El siguiente artículo fue publicado en La Pericana, edición 50 del 17 de marzo de 2017, que integró la edición 1759 de El Nuevo Diario.
Recientes investigaciones sobre el
Cruce de Los Andes han demostrado que la población de San Juan cumplió un papel
mucho más destacado que el atribuido hasta el presente, en la concreción del
inicio de la campaña libertadora latinoamericana.
En articulación con estos descubrimientos, durante
la gobernación del Ing. José Luis Gioja se dio inicio al “Cruce sanmartiniano”
– como una estrategia para reavivar la memoria histórica -, que durante el
presente año cumplió su 12° edición.
En el marco de esta política de la memoria también se ha resuelto la situación
planteada en torno a la “Celda de San
Martín” que generó no pocos malos entendidos entre las instituciones
responsables de su guarda – en muchos casos enfrascadas en discusiones que
tomaron estado público-.
La denominada “Celda de Don José de San
Martín” se refiere a la habitación – seguramente el dormitorio protocolar
del Convento de Santo Domingo – donde se alojó el general durante su
permanencia en San Juan, durante 1815. La construcción y el lugar han sido
declarados Monumentos Nacionales por el Decreto N° 107512/1941 y el Decreto N°
2756/1980 – este último pone de relevancia el hecho que se trata de construcciones
que subsistieron al terremoto de 1891-.
Los monumentos nacionales de la Argentina son “una
serie de realizaciones arquitectónicas, lugares u obras que por su interés
y valor gozan de una protección jurídica específica recogida en la Ley para su
preservación, enriquecimiento y exhibición”.
La solución encontrada – propuesta desde hace
bastante tiempo – se encontró en la adquisición de un terreno ubicado en la calle
Laprida y colindante con el lugar histórico. Se trata de una vía de acceso
alternativo que quedará a cargo de la Asociación Cultural Sanmartiniana de San
Juan. Además, en el espacio se podrá ubicar una biblioteca y sala de reuniones,
como etapa intermedia de la construcción del Centro Histórico Cultural Sanmartiniano.
Desde el punto de vista artístico, que en esta oportunidad constituye el centro
de la reflexión, se trata de uno de los lugares más significativos y valiosos
de la provincia, puesto que constituye una de las obras arquitectónicas más
antiguas a la que se tiene acceso público.
Más allá de la antigüedad, se trata de una
construcción cuya armonía y solidez la convierte en un documento invalorable
para imaginar la ciudad desaparecida.
La hermosura del lugar deviene menos de su dimensión – aunque no se trata de un
pequeño espacio – que de la amalgama de significados: proyecto y materiales
constructivos, sentido de la vida monacal y cívica, articulaciones de ideas.
Entrar al patio y recorrer su galería remite a otro tiempo, a través de
elementos que se estiman únicos en San Juan. Pienso que se trata de uno de
lugares más sugestivos y auténticos de nuestra provincia.
En tanto se ha generado la posibilidad de
reconstruir un pasado ejemplar y revalorizar el espíritu emancipatorio, se
espera que con la misma pertinencia que se ha resuelto el conflicto planteado,
se dé forma al Centro Histórico Cultural Sanmartiniano. Ello implica en primer
término la preservación – que incluye la normatividad de las visitas-, la
selección de elementos permanentes expuestos para que transmitan el mensaje que
se desea, la calidad artística de los elementos y construcciones implicadas.
Al respecto, existen en el país muchos ejemplos que
convierten estos espacios en verdaderas escuelas de civismo.
(*) Filósofo. Crítico de arte