La creación de las parroquias en San Juan

El siguiente texto fue extraído del libro “Retablo sanjuanino” de autoría de Horacio Videla




El presbítero Luis Bonifacio, ex canónigo chantre de la Catedral de Chiapa, Méjico, ex capellán de Villagra en su primera expedición a Chile, y ex cura en Valdivia, habiendo concertado un contrato con varios encomenderos en la capital del Mapocho, y obtenida su consagración canónica del diocesano santiaguino, fue el primer cura párroco en San Juan de la Frontera cuando corría el año 1565.

 Fachada de la Catedral de San Juan de Cuyo antes Iglesia de San José, construida por los jesuitas

Probablemente la primer parroquia debió establecerse en la iglesia de Santa Ana, frente a la Plaza Mayor, tanto en la ciudad de la fundación (1562), como en la del traslado (1593). Lo cierto es que, "a mediados del siglo XVII esta iglesia (Santa Ana) era ya la parroquial de la ciudad, y lo fue hasta 1775 en que se trasladó a la de San José, que había pertenecido a los jesuitas hasta su expulsión (convertida en Iglesia Matriz, después la Catedral que cayó), continuando la iglesia de Santa Ana en calidad de sub parroquia".

En el antiguo templo jesuítico (Rivadavia esquina Mendoza), funcionó pues, después de su traslado de la iglesia de Santa Ana, la parroquia de la ciudad; primero, con el nombre de parroquia de la Matriz, después como parroquia de la Catedral, hasta 1881, año en que se trasladó a la iglesia de La Merced (Mitre esquina Tucumán).
Notables figuras de sacerdotes pasaron—por la parroquia matriz o de la Catedral, como curas párrocos o rectores. El doctor Pedro Ignacio de Castro Barros (1814-1828), riojano, más tarde vicario capitular de Córdoba; el doctor José Manuel Eufrasio de Quiroga Sarmiento (1828-1840), futuro segundo diocesano de Cuyo; los presbíteros José Manuel Videla Lima (1847-1856), Salvador Isaac Giles (1864), Máximo Garramuño (1864-1867) y Norberto Laciar (1872).

Después del traslado de la parroquia al templo de La Merced, descollaron en este último, monseñor Braulio Laspiur (1881), bajo cuyo curato se efectuó el cambio de ubicación; el presbítero Ramón Castro Brizuela (1901-1941) más conocido como el "cura Castro", de veterano jopo blanco, y el padre don Tomás Cruz, ex cura de Desamparados, que trajo de su antigua parroquia su afición a los fuegos artificiales y cohetes, su alegría y su bello espíritu de sacerdote.

Creadas con las reducciones misioneras las doctrinas de San José en Jáchal y de San Agustín en Valle Fértil (1748), al año siguiente designose a la primera un doctrinero permanente: Francisco Robledo y Frías, agustino.
Erigida la doctrina de Jáchal en parroquia, independiente de la parroquia de la ciudad (1756), don Andrés Chacón y Correa fue canónicamente su primer párroco, que no tomó posesión de su curato; su sucesor, Alejandro Fernández Castro, fue así el primer párroco efectivo que allí se estableció (1757).

El presbítero Cayetano de Quiroga es el primero en Valle Fértil (1754), al crearse la parroquia en la antigua doctrina. La parroquia de la Inmaculada Concepción, en el Pueblo Viejo, erigiose mucho tiempo después (1819); fue su primer cura, por espacio de largos años, el presbítero José Uribe (1819-1833). Algunos de los párrocos del Pueblo Viejo, hicieron su cursum honoris desde aquella sede hasta la parroquia Matriz, y fueron hombres sobresalientes o de destacada actuación; los presbíteros José Manuel Videla Lima (1839-1847), José María Quiroga Romera (1854-1865) y Salvador Isaac Giles (1865-1867). Pero, ninguno más notable que don José María de Castro Hurtado, capellán del oratorio de Concepción, antes de convertirse en parroquia (1810), exaltado partidario del Rey, consejero de doña Paula Albarracín y, en el recuerdo de Sarmiento, apóstol fervoroso que "predicaba en Santa Ana los lunes, en la Concepción los martes, en los Desamparados los miércoles, en la Trinidad los jueves, en Santa Lucía los viernes, en San Juan de Dios los sábados, y en la Matriz los domingos".
Sepultado este santo varón, en su viejo templo, una sentida inscripción en el muro atraía la mirada de aquellos hasta quienes llegaron sus mentas, hasta desaparecer todo vestigio con los escombros de la catástrofe, excepto su generoso recuerdo.


Iglesia de Desamparados en 1919


La parroquia de Angaco, comprendiendo los departamentos de Angaco Norte, Angaco Sur (hoy San Martín), Albardón, Caucete y Veinticinco de Mayo, creóse con asiento en la villa del Salvador (1837), capital del primero, recientemente fundada. Colindaba con las parroquias de la Matriz, de Jáchal y Valle Fértil, y era extensa como un verdadero obispado. Fray José Manuel Morales y Albarracín, religioso dominico, fue su primer cura párroco. En la antigua capilla de Puyuta, construida a lo largo de la magnífica Calle Real, a la sombra de añosos carolinos (hoy Avenida Libertador San Martín), se erige la parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados (1848), y su título desaloja en definitiva, en la nomenclatura lugareña, al simpático nombre indígena.

