Se conservan diversas versiones de la leyenda (1830), conforme a la cual Deolinda Correa, o Dalinda Antonia Correa, según el nombre con el cual aparece mencionada en el
relato más antiguo (Chertudi y Newbery, 1978), fue una mujer cuyo marido,
Clemente Bustos, fue reclutado forzosamente hacia 1840, durante las guerras
civiles. Vivían en el departamento de Angaco (provincia de San Juan). La
soldadesca montonera que viajaba a La Rioja obligó al marido de Deolinda,
contra su voluntad, a unirse a las montoneras. Esto hizo que Deolinda,
angustiada por su marido y a la vez huyendo de los acosos del comisario del
pueblo, decidiera ir tras él.
Deseosa de reunirse con su marido en La
Rioja tomó a su hijo lactante y siguió las huellas de la tropa por los
desiertos de la provincia de San Juan llevando consigo sólo algunas provisiones
de pan, charqui y dos chifles de agua. Cuando se le terminó el agua de los
chifles, Deolinda estrechó a su pequeño hijo junto a su pecho y se cobijó
debajo de la sombra de un algarrobo. Allí murió a causa de la sed, el hambre y
el agotamiento.
Cuando unos arrieros pasaron por el lugar
al día siguiente y encontraron el cadáver de Deolinda, su hijito seguía vivo
amamantándose de sus pechos, de los cuales aún fluía leche. Los arrieros la
enterraron en el paraje conocido hoy como Vallecito y se llevaron consigo al
niño.
Al conocerse la historia, muchos paisanos
de la zona comenzaron a peregrinar a su tumba, construyéndose con el tiempo un
oratorio que paulatinamente se convirtió en un santuario.
La primera capilla de adobe en el lugar fue construida por un tal Zeballos,
arriero que en viaje a Chile sufrió la dispersión de su ganado. Tras
encomendarse a Correa, pudo reunir de nuevo a todos los animales.
Hoy en día mucha gente deja en el santuario
de la difunta botellas con agua, para que "nunca le falte agua a la
Difunta".
En su honor, se realiza anualmente la Cabalgada de la Fe, la que parte de la
ciudad de San Juan hasta el paraje de Vallecito. Asisten a la misma
innumerables agrupaciones gauchas de la provincia, del país y algunos
extranjeros, los que son aplaudidos en su paso por el numeroso público que se
instala a la vera de la ruta para presenciar el espectáculo.
Fuente: Municipalidad de la Capital