El paraje está ubicado en el departamento Angaco y es un lugar donde llegan distintos promesantes.
La historia de la Difunta Teresa cuenta que hacia finales del siglo XIX Teresa de Vargas vivía con su esposo en las tierras al norte de los baños de Guayaupa, departamento Angaco.
Allí tenía a su cargo un real, una especie de posta, paso obligado para los viajeros y los trabajadores de las minas cercanas.
En el lugar además de descansar y alimentarse, podía obtenerse agua, carbón, leña y otros productos básicos. Teresa era una mujer muy servicial y bondadosa, acostumbrada a prestar ayuda a todo aquel que la necesitase.
Al morir la enterraron junto a su vivienda y según cuentan los lugareños siguió brindando auxilio a quienes invocaron su protección al pasar junto a su tumba. Posteriormente, junto a su tumba se ha construido una piecita, convertida en humilde oratorio, en cuyo interior se conservan numerosas muestras de agradecimiento de quienes alimentan el culto por la Difunta Teresa.
El paraje “Difunta Teresa”, situado en la falda del cerro Pie de Palo, es un pintoresco lugar al que anualmente llegan agrupaciones gauchas para agradecer por sus fuentes laborales y pedir por la salud de sus familias. Asimismo, el camino recorre en su trayecto lugares de potencial turístico muchas veces desconocido por su difícil acceso.
La traza de la huella se extiende desde calle El Bosque (RP 63) y Calle Rosenthal al este por 10km hasta el paraje Virgen de la Medalla Milagrosa y por 28km recorre el paraje llamado Guayaupa que se caracteriza por tener una surgente termal cuyas aguas se consideran curativas. Veintidós kilómetros más adelante, la huella llega hasta el Paraje “Difunta Teresa”.
El camino se presenta como una huella de material rocoso atravesado por un abanico de bajadas de agua que erosionan permanentemente el suelo dificultando la circulación. El viaje por calle El Bosque hasta el paraje Difunta Teresa se puede hacer en una hora y media.
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