A unos 37 kilómetros de Bella Vista, Iglesia, San Juan, se alza majestuoso un Cristo blanco de 12 metros de altura, vigilante y protector de los valles iglesianos. Situada en una colina en medio de un vasto valle en el paraje de la precordillera conocido como Tocota, esta estatua no solo es un monumento impresionante, sino también uno de los principales atractivos de la zona debido a su incomparable belleza. La estatura imponente del Cristo da la impresión de que alcanza el cielo con sus manos, su blanco resplandeciente lo hace destacar como un tesoro único que cautiva a los visitantes que se aventuran hasta este lugar.
El talentoso artista Mario Pérez es el genio detrás de esta obra, creada por encargo del municipio de Iglesia y erigida en 1987. La tarea de colocarla en la cima fue monumental, requiriendo el esfuerzo de 30 trabajadores. El desafío no solo residía en transportar la estatua a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar sin dañarla, sino también en montarla sobre su pedestal de cemento. La inauguración fue un evento especial, especialmente significativo para el pueblo de Iglesia, cuya conexión con la fe se fortalece con el paso de los años, atrayendo a más fieles y turistas que visitan y veneran al Cristo.
A diferencia de las esculturas en áreas urbanas, el Cristo de Tocota rara vez sufre daños o actos vandálicos. Aunque el clima ocasionalmente deja su huella, se realizan mantenimientos periódicos para conservar su impecable blancura, lo que le confiere un aura etérea y lo acerca aún más al cielo.