Para realizar un análisis del valor de las habilidades criollas, es crucial distinguir entre la doma y la jineteada. La doma implica el proceso de amansar al animal, mientras que la jineteada, en su forma tradicional, constituye una parte de ese proceso de doma. Con el tiempo, ha evolucionado hacia un espectáculo deportivo donde el hombre de campo exhibe su valentía y destreza, en ocasiones excepcionales.
Las afirmaciones de las asociaciones protectoras de animales sobre el supuesto maltrato en las jineteadas son desmentidas por la realidad cuando se comprende el espectáculo y su contexto. Los caballos utilizados, llamados "reservados", son seleccionados específicamente para esta actividad y son sometidos a pruebas de fuerza. Aquellos con aptitudes naturales son entrenados para corcovear.
El método de enseñanza no implica castigo; al contrario, el potro es montado y se le permite dar unos pocos saltos antes de que el jinete se retire, evitando que el caballo se sienta demasiado presionado. Se dice que se deja que el caballo "gane" para que se sienta seguro y, así, pueda apreciar la experiencia. En resumen, el animal no sufre durante este desafío, a pesar de las afirmaciones precipitadas de maltrato.
Los "reservados", generalmente cuidados por expertos en caballos, se utilizan solo dos o tres veces al mes, durante doce segundos en cada ocasión. Para garantizar un espectáculo de calidad y el bienestar tanto del caballo como del jinete, es fundamental que los animales estén bien alimentados y cuidados. Es raro encontrar caballos desnutridos, enfermos o maltratados en estos eventos.
Los participantes en las jineteadas, hombres y mujeres del campo, buscan celebrar las tradiciones del campo argentino y sudamericano, sin reflejar las supuestas perversiones denunciadas por algunos. Un espectador informado comprende la importancia de una salida adecuada del palo de los "reservados" y desaprueba cualquier demora que pueda causarles incomodidad.
Las jineteadas representan una parte arraigada de las tradiciones y vivencias del interior argentino, ligadas desde siempre a la cultura ecuestre y a la historia del país. Deberían ser respetadas como expresiones profundas de esta identidad criolla, que ha estado estrechamente ligada a la cría de caballos, la independencia nacional y el desarrollo de habilidades deportivas reconocidas a nivel mundial.
En las jineteadas, tanto hombres como caballos están sujetos a reglas fundamentales que deben cumplirse para garantizar el bienestar de ambos y honrar la relación ancestral entre el criollo y su caballo, una comunión que ha perdurado a lo largo del tiempo y ha sido exaltada por poetas a lo largo de la historia.