La Patroncita: una capilla única, por su historia y su arquitectura

   La gran torre de marfil no pasa desapercibida desde la calle Rivadavia. Sin embargo, si el visitante no observa detenidamente, no es posible saber qué es esa mole blanca.

Se trata de la capilla de “La Patroncita”, Virgen de la Inmaculada Concepción, muy especial ya que se levantó en el lugar donde existió el primer oratorio con la imagen de la Virgen en la época de la colonia.

Pero también es especial por su arquitectura, inaugurada en 1974. Fue el edificio más moderno del departamento (y aún lo es). Además, es una de las pocas capillas diseñadas con el concepto de “capilla abierta” (sin techo) en San Juan. Recorrerla es una experiencia casi lúdica, como recorrer un caracol gigante. Se puede empezar por el altar y luego dar la vuelta e ingresar a la zona de la torre donde se ubican la campana y la pila bautismal.

Al salir, se puede recorrer la zona de los bancos para los fieles, todo en cemento y siempre circular, bordeada de álamos, eucaliptos centenarios, aguaribays, malvones rojos y pasto bien verde.

“La primera iglesia data del año 1757, 30 años antes de la fundación de la Villa San Agustín. En un poblado indígena-español donde años después se construyó el dique. Allí se veneraba a la Virgen Inmaculada Concepción, a quien llamaban ‘La Patroncita’. También se llamaba así al poblado”, dijo Nilda Elizondo, profesora e historiadora de Valle Fértil.

La capilla abierta aún conserva dos placas de bronce de su fundación. La primera dice: “Promotor de esta obra, párroco Alejandro Faria. Gobernador, Gómez Centurión. Intendente, Luis Martínez. Pueblo en general de Valle Fértil 1971 – 1974”.

Mientras que en la otra placa se lee: “Pueblo y gobierno de San Juan en homenaje a la Madre de Dios. Valle Fértil, 8 de abril de 1974. Eloy Próspero Camus, gobernador. Idelfonso María Sansierra, arzobispo. Ricardo Báez Laspiur, cura párroco. Ángela de Carrizo, intendenta”.

Concepto de capilla abierta

Según el libro “Encuentros con México – Andanzas para recordar” (2000), de Ricardo Díaz Muñoz y Maryell Ortiz de Zarate, los diseños de capilla abierta en América datan del siglo XVI, durante el período colonial temprano.

“La construcción era básicamente un ábside o presbiterio abierto que contenía un altar que se abría a un gran atrio o plaza. Si bien algunos afirman que fueron construidos por frailes porque los pueblos nativos de esa época tenían miedo de entrar en los oscuros confines de las iglesias de estilo europeo, las razones más probables para su construcción fueron que permitieron la celebración de la Misa para un gran número de personas”.

Mientras que Joaquín Yarza Luaces, autor del libro “Una iglesia y un espacio abierto: las capillas de indios”, destacó que la necesidad de estas capillas abiertas fue mencionada por Toribio de Benavente, quien dijo que “se necesitan para albergar a un número de personas que no podían caber dentro de la iglesia los domingos y durante las fiestas”.

Otra ventaja que ofrecía la disposición abierta de capilla era que tenía similitudes con los antiguos teocallis, o recintos sagrados de los templos prehispánicos.

Pequeña imagen, fe enorme

En la capilla abierta de La Patroncita, la pequeña imagen de la Virgen se encuentra protegida con un vidrio, dentro de la torre mayor cuyo diseño culmina en una cruz hecha de cielo. “En el lugar de fundación se construyó la parte oeste del dique lateral, otorgándosele a La Patroncita lugar en las cercanías. Primero fue solo una gruta, luego un modesto oratorio, hasta que en 1974 se inauguró la actual capilla, muestra de la fe cristiana de un pueblo que reconoce su pasado aborigen-español”, escribió Elizondo en una carta del lector publicada en Diario de Cuyo.

Esta original capilla es parte de la Ruta de la Fe de San Juan y vale la pena conocerla.

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Capilla a cielo abierto
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