Los primeros pobladores de San Juan (9.000-5.000 a. C)

   Hacia fines del Pleistoceno existían en diversos sectores de San Juan condiciones propicias para la ocupación humana: disponibilidad de agua, recursos vegetales, una variada fauna que probablemente incluía algunas especies de megafauna pleistocénica actualmente extintas, etc.

Este escenario favorable contrasta sin embargo con la ausencia de evidencias arqueológicas de una antigüedad superior a 8.000 años a.C. Hasta hace unos pocos años atrás se observaban situaciones similares en territorios cercanos, como el Norte de Mendoza, San Luis o Catamarca.

Sin embargo, estudios recientes en estas provincias han sacado a luz restos culturales de época pleistocénica en sitios como El Alto (Rivero et al. 2008), Agua de la Cueva (García 2003a) y Estancia La Suiza (Laguens et al. 2007). En el caso de Agua de la Cueva, el registro arqueológico del sitio indica que la presencia humana en el norte de Mendoza hacia 9.000 a.C. no era meramente eventual y exploratoria, sino recurrente e integrada a un determinado sistema de ocupación del espacio. 

Las bandas cazadoras-recolectoras podían explorar grandes espacios mediante el traslado a lo largo de vías de baja resistencia y riesgo, fundamentalmente los ríos, por lo que el sector central y oriental de San Juan pudo ser reconocido de manera preliminar en muy poco tiempo, siguiendo el curso de los ríos San Juan, Jáchal y Bermejo (aguas arriba o aguas abajo).  

Es muy probable que los primeros grupos hayan explorado el territorio sanjuanino y ocupado permanentemente algunos de sus sectores durante el Pleistoceno, y que sus restos culturales estén aún a la espera de ser descubiertos. Las evidencias culturales más antiguas Algunos sitios arqueológicos estratificados estudiados por Gambier (1974) en el suroeste y por Berberián, Calandra y Sacchero (1968) en el noreste de la provincia, brindaron información sobre las ocupaciones humanas más antiguas detectadas hasta el momento en San Juan. Se trata de los sitios Los Morrillos de Ansilta, La Colorada de la Fortuna y El Peñoncito.

 

Sistema de asentamiento-subsistencia

La gran dispersión de los sitios con puntas de estilo “Fortuna” y la utilización recurrente de algunos de ellos (evidenciada por la gran cantidad de artefactos allí recuperados en estratigrafía) son resultado del avanzado proceso de ocupación del espacio por los grupos cazadores recolectores.

No es fácil, sin embargo, reconocer cómo era ocupado ese espacio. En las últimas décadas se han propuesto diversos modelos de interpretación para dar cuenta de las formas de organización del asentamiento y la movilidad a nivel regional de las sociedades cazadoras recolectoras  o de la ocupación general del territorio.

La gran cantidad de artefactos hallados en estratigrafía en Los Morrillos y La Colorada indica una recurrente utilización de estos sitios, que pudieron ser nodos principales en el marco de sistemas de “nomadismo atado”, en los que algunos componentes importantes por su estructura de recursos son ocupados de manera reiterada en tanto que el resto del sistema de asentamiento puede mostrar cambios significativos a través de tiempo

Por otro lado, se ha sugerido que la presencia de sitios con numerosas estructuras de habitación circulares o semicirculares, cuyo interior está en muchos casos colmatado de sedimentos, podría estar vinculada a eventos de fusión o agregación de bandas, momentos relevantes para el intercambio de información, la búsqueda de parejas y el afianzamiento de los lazos intergrupales. La ubicación de estos sitios en el área cordillerana, muy cerca del límite con Chile, añade un elemento de interés al tema, ya que podrían haber participado de ese proceso bandas ubicadas a ambos lados de los Andes.

Puede suponerse que hacia fines del Holoceno temprano (ca. 6000 a.C.) los grupos cazadores-recolectores conocían y explotaban todo el territorio sanjuanino y mantenían fuertes contactos intergrupales que, entre otras cosas, los llevaban a compartir un determinado estilo de artefactos.

Un reflejo de estos contactos sería la valva de molusco marino hallado en Los Morrillos. Con respecto a la subsistencia, si bien en algunas regiones vecinas hacia el Holoceno temprano aún existían representantes de la megafauna pleistocénica. 

Hasta el momento los restos faunísticos recuperados en estratigrafía corresponden a especies actuales: ñandú y camélidos en Los Morrillos y camélidos en La Colorada y guanaco (Lama guanicoe), vizcacha de la sierra, roedores pequeños y zorro colora[1]do en El Peñoncito, si bien no está claro si estas especies fueron explotadas en el sitio.

A estos recursos seguramente debió sumarse el aprovechamiento de frutos de especies vegetales nativas (chañar, algarrobo, albaricoque, etc.), la recolección de huevos de ñandú y el consumo de cactáceas y de especies de micro y mesofauna (vizcacha, aves, etc.).

Finalmente, en los ambientes dominados por grandes masas de agua que se ubicaban en el sur de la provincia o en sectores acotados como el Valle de Zonda, esos grupos seguramente explotaban los recursos vegetales (juncos, etc.) y animales (peces, aves, etc.) de esos entornos.  

*Fuente: “Arqueología prehistórica de San Juan”, de Alejandro García. EFU.

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"Es muy probable que los primeros grupos hayan explorado el territorio sanjuanino y ocupado permanentemente algunos de sus sectores durante el Pleistoceno, y que sus restos culturales estén aún a la espera de ser descubiertos".
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