Calingasta, uno de los departamentos más apreciados de San Juan, atrae a turistas con sus paisajes imponentes, un clima maravilloso y la energía única de sus localidades, que preservan las buenas costumbres. Sin embargo, la historia de Calingasta va mucho más allá de sus encantos naturales, pues está impregnada de leyendas populares que añaden un toque especial a su rica herencia cultural.
Muchas de estas leyendas han sido transmitidas de boca en boca y registradas por historiadores para preservar su memoria. Algunas se han convertido en secretos compartidos solo por los habitantes más antiguos. Entre ellas, destaca la Leyenda de la Laguna de Cobre, narrada por el lugareño Renzo Herrera. Esta leyenda relata el secuestro de la hija del cacique de Calingasta por un indio araucano. La joven y su captor, huyendo de noche y escondiéndose durante el día, llegaron a la Laguna de Cobre, situada a 5.000 metros sobre el nivel del mar, donde decidieron descansar. Exhaustos, no escucharon a los hombres del cacique que los rodeaban. Intentaron escapar, pero fue en vano: el indio fue alcanzado por las flechas y la joven, que se había enamorado de él, trató de ayudarlo sin éxito. En su desesperación, intentó cruzar la laguna a pie, pero el agua profunda la absorbió, mientras su enamorado murió a la orilla.
Los residentes advierten sobre los riesgos de pasar la noche en la Laguna de Cobre, pues se cree que el alma en pena del indio busca a su amada, trayendo calamidades a quienes se encuentran cerca.
Otra fascinante leyenda de Calingasta es la de los forasteros convertidos en piedra en El Tontal, recogida por Margarita Mugnos de Escudero. En esta historia, una hermosa doncella que vivía junto a una laguna cautivaba a todos con su canto. Aunque nadie la había visto, se decía que alrededor de la laguna había perlas y riquezas. Tres forasteros, con distintos objetivos, llegaron al lugar: uno buscaba conquistar a la encantadora, otro deseaba recuperar juventud y fuerza, y el tercero quería apoderarse del tesoro. A pesar de las advertencias de los lugareños sobre el peligro, los forasteros emprendieron su viaje y nunca regresaron. Posteriormente, un campesino descubrió tres columnas en la zona, que a lo lejos parecían figuras humanas, y se convenció de que eran los tres forasteros transformados en piedra como castigo por su avaricia.
Uno de los lugares más emblemáticos de Calingasta es La Pampa del Leoncito, o Barreal Blanco, cuya vasta extensión maravilla a miles de turistas. Los lugareños también tienen una leyenda sobre este lugar. Según el relato, hace miles de años existió un gran lago en la región, donde vivía una comunidad Huarpe. Ellos tenían un dios, Hunuc-Huar, que decidió secar el lago para convertirlo en desierto debido a las quejas de los habitantes sobre las duras condiciones. Como castigo, los habitantes fueron transformados en monte. Se dice que en las noches se puede escuchar el lamento de los Huarpes pidiendo perdón a su dios.
Finalmente, la Leyenda del Tesoro de Osorio es otra que despierta curiosidad. En el siglo XVI, el capitán español Francisco de Paula Soria, tras encontrar oro en las montañas, decidió ocultarlo cerca de Angualasto antes de viajar a Bolivia. Murió antes de regresar y, aunque se confesó a un sacerdote jesuita, la ubicación exacta del tesoro sigue siendo un misterio. A pesar de expediciones y búsquedas, como la realizada en 1954 por el periodista Rogelio Díaz Costa, solo se encontraron restos de construcciones.
Estas leyendas revelan que Calingasta no solo es rica en belleza natural, sino también en relatos místicos que reflejan la riqueza cultural y el misterio de sus paisajes. Cada cuento es una pieza valiosa del tejido histórico de esta región cordillerana.
Fuente: nota publicada en el diario Tiempo de San Juan.