La historia de los Chancay tiene sus raíces en los pueblos originarios de Latinoamérica, más específicamente entre los Incas del Perú. Desde esas tierras llegaron a Chile y desde allí a Jáchal. Creen que fue durante la época colonial que los primeros Chancay arribaron a ese departamento sanjuanino para empezar a generar su descendencia. Es uno de los apellidos que lleva más años en San Juan pero todavía se pueden encontrar varios en Perú, incluso en Ecuador. En la actualidad sus descendientes están divididos en varias ramas y una de ellas es la que dio dos grandes ciclistas: los hermanos Vicente y Marcelo Chancay.
Vicente fue una de las máximas figuras del ciclismo sanjuanino. En la historia del ciclismo comparte el podio de los ídolos con el Payo Matesevach sin que nadie se atreva a definir en qué orden los ubicaría. Era un ídolo que convocaba multitudes, aparte de ser un destacado deportista tenía un gran carisma. Durante los años sesenta, la época de oro para el ciclismo local, miles de sanjuaninos lo esperaban al costado de calles y rutas cuando él corría, incluso era muy querido por la clase política. Y cada vez que llegaba desde otras ciudades, después de haber ganado alguna competencia, la gente se abarrotaba para recibirlo. Cuando obtuvo una medalla de plata en los Panamericanos de Canadá, a fines de los sesenta, la calle Mitre frente a Plaza 25 de Mayo quedó desbordada por la cantidad de personas que esperaban para recibirlo.
Vicente no fue el único ciclista de la familia. Ya consagrado a nivel nacional e internacional compartió las rutas y las pistas con su hermano Marcelo, quien también se destacó tanto en resistencia y velocidad como en la capacidad para plantear estrategias que los llevaran al triunfo.
Los hermanos ciclistas nacieron en el seno de una familia de agricultores. Fueron hijos del matrimonio de Julio Argentino Chancay y Zoila Coria. Julio era jornalero y trabajaba como contratrista en una finca de los Aubone, que estaba ubicada en General Acha y Progreso. No saben precisamente en qué año se casaron pero el primero de los catorce hijos que tuvieron nació cerca de 1924. Ese fue Rogelio, luego llegaron Etelvina, Teresa, Julio, Clemente, Vicente, Domingo, Mario, Marcelo, Hipólito y Rosa y hubo tres hermanos más que fallecieron siendo muy pequeños. Después de vivir un tiempo en la propiedad de los Aubone los Chancay compraron un terreno en la Villa San Damián, allí se instalaron y se dedicaron a plantar todo tipo de frutas y hortalizas.
A Julio padre no le simpatizaba mucho el ciclismo pero seis de sus hijos se enamoraron del deporte y gracias a su cuñado, el tío Raimundo. Él fue quien les contagió la inquietud a los hermanos Chancay y el primero en empezar a correr fue uno de los mayores, Julio. Después siguieron sus pasos Clemente, luego Vicente, Domingo, Mario, Marcelo y el menor de los hombres Hipólito. A pesar de que casi todos los hombres de la familia corrieron solo Marcelo y Vicente dedicaron su vida por completo a la bicicleta.
Vicente comenzó a correr en 1954, cuando tenía catorce años y para principios de los sesenta ya había alcanzado importantes triunfos. En 1960 logró su primer subcampeonato argentino en pista, en persecución. Un año más tarde conoció en Mendoza a Rosa Olivieri, una descendiente de inmigrantes italianos. En 1962 se casaron y poco después tuvieron a su primer hijo, Jorge, que siguió la pasión de su padre, corrió en ruta y hoy compite en Mountain Bike. Luego llegaron las mujeres, que fueron tres: Iliana, Carina y Georgina.
Marcelo, que es seis años menor que Vicente, tuvo su época más destacada en los setenta. Fue a principios de esa década que conoció a su mujer, Mirta Silvia Quiroga, con quien tuvo sus tres hijos: Andrea Marcela, Juan Marcelo y Fausto Emanuel.
Vicente llegó a correr con su hijo Jorge, en la década del ochenta y falleció en 1998, después de una larga enfermedad. Mientras que Marcelo corrió hasta fines de los ochenta y desde que se retiró se dedica a reparar bicicletas. Sus dos hijos incursionaron en el ciclismo pero ninguno se dedicó con exclusividad al deporte. Juan ganó varias competencias en los libres y Emanuel estuvo haciendo temporada en ruta hasta que lo llamaron para trabajar en las minas.
Del resto de los once hermanos Chancay, aparte de Marcelo, solo cinco están vivos. Fallecieron Rogelio, que se dedicaba a la agricultura; Etelvina, que era ama de casa, plantaba y vendía flores; también Clemente y Domingo, que trabajaban enristrando ajos. Teresa es una de las mujeres que vive, ella se radicó en La Plata y se jubiló en el Hospital Gonnet. En esa ciudad también se encuentran Mario y Rosa, que trabajaron en hospitales de ese lugar y Julio, que trabajó en Vialidad Nacional. Por último, Hipólito, vivió un tiempo en La Plata pero regresó a San Juan y trabaja con el ajo.