El aguaribay, también conocido en San Juan como “pimiento o pimientero”, es un árbol autóctono de Sudamérica y sus propiedades medicinales eran ampliamente conocidas por los pueblos originarios, los incas lo llamaban el árbol de la vida, y los araucanos lo utilizaban en rituales de iniciación, utilizando sus hojas, frutos y corteza. Los resultados eran tan buenos que los jesuitas lo adoptaron como medicina.
Su nombre científico es Schinus areira, Schinus molle, se trata de un árbol perenne, de porte mediano o grande que puede alcanzar 15 metros de altura; el tronco es grueso, de 80 a 100 centímetros de diámetro, cubierto por corteza pardogrisácea, a veces rojiza, escamosa, impregnada de una resina muy fragante.
La copa es de forma globosa y con ramaje colgante, las hojas son compuestas, de entre 15 y 25 cm de largo, ubicadas en ramillas y ante la abrasión despiden una fuerte fragancia a trementina.
El sitio web elhorticultor.org señala que el aguaribay es uno de los árboles de origen andino peruano más conocidos, extendido en gran parte de América del Sur y hasta en el oeste de México.
“La resina del aguaribay era empleada por los indios araucanos en los ceremoniales de consagración de las curanderas (machis). Los incas lo llamaban ‘árbol de la vida” debido a la tradición incaica de embalsamar los cuerpos de los muertos con su resina para una mejor conservación. También lo empleaban como alimento y medicina”.
Mientras que el nombre de molle corresponde a una voz quechua (mulli) acuñada en la literatura por Middendorf en 1890. Por fermentación de los frutos en agua preparaban la “chicha”, bebida alcohólica que también puede prepararse por fermentación del maíz.
Con la resina fragante hacían emplastos para cicatrizar heridas, úlceras y fracturas. Los Kallawayas andinos empleaban las hojas frescas, expuestas al sol, para hacer cataplasmas en casos de ciática y dolores reumáticos. Frescas y hervidas, como cicatrizante de heridas y en baños para inflamación de miembros inferiores (Gupta, 1995; Alonso, 2004).
Propiedades y usos medicinales
Los antiguos peruanos cultivaban el molle por su aspecto particular, por sus frutos con los que hacían una bebida fermentada. El zumo de las hojas lo disolvían con leche y lo empleaban como colirio anticonjuntival, en tanto que los frutos cocidos eran suministrados como diuréticos.
“Gerónimo de Bibar recomendaba en 1558 la decocción de la corteza para tratar edemas de miembros inferiores. El Inca Garcilaso refería que de la leche y resina de este árbol curaban todo tipo de heridas.
En la época de las misiones, los jesuitas del Uruguay preparaban el llamado “Bálsamo de las Misiones o de los Jesuitas” al cual le atribuían propiedades de “sanalotodo”. Este árbol solía adornar muchas calles y plazas, pero luego de las conquistas fueron talados en su mayor parte para producir carbón vegetal”.
Actualmente, se sigue utilizando como medicina en áreas rurales en diversos tratamientos.
Propiedades antiinflamatorias: el aguaribay contiene compuestos con propiedades antiinflamatorias, lo que podría ayudar a reducir la inflamación en el cuerpo y aliviar dolores y molestias asociadas con inflamaciones.
Propiedades antioxidantes: pueden ayudar a proteger al cuerpo contra los efectos dañinos de los radicales libres que se producen como resultado del estrés oxidativo.
Propiedades digestivas: ayuda a aliviar los síntomas de la indigestión y reduciendo la inflamación en el tracto gastrointestinal.
Efectos relajantes: muchas personas utilizan el aguaribay como un remedio natural para la ansiedad y el estrés, ya que se cree que tiene efectos relajantes en el cuerpo y hasta la mente.
Usos etnomedicinales del aguaribay
La información de la misma fuente dice que en Perú utilizan las hojas tiernas en infusión para combatir cólicos estomacales. A su vez, las hojas y tallos jóvenes se emplean en decocción para lavar heridas y grietas cutáneas. La oleorresina como cicatrizante, en casos de dolor de muelas y como purgante. Con este último fin también utilizan las semillas. El macerado de las hojas lo emplean para combatir áfidos y pulgones.
En Bolivia preparan un macerado de hojas y lo aplican sobre los granos de maíz para protegerlos de los parásitos. En México emplean el zumo de las hojas en casos de oftalmopatías, reumatismo y blenorragia, mientras que el cocimiento de las hojas como diurético y en forma de baños para el prolapso uterino. El fruto como carminativo y antiblenorrágico.
En Chile preparan un extracto fluido o tintura con la corteza, la cual emplean como estimulante, antirreumático, astringente, antidiarreica y en casos de hemoptisis.
En Brasil se emplea la corteza y hojas secas en casos de fiebre, bronquitis, tos, dismenorrea, gripe, diarrea, edemas e inflamaciones en general.
En Guatemala emplean la resina aplicada directamente sobre caries dolorosas, sienes (cefaleas), como cicatrizante y purgante. Con los frutos y las hojas hacen una tintura para frotar sobre zonas dolorosas. La infusión de las hojas es empleada para realizar gárgaras en casos de amigdalitis.
Mientras que la página hierbassuquia.com.ar publica que “las virtudes medicinales usadas por los incas detallan el uso en infusiones para males de los riñones y vejiga. La resina fragante era empleada para cicatrizar heridas y úlceras, además servía para obturar muelas. Las hojas tiernas aliviaban afecciones hepáticas y cólicos estomacales”.
Agregan que los andinos mezclaban el zumo de las hojas con leche y lo aplicaban como colirio en las conjuntivitis. Los frutos cocidos servían como diuréticos. Las hojas frescas se empleaban en cataplasmas para ciáticas y dolores reumáticos.
(Fuente: Nota publicada en la revista Destino San Juan)