en Junta Protectora de la Enseñanza Pública.