Sarmiento amaba y disfrutaba de la naturaleza, sentimientos que expresa constantemente en sus incontables artículos, especialmente en las descripciones de sus viajes… "Yo contemplo una hora el plácido espectáculo de la naturaleza que me rodea, sentado a la sombra de una palmera..”
Tenía una especial predilección por los animales de cuya compañía había gozado desde pequeño en su casa paterna.
Esta preferencia lo impulsó a ser uno de los pioneros en el movimiento proteccionista argentino en favor de los animales, tal es así que a los pocos meses de asumir como presidente Sarmiento, movido por su amor a los animales, organizó una multitudinaria marcha en defensa de los mismos, que consistió en una suelta de pájaros. Primera en su género en el país y un hecho histórico para recordar, precisamente hoy que se celebra el Día internacional de las aves..
"…Desde muy temprano acostumbré mis sentimientos y hábitos a mirar a los demás animales como consocios nuestros en la vida y manifestaciones solo incompletas del plan común de la creación.”
Tenía un particular favoritismo por las aves y en su casa, donde vivía con su familia, convivía con gran cantidad de pájaros entre los que destacaba un loro llamado Laparaba, que le había regalado su amigo José Posse y una chuña, ave caminadora que se paseaba a su gusto por las habitaciones, patios y fondo de la casa.
Acompañaba a Sarmiento sentada en un sillón mientras Sarmiento trabajaba en su estudio y cualquier visitante sabía que no debía ocupar esa silla si no quería ser echado a picotazos por la chuña que no gustaba que invadieran su territorio.
Consideraba a los pájaros como seres dotados de gran inteligencia admirando especialmente a los horneros a los cuales describe con gran respeto: "…Estaba yo en mis setenta y más abriles de vigor, de mando, de cóleras olímpicas, cuando levantado la vista al cielo, acaso para protestar contra mi séquito y qué veo? apenas me persuado de ello! un hornerito industrioso, afanado, sobre mi cabeza en una rama de sauce que había hecho podar, afanado en construirse su nido de arcilla…”
Sarmiento era muy consciente de sus obligaciones en el cuidado de sus aves no solo el cariño que les profesaba sino por la responsabilidad que le cabía como Presidente de la Sociedad Protectora de Animales.
También gustaba de los cuadro con motivos de aves y varios de ellos decoraban las murallas de sus casas. Su nieta Eugenia Belin, sabiendo esto pintó algunos de ellos.
Su preocupación por la protección de las aves lo llevó en 1886 a solicitar ser juez de paz de Junín con el objeto de proteger las garzas que vivían en las lagunas de la zona. Sarmiento había quedado extasiado con el paisaje natural, la variedad de la fauna que existía en estos campos: cisnes, flamencos, patos, entre otros, y a los que había que preservar y defender de la persecución con armas de fuego.
Hasta su últimos días admiró, respetó y gozó de la belleza de la naturaleza, la cual, en tanto creación divina había que defender y proteger para que tanto las generaciones presentes como la futuras pudieran disfrutarla tanto como él.
Fuente: nota publicada en Diario de Cuyo el 8 de mayo de 2017.