De palabras en topónimos y gentilicios de San Juan (Primera parte)




Si de un nombre de lugar se trata, estamos hablando de un topónimo y la lengua también nos da la posibilidad de crear una palabra postoponímica, es decir un término que alude a la gente que vive en una determinada provincia y/o departamento, puesto, sierra, distrito, etc.
Nacemos en un lugar, vivimos en un lugar, nos trasladamos a otros. Nos llaman por nuestros nombres, nuestros apodos, nuestros gentilicios.
De ahí que dentro de la Lingüística   hablemos de los adjetivos que hacen referencia al lugar donde viven o pertenecen las personas, es decir un gentilicio. Por ejemplo, sanjuanino a la persona que vive en San Juan, baldeños de Baldes del Rosario, Albardón, albardonero, etc.

Los gentilicios son construcciones léxicas que dan una identidad sostenida por los propios habitantes, y van conformando una marca social referencial, de ahí su importancia semántico gramatical. Más si se trata de una zona como la cuyana que no es homogénea, no solo por las modalidades diversas de conquista y colonización española, sino porque hay una evidente diferencia en cuanto al sustrato prehispano, y que se corresponden a cuatro vertientes étnicas nativas: la de los huarpes, la de los diaguitas, de los araucanos y de los incas.

Cada una de estas etnias ha dejado un caudal variado de léxico regional, a veces reflejado en la toponimia y por lo tanto en los gentilicios. Este mapa lingüístico cuyano es lo que nos llevó a trabajar con las investigaciones lingüísticas regionales en el marco de la Onomástica, la Dialectología y la Lexicografía.

(*) Directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ. Miembro de la Academia Argentina de Letras



Fuente: Publicado en La Pericana, edición 381 del 17 de febrero de 2024


 

 

 

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