Un auto del provisor Maradona (1853), crea las parroquias de Santa Lucía, Pocito, Albardón y Caucete. Pero, no pueden instalarse hasta muchos años después, porque surge un agudo pleito con el Gobernador, tiranuelo a la postre depuesto por una revolución popular, que en nombre de cierto subpatronato que se arroga, cree de su competencia la subdivisión de la jurisdicción eclesiástica. De entre éstas, la de Albardón es la primera que se instala, algún tiempo después (1869). Funcionando durante muchos años como subparroquia de la de Angaco, se erige en forma definitiva a Caucete en parroquia (1878), con el título de Cristo Rey, y se la traslada después, desde Villa Independencia a su asiento actual, en Caucete, antes Villa Colón, capital del departamento y su principal centro.
Su primer párroco, Pedro Borserio; los de acción más recordada, Segundo Abraham Ponce (1897), y José Arturo Brizuela (1922-1929); a partir de este último año, Mamerto Canggiano. La parroquia de Santa Bárbara, en Pocito, se instala con don José Manuel Echegaray (1889), sanjuanino, como su primer párroco. Le suceden, entre otros, los presbíteros Juan Alvazzi (1896-1900), Jerónimo Iztueta (1900-1910), Silvestre López (1930-1932). Y con don José Vozzi, su primer cura párroco, la antiquísima capilla de Santa Lucía asciende también al rango de parroquia.

En el primer lustro del siglo (1905), nace la parroquia de la Santísima Trinidad, en la localidad de su nombre. Su primer cura párroco lo fue el presbítero Francisco Javier Agüero, hasta 1910; y su más inolvidable figura de pastor, por la nobleza de su carácter y su alma sacerdotal, el presbítero Nicolás Hernández (1932), fallecido prematuramente allí poco después del terremoto.
Después de la creación de las parroquias de Jesús de la Buena Esperanza en Barreal, Calingasta (1911), y de Nuestra Señora de la Merced en Villa Mercedes, Pampa del Chañar (1913), casi todos los departamentos y distritos de la provincia obtuvieron sus respectivas parroquias propias. casi en nuestros días.

En el Cementerio, antigua parroquia de San Juan de Dios, anexa al hospital que allí funcionó, se instala la flamante parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Ánimas (1947); en Villa Krause, la de Nuestra Señora del Rosario; en Marquesado, la del Sagrado Corazón; en Valdivia, la de Nuestra Señora de Luján, y en la doctrina dominica del lejano departamento de Iglesia, la parroquia de Santo Domingo, todas en un mismo año (1948). La última, la de Santa Rosa de Lima en villa Santa Rosa, capital del departamento de 25 de Mayo (1949).

El Cabildo eclesiástico, exigencia del Derecho canónico y promesa del concordato en cuya virtud se erigió el Obispado, instituyose con monseñor Timoteo Maradona como deán (1861), durante el gobierno del diocesano monseñor Aldazor. Pero las dificultades que retuvieron largo tiempo en San Luis al obispo, postergaron su instalación efectiva, efectuada recién bajo el reinado episcopal del obispo fray José Wenceslao Achával.
Monseñor Braulio Laspiur, fue así su primer deán (1870); los presbíteros José Apolinario Videla y Salvador Isaac Giles, su arcedeán y chantre, integrando los presbíteros Valentín Luna y Santiago Garramuño, el primer Cabildo.


Iglesia de Santo Domingo

Otro género de dificultades postergaron el establecimiento del Seminario Conciliar, comprendido en iguales exigencias que el Cabildo eclesiástico: las confiscaciones de los bienes de la Iglesia por el gobierno provincial. Primero fue la propiedad de San Clemente (media manzana sobre General Acha, Santa Fe y Tucumán), donde en un comienzo se lo iba a instalar (1862); luego la de San Agustín (Mitre y Rawson, hoy Entre Ríos). Empeñosas gestiones del obispo Achával ante el gobierno nacional, lograron la restitución de los bienes del extinguido convento agustino, donde instaló el Seminario Conciliar de Cuyo (1874), que funcionó con la iglesia de San Agustín anexa hasta su caída en el terremoto.

El presbítero Rainerio J. Lugones fue su primer rector. Sobresaldrían después, en esta casa de altos estudios, monseñor Abel Balmaceda (1877); el padre Fernando Meister (1885-1900), de la congregación lazarista que la tomó a su cargo; monseñor Isidro Fernández (1915-1921) y monseñor José Aníbal Verdaguer, promovido después primer obispo de Mendoza.


 El Seminario conciliar

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Fachada de la Catedral de San Juan de Cuyo antes Iglesia de San José, construida por los jesuitas.
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