Marcolino
del Carmelo Benavente se llamaba y fue el orador más brillante que
hubo en San Juan en la primera década del siglo, cuando se desempeñó como
obispo.
Había nacido en Carmen de Areco, Buenos Aires, el 17 de agosto de 1895 y profesó en la orden de Santo Domingo el 13 de enero de 1864. Prior del colegio Lacordaire en Buenos Aires, llegó a San Juan para asumir el obispado el 19 de marzo de 1899.
A él se debió la idea
de construir el Cristo Redentor de los Andes, erigido en las cumbres de 1904
como un símbolo de la confraternidad argentino chilena. Fundó el colegio
Alberto Magno, con grados primarios y secundarios y el seminario El Porvenir,
que luego se convirtió en diario.
Otras de sus obras fue la construcción del Palacio Episcopal, ubicado junto a la Catedral sobre calle Mendoza, que sobrevivió al terremoto pero fue destruido para abrir la avenida Central.
El historiador Horacio
Videla traza en su libro “Historia de San Juan”, Tomo VI, una semblanza de
Benavente y dice “Benavente labró fama de príncipe de la oratoria sagrada.
Predicaba con el corazón, aunque su palabra se dirigía a la inteligencia. El
porte físico lo favorecía: noble semblante, facciones marcadas realzadas por
alba y abundante cabellera, presencia vigorosa, casi imponente”.
Videla cuenta que cuando tenía 5 años vio al obispo “vestido de blanco, el pectoral encima del hábito dominicano, la desortijada cabellera cual melena de un felino del África, su persona dominaba la escena, al extremo de creer encontrarme en presencia de su Santidad Pio X”. Gravemente enfermo, Benavente se trasladó a Buenos Airesz, donde falleció el 28 de septiembre de 1910.
(Foto publicada en el libro “El San Juan que ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller).
Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición 873
del 23 de febrero de 2024